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Anatomía de la crisis financiera

La industria de la construcción y el negocio inmobiliario es 5% del PBI de Estados Unidos, y los préstamos de alto riesgo (subprime loans) representan una décima parte del mercado hipotecario, y en ellos, sólo 6% de los deudores han dejado de pagar sus cuotas (foreclosures)

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La industria de la construcción y el negocio inmobiliario es 5% del PBI de Estados Unidos, y los préstamos de alto riesgo (subprime loans) representan una décima parte del mercado hipotecario, y en ellos, sólo 6% de los deudores han dejado de pagar sus cuotas (foreclosures).
Esta combinación ha desencadenado la mayor crisis financiera de EE.UU. desde la Segunda Guerra Mundial, hundido los mercados bursátiles en el mundo entero –con una pérdida de valores que se estima en 8 trillones de dólares–, provocado el colapso del quinto banco de inversión estadounidense (Bear Stearns), y colocado a la mayor economía del sistema mundial en lo que podría ser su peor recesión en 30 años. Por último, ha obligado a la Reserva Federal a realizar la más audaz y comprometida intervención en los mercados financieros desde la crisis del 30.
La anatomía de la crisis muestra una raíz de fondo, de carácter estructural: el gigantesco flujo de capitales recibido por EE.UU. del mundo entero en los últimos 15 años. La economía norteamericana atrae 75% de los flujos provenientes de los 67 países que tienen superávit de cuenta corriente en el momento actual, encabezados por China, que exportó capitales por más de 350.000 millones de dólares en 2007. EE.UU. ha recibido 800.000 millones de dólares anuales promedio desde 2001 en adelante.
Luego, vinculado a lo anterior, como una dimensión del boom de crédito inducido por los flujos del exterior en EE.UU., Wall Street transformó, a partir de los 90, el negocio hipotecario –centrado hasta entonces en los bancos– en una actividad global, en la que colocaron sus fondos los inversores internacionales para prestar a los compradores.
El paso de lo local a lo global se realizó a través de un alejamiento entre deudor y prestamista, mediante una compleja estructura financiera centrada en los “derivativos” y en las obligaciones colaterales, en la que las hipotecas de Iowa, Delaware o California, cuidadosamente fraccionadas, fueron vendidas a grupos de inversores de Shangai, la City de Londres, Fránkfurt o México D.F.
EE.UU. experimenta, en síntesis, una crisis financiera, que se expande en la medida en que se profundiza la incertidumbre originaria, con su doble dimensión de contracción del crédito y súbita y generalizada aversión al riesgo. Es una crisis de confianza, de “crédito”. Cuando estallan, todas las sombras parecen fantasmas, y en cierta medida lo son.
Lo específico de esta crisis es que estalló en el mayor mercado financiero del mundo. Los mercados norteamericanos tienen activos financieros por 56,1 trillones de dólares, más de 35% del total mundial. Son también los que poseen el mayor nivel de crecimiento, con un auge de 5,7 trillones de dólares en 2007. En ese aumento, las acciones (equities) representan 43% del total, reflejo de la mayor tasa de ganancias de las empresas estadounidenses, que –en términos de rentabilidad– es la más alta de los últimos 70 años. En este sistema, la profundidad financiera (relación entre los activos y el PBI) es 4,5 veces, y tres veces y media en el resto del mundo. 
La crisis financiera acelera la reconversión de la economía norteamericana. Las exportaciones estadounidenses se expandieron dos veces más rápido que las importaciones en 2007 (8% vs. 4% anual), y el resultado fue que el déficit comercial se redujo significativamente por primera vez desde 1995. En el último trimestre 2007, en que la economía creció sólo 0,6%, el saldo neto del sector externo añadió un punto porcentual al crecimiento anual del PBI. La reducción acelerada del déficit comercial se debe a que la exportación de productos industriales de alta tecnología creció a tasas de doble dígito en 2007, mientras que las que se orientaron a Asia-Pacífico (China) y América latina se expandieron 30,1% y 24%, respectivamente.En medio de la crisis hay un vuelco de la inversión a las industrias exportadoras, y en general hacia el sector transnacional, que representa 42% del PBI. El resultado es una reorientación acelerada de la economía hacia su sector volcado al exterior, que a su vez posee el más alto nivel de productividad (casi el doble del promedio estadounidense).
El nivel de ocupación en las industrias orientadas a la exportación, en la minería y en el sector agroalimentario, es el más alto de los últimos 10 años. La regla en las fases de contracción de la economía estadounidense es que la industria pierde 100.000 puestos de trabajo por mes o más. Ahora, debido al auge exportador, la pérdida es menos de la mitad.
Al acentuarse la crisis, aumenta la contribución del sector externo al crecimiento del PBI. Fue 1,2 puntos porcentuales en 2007 sobre un aumento del producto de 2,2% anual: la mitad.
La contribución del sector externo es la forma en que el crecimiento de la economía mundial –el de China, en primer lugar– puja contra la recesión en EE.UU., y actúa, en forma inmediata y directa, como un factor contracíclico fundamental.
La cuestión ahora en EE.UU. no es cuánta liquidez inyecta en la economía la Reserva Federal, sino si el organismo encabezado por Ben Bernanke logra restablecer la confianza. La Reserva Federal reescribió sus reglas el 16 de marzo, rescató a Bear Stearns con 30.000 millones de dólares, y accedió a prestar, por primera vez en su historia, a otros brokers de Wall Street.
El núcleo de la soberanía es la posibilidad de hacer excepciones.