COLUMNISTAS

"Blando"

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Videla se murió un 17 de mayo, día de la Armada argentina. Una burla de la historia morirse el día del arma de tu peor enemigo interno: Emilio Eduardo Massera. En esa interna que atravesaron Videla y Massera se jugaban los proyectos de poder de cada uno.

“Los duros y los blandos”. Entre los duros, Massera, Suárez Mason, Saint Jean, Camps. Del lado de los “blandos”, Videla, Martínez de Hoz, Menéndez. Se acusaban en privado y en público, responsabilizaban al otro de las atrocidades que compartían. Se repartieron los cargos, los planes, los ministerios. Cada uno, desde su rincón elegido, atacaba al otro. Y en ese ataque mataron a miles. Uno de ellos, Elena Holmberg, hija de una familia patricia, diplomática de carrera con importante llegada a los círculos castrenses. Una mujer frontal, decidida, devota de su deber. La Holmberg, como la llamaban los marinos, estaba convencida de su misión por salvar la imagen del país que ella creía avasallada por una campaña antiargentina que no eran sino las denuncias que se acumulaban en el exterior sobre las permanentes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos en la Argentina. Así se hizo cargo del Centro Piloto de París, la base elegida por Massera para contrarrestar esa “campaña” y para el despegue internacional de su proyecto político personal: ser presidente cuando él y sus aliados decidieran la apertura democrática. Elena Holmberg vio lo que no debía: las negociaciones del Almirante, de sus enviados, sus conversaciones y sus alianzas. Los enfrentó, confiada en que tenía una verdad que perjudicaba “al gobierno que quería salvar al país”, como ella creía. Amenazó con mostrar las pruebas. El 19 de diciembre de 1978, Elena estuvo en Casa de Gobierno con Videla, hay una foto que lo prueba. Ofició de intérprete entre Videla y el embajador itinerante de Francia. Es probable que haya comentado algo. Ya no lo sabremos. Los marinos la consideraban “gente de Videla” por oponerse a los planes de Massera. Fue secuestrada el 20 de diciembre de 1978 en Buenos Aires y su cuerpo apareció tres días después en el río Luján. Las pruebas que Elena decía tener nunca se encontraron. Las leyendas sobre esas pruebas rondan los pasillos de varios ministerios. Sin embargo, todavía no se hizo justicia. En diciembre de 2012, su caso se presentó en el segundo tramo de la megacausa ESMA.

No festejo la muerte, la muerte no es alegre. Hubiera preferido que Videla respondiera mis pedidos de entrevista sobre Elena Holmberg, que no se llevara sus secretos, que dijera todo lo que sabía para tantas Madres, Abuelas y Familiares. La fe me impulsa a creer que en algún lugar tendrá que dar esas explicaciones. La realidad me indica algo más concreto: Videla murió con sus secretos pero preso y condenado. Y eso lo vimos todos.
 

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*Autora de Elena Holmberg, la mujer que sabía demasiado.