Llegan nuevas autoridades a Arsat, y ese hecho propone un nuevo rumbo de nuestra importante empresa nacional.
Cuando en 2006 impulsamos, por ley 26.092, la creación de Arsat lo hicimos con el objetivo de tener una estructura legal y útil que resguarde las posiciones orbitales que tiene Argentina (71.8- O y 81-O), y también para poner en marcha un modelo industrial de desarrollo que construya y comercialice satélites geoestacionarios. Proyecto audaz para esos tiempos en que recién salíamos de la fuerte crisis del 2001. Recuerdo tener que explicar en la Cámara de Diputados la importancia de contar con este estratégico activo nacional que nos colocaba en la vanguardia de aquellos países, solamente ocho, que podían fabricar satélites. Era el inicio de una nueva mirada nacional sobre la tecnología.
Arsat fue pensada como parte de la recuperación del Estado en su papel de articulador de políticas, que tienen que ver con lo que Argentina precisaba y no hacía.
En virtud de esta ley y su mandato se construyen los satélites Arsat 1 y Arsat 2, junto a la empresa rionegrina Invap, ambos con comprobadas capacidades técnicas y que se comercializaron adecuadamente. En 2015 se sanciona la ley 27.208/ Desarrollo Satelital Argentino, que establece como de interés y prioridad nacional el desarrollo de la industria satelital y esa misma ley aprueba, en su artículo 1, un plan satelital para 2015/35 mostrando así una vocación estratégica, una clara decisión de planificar con tiempo y expresando una política de Estado a continuar cualquiera fuese el gobierno y su identidad política.
Hasta ahí, un país. Un proyecto satelital valioso. Una regulación que le daba certidumbre de continuidad.
Pero “pasaron cosas”. Llega un nuevo gobierno y suspende la construcción del satélite Arsat 3, se detiene el Plan Satelital Geoestacionario, se exploran fuentes de financiamiento privado y extranjeras para que produzcan lo que fue establecido en un marco estrictamente nacional y se deja de proteger a la empresa Arsat en virtud de una política aperturista, que la obliga a competir en forma desfavorable y con debilidad ante fuertes empresas extranjeras y con este concepto de libre mercado se deja de lado la custodia de la soberanía satelital del país. Ingresan 15 satélites extranjeros a brindar coberturas en nuestro espacio y se abre comercialmente la banda Ka de frecuencias, que es la que permite internet satelital y es un área de desplazamiento de contenidos. Destaco que los satélites permiten cursar llamadas telefónicas, transportar contenidos audiovisuales, supervisar datos a las temperaturas de los océanos, cuidar la vegetación, controlar gases de efecto invernadero, predecir hambrunas, medir intensidades de tormentas y huracanes. En el caso previsto para el Arsat 3 se pensaba llevar internet satelital a 13 mil escuelas rurales.
Es decir, son parte vital de un nuevo universo de las comunicaciones, la información y las nuevas tecnologías.
La unidad Arsat/Invap demanda la oferta de más de trescientas Pymes proveedoras y satisface trabajo profesional y laboral de cientos de profesionales, técnicos y empleados vinculados al área.
Lo que pasó, pasó. Estos cuatro años últimos no quedarán en la memoria feliz de quienes apuestan al desarrollo industrial/tecnológico desde el mundo satelital. Sería útil conocer algunos temas, de la anterior gestión, como aclarar si existió un contrato con la empresa de EE.UU. Hughes Network Systems y una sociedad con ellos denominada Newco, lo que pondría en peligro nuestra posición orbital y qué ocurrió con el alquiler de un satélite a la empresa SES.
Lo importante es que nuestra empresa de alta valoración tecnológica se pone en marcha. Ahora se trata de que el Estado Nacional otorgue la mejor disposición para que Arsat cumpla su cometido y también amplíe su accionar en el mundo de las telecomunicaciones y la producción digital.
*Diputado Nacional MC. Presidente Comisión de Comunicaciones e Informática 2003/07. Río Negro.