Desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño, hace 25 años, ha habido considerables mejoras a nivel mundial. Su importancia se reconoció desde el principio y se convirtió en el tratado sobre derechos humanos más rápida y ampliamente ratificado en la historia: ha sido adoptado por 194 estados, mostrando un incomparable nivel de acuerdo entre las naciones del mundo en el hecho de que los niños deben ser respetados y bien tratados, y sus derechos son prioritarios e inalienables.
La Argentina en particular puede enorgullecerse por los muchos avances conseguidos en materia de derechos de la niñez y la adolescencia en este tiempo.
En materia de salud, por ejemplo, se logró reducir la mortalidad infantil a más de la mitad, y la mortalidad materna en un 37%. Políticas como la ampliación y gratuidad del calendario de vacunación y la asignación universal por embarazo, con sus requisitos de controles obligatorios, contribuyeron a estos logros.
En el área de educación, Argentina lidera en la región al establecer la obligatoriedad de 13 años de escolaridad. Desde la aprobación de la Convención hubo un incremento significativo de los recursos públicos destinados a educación que impactó a su vez en un incremento del 24% de la matrícula en la educación inicial, la casi universalización de la escuela primaria y un aumento del 61% de la asistencia a la escuela secundaria.
La protección de la infancia se ha impulsado con la sanción de leyes que brindan nuevas oportunidades a los niños del país y enmarcan las diversas situaciones que atraviesan. La Ley Nacional de Protección Integral, inspirada en la Convención, brinda un marco global para otros ajustes normativos específicos y desarrollos de políticas públicas, como las reformas implementadas en el recientemente aprobado Código Civil y Comercial unificado. Del mismo modo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual protege y garantiza los derechos comunicacionales de los chicos, chicas y adolescentes del país.
La asignación universal por hijo es otro hito importante en estos 25 años, que contribuyó a reducir la desigualdad y la cantidad de niños, niñas y adolescentes con necesidades básicas insatisfechas. De hecho, en estos 25 años ese índice se redujo 61%, y el gasto público social nacional dirigido a la niñez prácticamente se duplicó.
Sin embargo, aunque debemos reconocer y celebrar estos logros, son muchos también los pendientes que tenemos por delante. En este sentido, Argentina enfrenta todavía importantes desafíos, entre los que es necesario destacar la necesidad de reducir la tasa de mortalidad materna y la tasa de prematurez, que es la principal causa de muerte infantil en Argentina. Es necesario también reducir la desigualdad entre las provincias, que se manifiesta en indicadores como la tasa de abandono en la escuela secundaria y las tasas de mortalidad materna e infantil.
Consolidar los avances y garantizar que la protección social llegue a todos los chicos y chicas del país constituye uno de los principales retos para los próximos años. Asimismo, es prioritario garantizar la asistencia y permanencia en la escuela secundaria, recibiendo una educación de calidad, particularmente para los grupos en situación de mayor vulnerabilidad. Finalmente, proteger a los niños, las niñas y los adolescentes contra las situaciones de violencia y discriminación a las que están expuestos en el hogar, la escuela y la comunidad es un deber de todos como sociedad.
Los avances conseguidos en estos 25 años de la Convención muestran que no estábamos equivocados cuando decidimos hacer explícitos los derechos de los niños y niñas, y los convertimos en la matriz rectora del trabajo por la infancia. Continuemos este esfuerzo conjunto y celebremos el próximo aniversario con más metas alcanzadas.
*Representante Unicef Argentina.