COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Bondades y peligros del ‘condicional de rumor’

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Lenguaje. Los recursos gramaticales mutan velozmente en tiempos de posverdad. | cedoc

Aunque incómodo –suele exceder los límites del buen gusto con algunas de sus apreciaciones– el lector Gabriel Wolf es buen generador de temas para esta columna del ombudsman. Son numerosas las intervenciones de Wolf en estas páginas, e invito a imitarlo a los demás lectores ávidos de respuestas a sus interrogantes sobre notas, títulos, textos, fotos que publica este diario. Y no solo interrogantes: también afirmaciones sobre conductas que pueden estar orillando violaciones al buen ejercicio del periodismo, a la ética en este oficio y a errores en textos o títulos. 

Una vez más, Wolf apunta sobre una contratapa. Es la editada el sábado 20 bajo el título “La renuncia de Alberto”. Y los cuestionamientos de la carta refieren a un tema que ya había abordado en mails anteriores y que fueron objeto de análisis por este Defensor de los Lectores: el empleo del modo potencial o “condicional de rumor” en los textos periodísticos. Este espacio se ocupó de la cuestión no menos de cinco veces en los últimos años, en algunos de los casos cuestionando sin cortapisas ese recurso y en otros puntualizando cuándo es válida y aceptable su aplicación.

Esta vez le toca nuevamente a Jorge Fontevecchia la crítica del lector, que este ombudsman reenvió al autor del artículo, quien omitió dar su opinión. De tal modo, queda en manos de este ombudsman dar una respuesta al lector quejoso. 

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Debo decir que no coincido con él esta vez. El conjunto del editorial aludido muestra coherencia, es comprensible y no deja margen a la duda, por más que se hayan empleado algunos términos, giros y abordajes que molestan al lector. El potencial no degrada la información publicada sino que la instala en un justo punto de análisis. Por cierto, desde el título se trata de una especulación basada en informaciones de público dominio. Si el señor Wolf hubiese leído el artículo completo (algo que parece dudoso, leída su carta) habría llegado a la conclusión de que lo que en esas primeras 47 palabras queda claro no es una novela o una ficción sino una situación dada por hechos comprobables. Concretamente, la renuncia de la ministra de Justicia empujada por el sector de gobierno que somete sus juicios a los de la vicepresidenta, y su reemplazo por un personaje de conducta virulenta (y violenta), alejado de la moderación que Alberto Fernández mostró en los primeros tiempos de su gestión. 

Paulina Brunetti, doctora en Letras y profesora de la Cátedra de Lingüística de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba, se dedica al estudio del discurso periodístico en la actualidad y desde una perspectiva histórica. En un muy interesante ensayo que tituló “El condicional de rumor o periodístico”, señala que “no todos los usos del condicional en la prensa pueden ser considerados como condicionales periodísticos, aun cuando en la titulación de noticias podría conjeturarse que es así al menos con una alta frecuencia. Tampoco el condicional periodístico aparece solo en la prensa”. Y concluye: “Es importante insistir en que el condicional es solo un elemento en un inmenso campo discursivo en el que es posible encontrar múltiples estrategias al servicio de intereses diversos. El periódico es un actor político que actúa no solo como narrador y comentarista sino como participante en los conflictos”, Cita –como cierre de su trabajo– al maestro de periodistas uruguayo Héctor Borrat, hoy con 93 años: “La configuración actual del periódico independiente no le exige que explicite su línea política; sí le exige, en cambio, que anuncie y convalide el trato justo y equilibrado en la información y el pluralismo en la opinión”.

De eso se trata.