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Asiadependencia

Si bien las exportaciones del Brasil al mundo crecieron fuertemente en estos años, no ha sucedido lo mismo con el PBI, hecho que ha motivado que el presidente Lula haya puesto como objetivo central a alcanzar durante su segundo mandato la expansión de la economía de su país.

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Si bien las exportaciones del Brasil al mundo crecieron fuertemente en estos años, no ha sucedido lo mismo con el PBI, hecho que ha motivado que el presidente Lula haya puesto como objetivo central a alcanzar durante su segundo mandato la expansión de la economía de su país. Tal circunstancia ha llevado a que en la Argentina algunos alienten la esperanza de que en adelante Brasil pueda constituirse en la locomotora económica del Mercosur, del mismo modo que, en oportunidades, lo fueron los Estados Unidos para el mundo o Alemania para la Unión Europea.
Cuando a fines de la década de los años 80 la Argentina tomó la decisión de integrarse económicamente con Brasil lo hizo con los ojos puestos en las oportunidades que, para nuestro agro, ofrecía el mercado de este país, pero lo sucedido desde entonces estuvo lejos de atender tal esperanza.
Las exportaciones de la Argentina al Brasil en el año 1990, el previo a la puesta en marcha del proceso de formación del Mercosur, significaron el 12% de las totales realizadas al mundo, hasta subir al 31% en el año 1997. Pero, a partir de esta fecha, se quiebra la tendencia bajando el porcentaje al 18% en el año 2006.

Exportador. La realidad es que Brasil se convirtió en estos años en un formidable exportador de alimentos, desde la soja hasta las carnes vacunas, porcinas y de aves. Y además, tampoco es fácil venderles a ellos, ya que existen instrumentos no arancelarios que lo dificultan. Por ejemplo, las empresas brasileñas que deseen importar desde cualquier país del mundo deben contar desde octubre de 2004 con una autorización llamada RADAR. Para lograrla, las empresas no deben tener deudas fiscales, afirmación que puede dar lugar a una inspección de verificación, cosa que ninguna firma desea. Además, las empresas que quieran comprar en el exterior deben anunciar con seis meses de anticipación su intención declarando el valor de las mercaderías que piensan introducir, y afirmar que cuentan con los recursos financieros necesarios para hacerlo.
El amigo. Pero además se conocen casos de exportadores argentinos que lograron establecer una buena corriente de negocios con el Brasil, pero lo fue hasta que la aduana brasileña comenzó a dificultar sus despachos. La solución fue instalar una planta en Brasil, dejando de exportar desde la Argentina.
Es sabido que las empresas extranjeras, aun las de países del Mercosur, tienen dificultades para abrir oficinas comerciales operativas en Brasil. Un fabricante argentino de autopartes, en diciembre de 2006 comentaba a un diario local que estaba ganando dinero en Brasil gracias a la actual paridad cambiaria, pero agregó: “Para ingresar al mercado de Brasil hay que asociarse con un brasileño, de otro modo, no existís”.
Regiones. Sin embargo, hay buenas noticias en otras regiones del mundo, como que en los últimos años ha aumentado el consumo de alimentos en países como China, India, los del Asia Pacífico, Africa y el Cercano Oriente. A esto se suma ahora que el aumento del precio del petróleo determina un uso creciente de granos para la producción de sustitutos, como el etanol y el biodiésel.
Este último fenómeno hace que hoy día se tema que la superficie de tierras que crecientemente demanda la producción de sustitutos del petróleo pueda reducir la de alimentos, en perjuicio de los consumidores, sobre todo de los de menores recursos.
Sobre este tema, en 1980 el Institut National de la Recherche Agronomique (INRA) de Francia sostenía que en la CEE, para sustituir el total del consumo de gasolina se hubiera requerido a esa fecha el alcohol derivado de 125 millones de toneladas de azúcar de remolacha. La producción anual de este producto era entonces de 12,5 millones de toneladas que, de convertirse en su totalidad en alcohol, hubiera alcanzado para atender el 10% de las necesidades en gasolina. Para esos años, en la CEE se destinaba a la producción de remolacha el 0,4% de la tierra arable, por lo que, para sustituir toda la gasolina que se consumía, hubiera sido necesario destinar a este cultivo nada menos que el 40% de la tierra arable.
Por todo esto, no parece probable que el Brasil se vaya a convertir en la locomotora que impulse el desarrollo de nuestro país, correspondiendo más bien este papel a la creciente demanda de alimentos en Asia, además de la de granos para sustituir petróleo, todo esto en otras zonas del planeta. *Ex secretario de Comercio Exterior. Director de la Fundación BankBoston del Instituto para el Desarrollo de Consorcios de Exportación.