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reiteraciones

Botánica y política

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Más allá de si es buena o mala, sesgada o no, la mayor parte de la información que los medios proporcionan sólo viene a confirmar la convicción previa que carga su consumidor. Digamos: si alguien cree que “Clarín miente” o que “Página/12 dice la verdad” (o a la inversa), esto no se debe al efecto de una persuasión que el medio obra a través de lo que dicen sus páginas sino a un acto de convicción o de fe instalado de antemano en el crédulo o incrédulo. Incluso, hasta podría decirse que no son nuestras ideas las que priman a la hora de formular nuestras creencias, sino impulsos más primarios que determinan sensaciones que producen sus efectos en el momento de pensar. Acabo de leer que las plantas poseen métodos de obrar sobre su realidad circundante mucho más sofisticados que los nuestros, ya que poseerían quince sentidos alertas y funcionando, a diferencia de los cinco que nosotros nos preciamos de poseer. Quizá la disputa sobre la entrega del bastón de mando y si Mauri gritó o no gritó a una mujer sola o acompañada ilustre mejor que otros ejemplos acerca del estadio tribal de nuestro país.
Cuando se publique esta columna, el citado nimio acontecimiento bastonil habrá sido resuelto por las buenas o las malas, en el Congreso o en la Casa Rosada o a bordo de un ente extraterritorial como un casino flotante o un plato volador. Luego, los kirchneristas en retroceso comenzarán a interpretar a Macri apropiándose de la vara psiconeurológica del doctor Castro y los macristas a lamentar el estado catastrófico de la cosa pública que los obliga a ajustar al extremo al país. Si el arte produce la ilusión de la posibilidad de una combinatoria infinita de sus recursos, la política sólo ofrece la reiteración de unos pocos, lo que lleva a preguntarnos si –a la larga– los verdaderos artistas de este planeta no terminarán siendo las plantas.