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RECAMBIO PRESIDENCIAL

A una semana

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A una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, la campaña política parece terminar casi como empezó. Con los candidatos prometiendo un futuro venturoso, pero sin dar muchas precisiones instrumentales.
Es probable que las condiciones particulares que surgieron del resultado de las PASO y de las encuestas posteriores hasta aquí, y la ausencia de un debate amplio y menos guionado entre todos los candidatos (aunque bienvenido sea el puntapié inicial), hayan contribuido a los anodinos mensajes que se transmiten por los medios de comunicación.

Es tan “finito” el límite entre un Scioli ganando en primera vuelta o un Macri forzando la segunda, que ninguno de los dos quiere cometer ningún error y para ello siempre es más fácil callar que hablar.
Sin embargo, las cuestiones económicas que heredará el próximo gobierno son de tal magnitud, que aún en silencio, ya no se pueden disimular.
La primera es la cuestión cambiaria. Una brecha del 65% indica un problema. Que los argentinos, no contentos con comprar los casi US$ 5 mil millones a precio oficial, que raciona la AFIP durante este año, quieran comprar más dólares, pagándolos un 65% más caros es toda una señal. El problema se agrava si se tiene en cuenta que las reservas líquidas del Banco Central no permiten seguir con este ritmo de ventas mucho más. Por si esto fuera poco, el resto de los países de la región ya ajustó sus tipos de cambio al nuevo escenario internacional y nuestro principal socio, Brasil, no sólo ajustó, sino que “exageró” en medio de su crisis política. Y este punto no es menor, el tipo de cambio oficial no ha reconocido ni la suba de costos internos, ni los cambios del escenario internacional, ni la fuerte devaluación brasileña. Como diría la Presidenta es too much. El silencio “gradualista” de Scioli, o el silencio “de shock” de Macri, indican que esta política cambiaria no sobrevivirá el 2015.

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La segunda es la cuestión fiscal. Un gasto público récord, una presión tributaria récord, y un déficit fiscal record, resultan insostenibles. Seguir financiando el desequilibrio con el Banco Central emitiendo, y la colocación de deuda se puede por un rato más, pero no por mucho más.
El principal candidato para la baja del gasto son los subsidios a la energía. Pero el silencio de Scioli propone usar estos recursos para gastarlos en compensar el problema cambiario vía reducción de impuestos. Pero si esto es así, el déficit no baja, y su financiamiento vía emisión tampoco, y el desequilibrio entre pesos y dólares y la inflación a estos valores continúa. El silencio de Macri, por su parte, también baja subsidios a la energía, pero no quedó claro si ese ahorro baja déficit, o financia aumento de gastos vía promesas difusas.

La tercera cuestión, que surge de la interacción de las otras dos con el Banco Central en el medio, es la cuestión inflacionaria.
Queda claro que arreglar los temas fiscales y cambiarios tendrá efectos iniciales sobre los precios de la economía, aunque para salir del estancamiento los precios tienen que subir mucho menos que el aumento del tipo de cambio oficial. (No sabemos cuántos precios ya están fijados al tipo de cambio libre). Pero una vez reacomodados los precios relativos, la Argentina tiene que converger a una inflación “normal”. Aquí los silencios de Scioli y Macri son gradualistas y ciertamente realistas, al menos para el primer año. El Banco Central tendrá que seguir emitiendo por un tiempo. Pero siendo también realista, mirando la historia argentina, los problemas inflacionarios nunca se arreglaron gradualmente. Esta vez podría ser diferente, pero…

En medio de estos temas clave, surgen cuestiones complementarias. Una es salir definitivamente del default. Otra es la necesidad de recomponer infraestructura. Otra es la reinserción internacional tanto en los foros comerciales, como en los ambientales, regionales y políticos.
Sobre estos puntos, en algunos casos hay menos silencios, y en otros el silencio asusta. (¿Cuál es la propuesta ambiental que llevaremos a París en diciembre?). A medida que se acerca el cambio de gobierno, la letanía de la década ganada va dejando paso, a las verdades de una herencia con muchos pasivos y muy pocos activos.
A estas alturas, por más palabrerío y ruido que introduzca el relato en las cadenas nacionales, los sonidos del silencio son más importantes.