COLUMNISTAS
TECNICOS QUE DURAN CADA VEZ MENOS

Así, vamos para atrás

La fecha del Apertura que comenzó ayer nos entrega un torneo sin dos de los entrenadores que lo comenzaron: Claudio Ubeda dejó de ser el técnico de Huracán tras la derrota con Gimnasia de Jujuy hace una semana, y el miércoles, Roberto Sensini decidió abandonar Estudiantes, después del 1-1 de local con San Martín de Tucumán.

1107fucks
|

La fecha del Apertura que comenzó ayer nos entrega un torneo sin dos de los entrenadores que lo comenzaron: Claudio Ubeda dejó de ser el técnico de Huracán tras la derrota con Gimnasia de Jujuy hace una semana, y el miércoles, Roberto Sensini decidió abandonar Estudiantes, después del 1-1 de local con San Martín de Tucumán. Decir que es injusto es casi una obviedad. En ambos casos, porque recién van seis fechas. En cualquier país del mundo futbolero evolucionado, faltaría casi un año de competencia. Acá no; quedan trece fechas y ya –tanto Huracán como Estudiantes– podrían quedar sin chances de salir campeones ahora mismo. O sea, transitamos un torneo en el que sólo interesa el que llega primero a diciembre, porque las copas, las promociones y los descensos se definen a mediados de 2009.
En la situación particular de Ubeda, basta recordar que al Globo llegaron 15 jugadores (dos arqueros, cuatro defensores, cuatro volantes y cinco delanteros) y que de la temporada anterior sólo quedaron Rudniezky, Goltz, Monzón, Nadal, Cura, De Federico, Alan Sánchez, Arano, Leandro Díaz, Toranzo y Pastore. Es el tercer DT que se le va a Huracán en un lapso relativamente corto. Primero fue Mohamed, después Ardiles y ahora Ubeda. Los dos primeros –ídolos del club– pegaron portazos y acusaron al presidente Carlos Babington de malos manejos. Ubeda fue cuestionado por una caída con Racing pero, en líneas generales, era respetado por los hinchas.
Entonces, ¿por qué se fue? La primera lectura –suponemos– es que Huracán llegó al comienzo de esta fecha último con un punto. La segunda no la encuentro. Se jugaron seis jornadas, al Globo le trajeron quince jugadores nuevos… No hay DT en el mundo que pueda armar un equipo en tan poco tiempo. Recuerdo a Carlos Bianchi cuando obtuvo el Clausura ’93 con Vélez y el Apertura ’98 con Boca, en el primer torneo que dirigió. O el Pelado Díaz en San Lorenzo. O Miguel Brindisi en Independiente ’94, donde ganó Clausura y Supercopa el mismo año de su llegada.  No mucho más.
¿Qué pretende una dirigencia que trae 15 jugadores nuevos? ¿Qué el equipo funcione como el Ajax de Rinus Michels? Por traer entre 15 y 20 jugadores cada temporada –por citar otros casos paradigmáticos–, Quilmes está hoy en la B Nacional, tras haber jugado la Copa Libertadores con Matías Almeyda y Nelson Vivas como titulares. Babington debería tomar como ejemplo a Bianchi, no a Quilmes. Pero está haciendo lo de Quilmes. La salida tan rápida de Ubeda muestra un desconcierto muy peligroso para un club como Huracán, que aún no tiene su permanencia en Primera totalmente asegurada. Estos apresuramientos terminan muy mal. Me dirán que Ubeda se fue. Es más, el presidente aclaró: “Renunció indeclinablemente y no hubo caso”. Seriamente, si Babington hubiese querido, hoy el bueno de Claudio estaría al frente del Globo. Hay un claro desmanejo del fútbol profesional y no se va a arreglar porque venga otro técnico. Por lo menos, no va a corregirse inmediatamente. En la temporada anterior, y después de mucho sufrir, Huracán había encontrado un equipo competitivo que hoy ya no tiene. Y cuando a una institución le pasa esto, es porque las cosas están mal.
Estudiantes es otro caso. Tiene un estamento dirigencial, como todos los clubes, pero también tiene otro intermedio entre la CD y el plantel profesional, que se llama Juan Sebastián Verón. Y después de la Bruja, están el cuerpo técnico y el resto de los jugadores. Leandro Lázzaro, por ejemplo, le cayó simpático a Verón en un partido exhibición en San Luis. Entonces, fue a Estudiantes. Más tarde, le cayó antipático a Verón porque no quiso jugar contra Tigre, su ex equipo. Y Lázzaro no jugó más. O sea, más allá de que Sebastián se ofenda o amague con irse, la realidad es que influye.
Sensini renunció tras el partido contra San Martín, después de que la gente lo insultó y le pidiera un “fútbol más ofensivo”. Y se le pedía esto en un partido en el que Sensini dispuso un 3-4-3. Estudiantes se puso 1-0 y San Martín le sacó la pelota y empezó a presionarlo. Sensini mandó a la cancha a Cellay por la Gata Fernández para armar una defensa de 4 y tratar de recuperar la pelota. Lo logró en parte, porque Andujar se comió un gol en una pelota aparentemente fácil y los tucumanos empataron. Entre el insulto hacia Sensini de parte del sobredimensionado Gata Fernández (“siempre me sacás a mí, la c… de tu m…”), la idea errónea de la gente, el discurso paupérrimo que baja la mayoría de los periodistas de fútbol (plantear un juego tan rico como el fútbol “ofensivo” y defensivo” es de una pobreza intelectual que aterra) y algún problema interno, hicieron que Sensini se fuera a cuidar sus campos en las cercanías de Rosario y le tirara el equipo por la cabeza a los dirigentes y a Verón.
La Bruja, mientras tanto, fue inocuo: “Roberto es un gran tipo, pero cuando las cosas no funcionan, el fusible que salta es el técnico”. O sea, la nada misma. Eso, viniendo de Verón, es falta de apoyo. Igualmente, decir que Sensini se fue por Verón sería injusto.
Vamos a ver cómo sigue esta neurosis. Borghi, Simeone, Vitamina Sánchez, Llop, Oldrá, Labruna... cualquiera puede ser eyectado en cualquier momento. Sin embargo, me niego a aceptar tamaño nivel de ignorancia y locura. Seis fechas no es tiempo suficiente para evaluar el trabajo de ningún entrenador. En cambio, se puede evaluar el de los dirigentes y el de los hinchas que presionan a niveles insospechados.
Ahí, el fútbol argentino va para atrás