¡Cuánto hacía que no circulaba esta idea loca, ahora refundada por la visita empresarial de Clinton! Las banderas argentinas que flamean desde mayo y las que se suman por el Argentina-Nigeria que hoy paraliza al país son el fondo idílico para sus optimistas declaraciones: ¡la Argentina será la próxima potencia! En el bar donde ceno con mi familia, la tele me ofrecen su imagen retitulada (ya que no su audio) mientras hojeamos (suegros incluidos) una revista Cosmopolitan muy subida de tono que promete 50 tips para explorar la zona sur de él (sic).
Ambas zonas sur, ambas promesas de alegría y de placer, se me mezclan en la pantagruélica cena. Me dan ganas de gritarle a Clinton: “¡Sí, tenés razón! ¡Argentina diecinueve carrozas! ¡El único país del mundo no afectado por la crisis porque hizo bien las cuentas!”.
Pero es un poco difícil de creer. El propio Clinton –tal como publica Le Monde– fue quien inauguró en su país eso de poner a los bancos en el Ejecutivo, mediante los famosos “cafés de trabajo” en la Casa Blanca, a los cuales eran invitados los aportantes más generosos de su campaña de reelección. Unos cafecitos que pueden haberle costado al mundo millones de dólares. Así, informalmente, los líderes de los bancos y entidades financieras se cruzaban con los miembros del Ejecutivo responsables de regular sus actividades cuasi delictivas.
Ahora Europa, en vez de aceptar la crisis del modelo y asumir con coraje que este capitalismo se morfa su propia cola, en vez de apostar a un modelo diferente que aún no tiene nombre, decide anunciar por boca de Merkel, de Zapatero, los viejos nuevos ajustes: despidos masivos y recesión. ¿En qué curva azarosa y demoníaca se supone que eso sea una solución para los pueblos?
¿Cómo se vive en las pantallas argentinas la desbocada versión de Clinton? Como si todo eso fuera una cosa loca que les pasa a los países que no tienen recursos naturales, y que la Argentina es el próximo paraíso donde invertir la plata que estos especuladores logren hacer huir del cataclismo.
No sé si es la Cosmopolitan que ameniza la velada, o el azul Lewinsky del vestido de Cristina. Pero el show se me antoja muy bizarro.