El 28 de junio la mayoría del pueblo argentino, con su voto, le dijo basta a un proyecto político que ha llevado a nuestra Nación a una situación de crisis tal que hace necesario avanzar con urgencia en pos de la concordia nacional.
Los cultores del odio como herramienta política han sido derrotados por decisión del pueblo. Las víctimas del terrorismo no les hablamos a ellos: no saben escuchar. Es necesario que la clase dirigente que los suceda tome nota de que buena parte del hartazgo de la sociedad hacia los Kirchner se funda en su exaltación constante de la confrontación. Para contrarrestar tanta división incitada y para que volvamos a tener una esperanza de paz y trabajo, es necesario llamar desde hoy a la concordia entre los argentinos.
La historia debe ocupar el lugar que hoy le han dado a la “memoria”. En la Argentina de los 70, enfervorizados por el avance del marxismo a nivel mundial, y antes del desplome de los “socialismos reales”, varias organizaciones “político-militares”, integradas por argentinos y con el manifiesto apoyo y financiamiento de la Cuba de Fidel Castro, pretendieron llevarnos a sangre y fuego, y terror, hacia la “dictadura del proletariado”. No fuimos la excepción en el continente, ni aun en el mundo. A ellos nada les importó que los gobiernos que enfrentaban fueran constitucionales o de facto. Eran gobiernos “burgueses” a reemplazar por las elites “esclarecidas” que ellos decían ser.
El único argentino que fue electo tres veces presidente de la Nación y el único que obtuvo, en la última de esas elecciones que ganó, un porcentaje abrumador de votos (el 62% de los sufragios) fue el general Juan Perón, fundador del movimiento al que los Kirchner dicen pertenecer. Creemos necesario que los argentinos jóvenes conozcan (y los de mayor edad recuerden) cuál era el pensamiento de Perón sobre las dos más significativas de estas organizaciones que lo desafiaron, y junto a él al pueblo, con las armas: el Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros.
Respecto de los primeros, en enero de 1974, en oportunidad del intento de copamiento de la guarnición militar de Azul, en donde entre otros crímenes secuestraron a mi padre, el teniente coronel Jorge Ibarzábal (quien permanecería secuestrado durante 300 días y finalmente sería asesinado), Perón afirmó: “Teniendo en nuestras manos las grandes banderas o causas que hasta el 25 de mayo de 1973 pudieron esgrimir, la decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz y el repudio unánime de la ciudadanía hará que el reducido número de psicópatas que van quedando sean exterminados, uno a uno, para el bien de la República” (carta a los integrantes de la guarnición militar Azul, enero de 1974).
A los montoneros, que se decían y se dicen peronistas, cuando los echó de la Plaza de Mayo y del movimiento que lideraba, el 1° de mayo del mismo año, los calificó para siempre como “infiltrados, traidores y mercenarios”, al anunciar desde el balcón de la Casa Rosada que “vendrán para el pueblo argentino días de liberación… no solamente del colonialismo que viene azotando a la República hace tantos años, sino también de estos infiltrados que trabajan adentro, y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar que la mayoría de ellos son mercenarios al servicio del dinero extranjero”.
Las víctimas de los “psicópatas” y de los “mercenarios” no estamos alimentados por el odio. Creemos que la violencia política de los 70 es un hecho trágico del pasado que no debe seguir deteniendo el presente y el futuro de los argentinos. Hacemos un llamado a pensar un futuro que no repita los enfrentamientos entre compatriotas. Llamamos a los dirigentes del post kirchnerismo a terminar con los odios y a construir la concordia desde hoy. Pero si ello no se concreta, seremos los primeros, con la fuerza de nuestro dolor, en reclamar que la verdad completa conduzca a la justicia para todos.
*Presidenta Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Terrorismo en Argentina (Afavita).