COLUMNISTAS
La lengua argentina

“ATR”; “¿Cómo dice?”

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Chicas bravas. Uno de los videos con mujeres que se exhiben “a todo ritmo”. | youtube

Por supuesto que, en gran parte, uno entiende lo que le dicen por el contexto: eso de lo que se está hablando, o eso que se está viendo, o eso que se está escuchando por fuera de la conversación de la que se trate. De no ser así, nos quedaríamos perdidos –por ejemplo– en muchos parlamentos de la serie española “La casa de papel”, con su dialectalismo (madrileño, andaluz; depende del personaje) tan marcado.
Y eso pasa también, es notorio, cuando se cruzan dos (o más) generaciones en una conversación. Pero, qué quiere que le diga, hay expresiones que parecen encriptadas. Expresiones que el contexto no logra sacar de su opacidad.
Desde hace un tiempo, algunas conversaciones en las redes sociales y en la calle han empezado a alardear de la sigla ATR. ¿Que qué es?
ATR es abreviatura de “a todo ritmo”. Sin pretensión de exactitud, ciertas fuentes periodísticas sostienen que la frase surge del título que se le dio en español a una serie de Disney (“Shake it up”) emitida en Estados Unidos entre 2010 y 2013 y cuyo tema musical (parece) tuvo éxito entre algunos jóvenes.
Pero lo que se sabe por cierto es que la sigla aparece en distintos videos –especialmente, femeninos– de YouTube: “las chicas atr”, entre otros. Y se repite en tuits –de todos los géneros–: “empecé el 2018 re atr y ahora estoy re de baja”, “Hoy es un domingo ATR”, “díganle que me dolió pero yo sigo atr”, entre otros.
Con un sentido bastante prosaico (porque ATR o a todo ritmo significa, en efecto, ‘a todo ritmo’ o ‘estoy activo’ o ‘con toda la energía’), se usa asimismo para dar un acuerdo enfático ante una invitación (“—¿Vamos a bailar? —ATR”). Al menos, eso responden algunos de los jóvenes a los que he sometido a un breve cuestionario sobre el asunto.
El punto que quisiera hacer aquí, con todo, es el de los compartimientos (más o menos) estancos. Si se admite que el dialecto madrileño (o el andaluz) está en un compartimiento y el dialecto argentino en otro, si se admite que las expresiones privativas de los adultos están en un compartimiento y las privativas de los jóvenes, en otro, ha de admitirse que ciertas palabras prefiguran algunos espacios sociales (y se distancian de otros).
No todos los jóvenes usan ATR. Tal cual muestran los videos de YouTube, las chicas que se autodenominan atr proclaman su procedencia villera. Como si atr fuera un término de su propiedad –una especie de marca registrada–, la protagonista del video “las chicas atr primer parte” lo emplea para expresar algo sumado a lo que me dicen que significa: “Estoy atenta. Cuidado conmigo”, o más aún, “Tengo toda la energía necesaria para atacar si hace falta”. Mientras juega con un arma –tal vez casera– de caño largo. Y mientras suena una cumbia de fondo.
Dicho esto, cabe anticipar que el empleo de ATR puede, perfectamente, extenderse. Primero, como parodia (de hecho, otro video reproduce –con sorna– el de las chicas villeras). Después, como costumbre. Y es que las paredes de esos compartimientos que metaforizo son, digamos, porosas. Individuos de distintas nacionalidades se entremezclan. Se mezclan entre sí individuos de distintas edades. Los distintos espacios sociales tienden puentes comunicantes entre ellos.
Le dejo a algún especialista el análisis de la violencia explícita que hay en el juego de las armas y el gesto desafiante del primer video y el de la violencia implícita que hay en la burla de la parodia, en tiempos en que el bullying se denuncia. Prefiero detenerme en otro aspecto.
Estoy convencida de que la porosidad de los compartimientos de los que vengo hablando es positiva, en la medida en que permite el enriquecimiento que da la variedad. Pero no estoy tan segura de que la difusión de estas expresiones muletilla –como ATR– que solo pueden entenderse por contexto (y, a veces, ni siquiera eso) sea positiva. Porque –creo– van vaciando de contenido (imperceptiblemente) la comunicación. Provengan de donde provinieren.

*Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.