Fotomontaje. Cristina Fernández de Kirchner, como esculpida por el enorme Miguel Angel.
Algo raro debe estar pasando en la Casa Rosada. Tal vez los nutricionistas presidenciales deberían darse una vuelta por la cocina para verificar si los portobellos y champignones grillados que tanto le gustan a Cristina no estarían un poquito pasados la última vez. Escuchen este desopilante diálogo entre la Presidenta y Carlos Zannini, su fiel secretario de Legal y Técnica, a la vez que su principal asesor intelectual. Ocurrió el viernes, a primera hora de la tarde, en el patio Manuel Belgrano:
—Si yo me parara mañana y se abrieran las aguas del Río de la Plata y llegara caminando a Uruguay, algún diario monopólico diría: “Se supo, Cristina no sabe nadar” –se le ocurrió decir a la Señora.
—Te aclaro que el titular de mañana no sería ése sino: “Bíblica, Cristina se comparó con Moisés” –aportó el “Chino” Zannini, en pleno acto oficial por el Día de la Soberanía.
—¡Ay, este Carlos! Tiene el mismo humor ácido que Diego Capusotto.
Pasemos por alto el hecho de que ambos altísimos funcionarios se equivocan de pe a pa. Si algo así llegara a ocurrir, el título de un diario como PERFIL hubiera sido: “La Presidenta confundió el Río de la Plata con el Dique San Roque y la zona residencial de Villa Carlos Paz con el Uruguay”. (Igual le damos la razón y reproducimos el título sugerido en esta nota, y entrecomillado)
Tampoco nos pongamos pesados al punto de negarles el derecho a divertirse un poco. El ejercicio del poder suele ser un factor terriblemente estresante, más aún en nuestro país. Y vaya si se nota.
Claro que de ahí a acusar a un medio, por más poderoso que éste fuera, de impedirle ser tan grande y mítica como quien, según el Antiguo Testamento, liberó al pueblo judío de la bestialidad de los faraones suena, al menos, desproporcionado.
La obsesión de los Kirchner por ser exhibidos en la prensa audiovisual o escrita como lo que nunca fueron (ya sea combatientes contra la dictadura o vívidas reencarnaciones de Manuel Dorrego o, ahora, profetas semidivinos) pareciera haberse consolidado ya como política de Estado. En sólo dos semanas, avalaron los bloqueos a la distribución de diarios y revistas promovidos por los camioneros moyanistas; se pelearon en público con celebrities televisivas para establecer que en la Argentina se puede andar muy tranqui por la calle; avanzaron dos casilleros, de la mano del telenovelesco Guillermo Moreno, hacia el control total de la principal fábrica de papel de diarios; establecieron, con la flamante Reforma Política, duras sanciones para aquellos medios que emitan mensajes electorales partidarios más allá de los asignados por el Estado durante las campañas, así como encuestas ocho días antes de las elecciones, aunque sin aclarar quién evaluará qué clase de información podrá ser considerada “partidista” y cuál análisis político, una encuesta encubierta.
Más a tono con los modales del filisteo Goliat que con los del hebreo Moisés, dejaron que pasara casi inadvertida la justa despenalización de las calumnias e injurias, un delito que, vaya casualidad, suele desprenderse últimamente con más frecuencia desde los medios controlados o comprados por el Gobierno que desde la prensa crítica.
Vienen siendo las encuestas, precisamente, el aspecto de la política que más descoloca a los Kirchner. No pueden creer que los guarismos de impopularidad sigan tan altos, mientras creen estar promoviendo medidas sociales que deberían mejorarles la imagen pública. Tal vez deberían entender que las agresivas alegorías al estilo Moisés les juegan en contra: nadie quiere hoy que lo guíen hacia un éxodo larguísimo, en busca de una Tierra Prometida que cuesta muchísimo imaginar desde la beligerancia y el malhumor permanentes.
El semanario kirchnerista Debate acaba de publicar un sondeo según el cual la mayoría de la clase media respaldaría al oficialismo en 2011 si el Gobierno tomara las medidas correctas. En este contexto de puños apretados, más bien parece un gag de Zannini... Sorry... De Capusotto.
* Secretario general de redacción. Autor del libro Patria o Medios, recién editado por Sudamericana.