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crisis gubernamental

Se habló de traición

El Gobierno está anclado en el pasado. Lo muestran los cambios que ha implementado en el gabinete.

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Acordes. ¿acordes? | Pablo Temes

Fueron muy pocos los que predijeron el resultado de las primarias abiertas y simultáneas del domingo pasado. A las 6 de la tarde del domingo, voces importantes del oficialismo auguraban un triunfo de entre 7 y 8 puntos en la provincia de Buenos Aires, donde la oposición festejaba como una victoria si la derrota era por un margen de 4 puntos. Lo que nadie imaginó fue la fenomenal crisis que el resultado final produciría en el Frente de Todos contra Todos.

En uno de los últimos reportajes que Alberto Fernández le concedió a quien esto escribe, en agosto de 2019, dijo:

—Cristina ha cambiado. Es otra. Aprendió de sus errores.

—No se equivoque. Eso es absolutamente imposible. Cristina tiene una personalidad patológica que nada ni nadie podrán cambiar –fue la respuesta.

Por si tenía alguna duda, el Presidente acaba de toparse con esa realidad. Y vivirla en carne propia. Cristina Fernández de Kirchner es mala y dañina. Ella lo sabe y lejos está de querer modificar esa condición suya. Es más, lo disfruta.

Su carta, en la que la palabra “yo” aparece 19 veces, ha sido un mojón que pulverizó la figura presidencial. Es una carta asertiva y reivindicatoria.

Cada palabra, cada punto y cada coma, son la expresión de las características patológicas de la personalidad de la ex presidenta en funciones: el narcicismo, la obsesión y el síndrome de hubris. Uno de los síntomas del hubris es que la persona que ocupa el centro del poder se cree la dueña de la verdad; está convencida de que su pensamiento es el único que vale; desprecia las ideas ajenas; los errores son de los otros que, por ende, son la causa de todos los males.

Por supuesto que CFK no está sola. La acompaña en esta movida su séquito de secuaces que siempre han sentido desprecio por AF, a quien nunca le perdonaron los años en que supo ser crítico de ella y de ellos. A la manera de unos verdaderos nerones, ni a ella ni a ellos les importaron las consecuencias que este enfrentamiento tiene para el país. Han vaciado de poder al Presidente. Si esto se lo hubiera hecho a CFK, lo habrían calificado de “destituyente”.

Finalmente, el Presidente, a quien desde el mismo momento de ser electo le ha molestado que se lo tilde de “títere”, ha demostrado serlo. No solo eso: le teme a CFK. Es lo que se vio a lo largo de todos estos meses en los que se sometió a los desplantes, las críticas y el ninguneo de la ex presidenta en funciones. Es algo que no tiene vuelta atrás. Es irremediable.

Campaña de la nada

“Ganó Cristina” es la frase que más se escuchó por estas horas en los pasillos de la Casa Rosada.   

“Siempre se puede estar peor. Sabíamos perfectamente que venían por nosotros, pero no imaginábamos esta locura. Es cierto que el albertismo que conocemos hasta hoy ya no existe pero también es cierto que toda la sociedad vio lo que Cristina es capaz de hacer cuando no se cumplen sus deseos. Las elecciones las perdimos todos pero el desequilibrio institucional lo generó ella. Esto no será gratis para nadie”, reflexionaba un funcionario con despacho en Balcarce 50.

“Alberto es lo que es y hubo una cantidad enorme de errores no forzados, pero ella está desquiciada. No le importa ponerse al Gobierno de sombrero. No es capaz de soportar un no como respuesta”, continuó.

“Alberto podrá conservar la investidura pero acá terminó su carrera política. La resistencia y los deseos de mantener su rumbo le duraron 24 horas”.

“La jugada estaba orquestada desde el lunes, cuando el día pasó de largo y no hubo ninguna determinación o anuncio oficial después de la derrota. Todos los que salieron a decir que habían renunciado son unos payasos. Cuando uno renuncia, lo hace de manera indeclinable como hizo (Juan Pablo) Biondi. El resto fue humo, fue parte del plan para presionar y desgastar al gabinete. Esto fue contra Alberto pero los afectados somos nosotros”, señaló con mucho enojo otra fuente cercana a la cartera de ministros.

“Con el diario del lunes es más fácil entender todo; ahora se ve todo mucho más claro como si nos hubieran puesto una lupa. Cristina habló de operaciones en su contra. ¿Por qué no habló de cómo, desde hace meses, desde el Patria nos vienen operando a nosotros? Al principio nos llamaba la atención porque no creíamos que fueran tan sucios pero, por citar un ejemplo, ellos mismos –con jugadores ignotos y operadores que salieron a chupar las medias por un cargo–  publicaban críticas a la suba de precios, sector por sector, muy detalladamente, a medios de comunicación amigos y en sus propias cuentas de Twitter. Cuando algo no les cerraba, empezaban las operaciones de desgaste”, aseguró otro interlocutor con bronca incontenida.

“Fuimos una coalición mientras se hizo caso a los caprichos de ella, cuando las cosas se pusieron difíciles hizo volar todo por el aire. Vamos a ver con qué ánimo siguen los que quedan. ¿A quién le vamos a responder?”, concluyó.

“Volvimos para ser mejores”, fue uno de los eslóganes de campaña que más utilizó AF. Muchos votantes independientes, que estaban enojados con Mauricio Macri, le creyeron. Se ilusionaron con la posibilidad de alguien que fuera una bisectriz que marcara una alternativa diferente a la grieta que embrutece. Hace tiempo que está claro que eso era una mentira. Finalmente, AF resultó ser un mentiroso.

El penoso transcurrir de estos días, en los que se vio al Presidente en su mendicación para que algún gobernador aceptara ocupar la Jefatura de Gabinete, evidenció su falta de poder.    

Su gobierno ha quedado definitivamente anclado en el pasado. Es lo que representan los cambios que ha implementado en el gabinete. Es un elenco de derrota y fracaso. Con un jefe de Gabinete, Juan Manzur, y un nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, sometidos al vilipendio de CFK. Con un nuevo ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, siempre presente en el recuerdo por haber dicho que la inseguridad era una “sensación”.   

“Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida”, reza la letra de Volver, perfecta síntesis del triste presente de la Argentina.