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Argentina año verde

La marea verde que copó el Congreso cambió y se mudó a Comodoro Py. Pero puede terminar en la City.

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—¿Va presa? –le pregunto a Carla.
Estoy sentado frente a la compu, terminando mi columna política, pero me falta el dato más importante de todos, el que me convertiría en el analista político ideal.
Carla está chequeando el Whatsapp en su teléfono. Le está llegando información sobre nuevos arrepentidos.
—Depende –responde, sin sacar la vista de su teléfono.
—¿Depende de qué? –pregunto.
—De si el Gobierno prefiere confiar en lo que dicen los cuadernos o en lo que dicen las encuestas.
—¿Y qué dicen las encuestas?
—Que con Cristina candidata, Macri es reelecto.
—Pero eso es algo que debe decidir la Justicia, no el Gobierno –corrijo.
—Por supuesto, no hay que confundir las cosas –dice Carla–. Es como confundir lo que decide Angelici con lo que decide la AFA. ¿Cómo podemos pensar que el presidente de Boca incide en lo que le pasa al fútbol argentino? ¿Cómo podemos pensar que el Ejecutivo incide en las decisiones que toma la Justicia? ¡Por favor!
—Estás siendo irónica…
—Pará de descubrir cosas, Sherlock Holmes…
—Bueno, al menos no necesito que se arrepienta nadie para descubrir las cosas –me defiendo.
—Si hay algo que reconocerle a Cristina, es que no se arrepiente de nada –admite Carla.
—Por ahora…
—En eso tenés razón. ¿Te imaginás si al final se terminan arrepintiendo todos, inclusive Cristina?
—¿Quedarían todos libres? –pregunto–. ¿Qué se hace en esos casos? ¿Palmadita en el hombro? ¿Se dice “todo bien, un error lo tiene cualquiera” y ya está?
—Supongo que en ese caso entraría en juego otra pregunta –explica Carla.
—¿Cuál? –pregunto.
—¿Dónde está la guita?
—¿Vos decís que si aparece la guita ya no tendríamos que pedirle prestado al FMI? –pregunto–. ¿Que si la devuelven, el dólar volvería a costar 15 pesos? ¿Que bajarían los precios, las tarifas, el gas, la luz, el transporte?
—Ese es el problema –responde Carla–. Por un lado, que la corrupción es escandalosa. Por otro, que no salpica solo al kirchnerismo, que hay una cuestión estructural con la patria contratista, de la que el grupo Macri forma parte desde hace muchos años. Y finalmente, que termina tapando todos los problemas económicos que existen hoy.
—¿Y qué es más importante? ¿Que aumente el dólar o que aumenten los cuadernos?
Carla levanta la cabeza. Por primera vez saca la vista de su celular, de su iPad y de toda pantalla de un dispositivo electrónico móvil y se queda con la mente en blanco, mirando la pared.
—Tu nivel de análisis es pésimo y las conclusiones a las que llegás son lugares comunes de lo más vulgares –dice Carla, tras quedarse callada un rato–. Pero debo reconocer que, tras insistir mucho, a veces hacés buenas preguntas.
—Y podría seguir. ¿Por qué dejamos de hablar de los aportantes truchos justo cuando todas las pruebas llegaban a María Eugenia Vidal y hasta el propio Macri?
—Dale, seguí que venís bien –insiste Carla.
—¿Y el tema de la obra pública salpica solo al kirchnerismo? ¿O también involucra al macrismo? ¿Y el tema del financiamiento de campaña?
—Muy bien, ya casi parecés periodista.
—Gracias, sos muy amable –digo–. Lo que no termino de entender es qué va a pasar con las elecciones. Supongo que Cristina se va a presentar, ¿no? ¿Y qué va a pasar con el peronismo? ¿Va a haber unidad?
—En el PJ hay consenso –responde Carla–. Luis Barrionuevo dejó de ser el interventor y volvió José Luis Gioja. Conclusión: su presidente sigue siendo un militante a favor del aborto clandestino.
—¿Vos creés que el tema del aborto va a tener alguna incidencia en las elecciones? –pregunto–. Porque supongo que sí, pero es probable que esté muy tapado por la marea verde que tengo en casa.
—Mmm… lo dudo. Un poco tal vez sí. Es probable que haya gente que no quiera tener tanta percha colgada en el Senado.
—Tal vez a alguien no le guste tener senadores que voten proyectos que no leyeron –opino–. O que se pregunten qué hubiera pasado con Vivaldi o Mozart si sus madres hubieran abortado.
—Sí, es verdad –concluye Carla–. Pero creo que si sigue aumentando todo, si sigue habiendo tanta gente sin laburo, es muy probable que la única marea verde que importe de verdad sea la que tiene la cara de los próceres estadounidenses. Y se sabe que la ola verde está de fiesta.