Juan Manuel Abal Medina será el vice de Cristina. Más allá de la rima, falta mucho, pero todo indica que el actual secretario de Medios será el elegido. Obviamente no tengo información calificada. La única que lo sabe es la Presidenta. Esta conclusión es producto de un análisis de las necesidades políticas del kirchnerismo y de la lógica que aplica la jefa de Estado en la toma de decisiones. El ministro Florencio Randazzo, que algo sospecha, dijo que no necesariamente tiene que ser un peronista. Muchos se comieron el amague y pensaron en Martín Sabbatella, que no se va a mover de la candidatura a gobernador. Sergio Urribarri forzó un abrazo y una foto casi de fórmula compartida el viernes en Huracán, pero tiene tres contras: es peronista, no le suma ni un solo voto y pertenece a un sector interno, como la Corriente, al que CFK respeta y valora pero un poco menos que Néstor Kirchner.
De hecho, pese a que la carne en el asador la habían puesto miles y miles de militantes organizados por el Movimiento Evita y el Frente Transversal, la Presidenta mostró su clara preferencia por La Cámpora. En esas tribunas estuvieron sus hijos: Máximo –líder virtual y abrepuertas del grupo– y Florencia, que debutó entre la muchachada con mucho calor nac&pop. Por eso, pese a su módico poder de convocatoria, La Cámpora tuvo a su jefe como orador. Andres “El Cuervo” Larroque también se ganó el abrazo más prolongado y emocionado de Cristina, la madre simbólica de todos, como lo planteó en su momento Juan Cabandié, otro camporista al que quieren hacer candidato pero que no acusa peso en la balanza de las mediciones: es casi un desconocido para la mayoría. Así como Néstor dijo que se sentía hijo de las Madres de Plaza de Mayo, los jóvenes K se sienten hijos de los Kirchner. No se puede ocultar que todo esto hizo ruido entre las huestes de Emilio Pérsico y Fernando “El Chino” Navarro. Encima, en nombre de la Presidenta bajaron de la lista de oradores a Daniel Filmus. Otra bronca que hay entre los activistas de los movimientos sociales de los territorios más pobres es el perfil gerencial de La Cámpora. Entraron como titulares, sin hacer banco, por arriba, directamente al poder. La diputada no kirchnerista Victoria Donda, nieta recuperada nacida en cautiverio en la ESMA, los definió como yuppies que no saben militar sin el celular, el auto con chofer y el cargo de funcionario con la correspondiente caja.
En consecuencia, Abal Medina es el candidato a vice con más chances. Estuvo en la cancha con perfil bajo, como siempre. Cristina le dio el manejo de la pauta publicitaria y eso es como el bastón de mando en el kirchnerismo. Además, no es peronista. O por lo menos no es afiliado al Partido Justicialista, aunque tiene esa impronta desde la cuna. Fue uno de los que ayudó a Eduardo Sigal a reorganizar el Frente Grande y un amigo político íntimo de Chacho Alvarez. Es decir, no tiene estructura ni aparato que lo banque. Abal Medina es un cristinista líbero de la primera hora. Traicionó a Alberto Fernández, que fue el que lo llevó al Gobierno, y ese gesto permitió que Kirchner lo tuviera como uno de sus principales asesores. Tiene el perfil que Cristina quiere y fomenta. Parece más joven que sus 43 años y es dueño de un gran equipaje intelectual. Licenciado en Ciencias Políticas en la UBA con medalla de oro, diploma de honor y 9,40 de promedio. Fue investigador visitante en la Universidad de Georgetown y en Flacso. Defiende el verticalismo: “La Presidenta siempre va más allá de mis expectativas”, confesó. Está convencido de que uno de los méritos K es que saben ejecutar. Se hacen cargo de la gestión. Suele decir con orgullo: “El Gobierno no debate ni discute”. Al funcionario que no le gusta, tarjeta roja y a su casa.
Es lo que CFK necesita para completar el binomio. Ella pone la alta intención de voto. No han encontrado a ningún dirigente que le sume como le sumó en su momento Julio Cobos. Abal Medina es alguien de una lealtad indestructible, que no va a conspirar nunca. Esa es otra ventaja. Porque si Cristina gana el 23 de octubre, como dicen algunas encuestas, va a tener que enfrentar la lucha por la sucesión a los dos años de su próximo gobierno. Ella no tendrá reelección y ya no está Néstor para sucederla, como era el plan original. Esa batalla por el poder podría generarle turbulencias si el vice fuera un gobernador peronista o alguien con poder territorial dentro del PJ.
Abal Medina reúne todos los requisitos renovadores. Quieren convertirlo en el Marco Enríquez Ominami argentino. ¿Le dará el piné? Tiene genes y estirpe revolucionaria pero no es fierrero ni militarista. “Abal Medina/ la sangre de tu hermano/ es fusil en Argentina”, le gritaban los Montoneros a su padre, también Juan Manuel, que se opuso a la lucha armada y era el secretario general del Movimiento Nacional Justicialista. Aquel que era fusil, Fernando, su tío, fue fundador de Montoneros y participó del secuestro y asesinato del general Aramburu.
Juan Manuel padre estuvo refugiado seis años en la embajada de México con Héctor Cámpora, a quien Cristina ni mencionó el viernes, enojada con Mario, el sobrino que marcó distancias con el infantilismo setentista. Abal Medina padre edificó en la tierra azteca una fortuna de contactos empresariales y políticos. Trabajó para el PRI mexicano y se especializó, dicen, en operaciones de inteligencia. Es un fino estratega y lo apuntan como el principal lobbista de Carlos Slim, el ser humano más poderoso de la Tierra que tiene la friolera de 74 mil millones de dólares. Eso también le abre la puerta del departamento de negocios globales que pilotea Felipe González, el socialista obrero ex jefe del gobierno español.
Las elecciones, como siempre, despejarán varias incógnitas. La más grande es saber si el cristinismo podrá pilotear el barco sin chocar de frente contra el peronismo, como ocurrió durante la primavera camporista. En el entorno ideológico de Cristina dicen que la vetusta estructura del PJ no le sirve, que en las encuestas ella mide mucho más que ellos. Las sospechas mutuas siguen vigentes. Por eso Hugo Moyano no quiso jugar de visitante en Huracán, igual que la mayoría de los poderosos caciques del Conurbano. La ortodoxia doctrinaria tiene miedo de que cierren el PJ por cambio de rubro y los dejen afuera. Esa desconfianza abre trincheras y resucita fantasmas. No hay nada más importante que evitar que la historia se repita. Para que no sea comedia ni tragedia.