El miércoles pasado, el periodista Marcelo Bonelli adelantaba que el plan Precios Esenciales, ya postergado una semana, tampoco se concretará el lunes venidero. Todo indica que este nuevo y extravagante “plan” de gobierno no fue diseñado para “concretarse” sino para ser “anunciado”.
La misma matrix de “brotes verdes”, “segundo semestre”, “lluvia de inversiones”, “crecimiento invisible”, etc. Para Macri pareciera que “gobernar es anunciar”, pero solo pareciera. Veamos.
Es cierto que “todo lo dicho” por Cambiemos no tuvo concreción y resultó un efecto de comunicación. Repasemos algunos ejemplos.
Crecimiento invisible: la economía argentina ingresó en su tercer año de recesión profunda y el FMI no cesa de corregir a la baja sus previsiones para este año, la última: -1,7%.
Lluvia de inversiones: según Fundación Capital (FC), en el cuarto trimestre de 2018 la inversión tuvo una estrepitosa caída del 22,7% interanual. Así, para la consultora dirigida por Martín Redrado, ese componente clave de la demanda agregada marcaría un deterioro del 4,9% durante el año pasado. Si se le suma la contracción del 10,5% que proyecta el Gobierno para 2019, se acumulará un negativo del 15% durante el último bienio de gestión y la inversión cerrará con niveles tan bajos como no se veían desde la crisis global de las subprime.
Desaceleración de la inflación: Desde enero del año 2017, el IPC se duplica cada 12 meses y las proyecciones para este año tienen un piso del 40%, si es que no hay un desmadre en el tipo de cambio, situación siempre probable con un gobierno sin divisas y deuda dependiente.
Peor aún, en el año 2018, en el que los precios generales al consumidor saltaron 47,6%, el segmento mayorista experimentó un incremento del 73,5%. La brecha de más de 25 puntos porcentuales es récord y resulta un buen predictor de la presión inflacionaria para este año.
Baja de la pobreza: Macri asumió con el 26% de pobreza (ver gráfico), la subió al 32% en el segundo semestre del año 2018, en el primer trimestre de 2019 supera ya el 35% producto de la persistente inflación, en particular de alimentos (60% anual) y la caída de ingresos familiares (30% promedio respecto a la suba de alimentos) y todo indica que, si no hay megadevaluación, podría llegar al 40% al final del macriato.
La pregunta que surge ante tanta evidencia es cómo los caballeros de la transparencia informativa no retoman sus hábitos virtuosos y dan cuenta de la compulsividad a la “sanata vil” del gobierno nacional.
Retomar la vieja costumbre que hizo que el 6 de abril del año 2009 el diario La Nación cerrara un flamígero editorial alegando contra las falsas promesas del gobierno nacional: “Para los Kirchner, gobernar es anunciar, hacer sonar las campanas, llamar la atención, más allá de los resultados concretos. No obstante, ocurre que los resultados, cuando son visiblemente penosos, ayudan a construir un fracaso político que deviene inevitable a pesar de los más insistentes corifeos o anunciadores”.
¿Por qué la “platea de doctrina” abandonó su sana costumbre de vigilar y castigar?
¿Será que, como contrapartida a lo anunciado e incumplido, lo que efectivamente sucede y seduce es aquello que el Gobierno no anuncia? ¿Es acaso este el precio del silencio?
Deuda y fuga de capitales: el Observatorio de la Deuda Externa de la UMET informa que el de Cambiemos es el gobierno que más deuda tomó en la historia argentina: “En tres años y dos meses, el Gobierno emitió deuda externa e interna como nunca antes, el total de las emisiones de los niveles nacional, provincial y corporativo llegó a US$ 174.338 millones.
Ha utilizado gran parte de la deuda en moneda extranjera para financiar tanto gastos corrientes en pesos como una fuga de capitales que ya alcanza los US$ 92.635 millones (y si le adicionáramos los crecientes intereses de deuda ascendería a US$ 124.731 millones)”.
Anunciar y callar, para Macri eso es gobernar.
*Director de Consultora Equis.