Bueno, basta, está bien, me rindo. Y me rindo porque no aguanto más. Bandera blanca, socorro, llamen a la Cruz Roja hagan algo por favor. Con las mejores intenciones de estar bien informada, voy y leo los diarios y (¡horror!) miro televisión y busco aceleradamente a ver qué es lo que dicen los candidatos precandidatos anticandidatos supercandidatos y etcétera. No sé para qué me tomo tanto trabajo si a la final mire, vea, todos/todas dicen lo mismo. Sería estupendo que todas/todos nos pasaran el mismo cassette de buenas intenciones, programas, decisiones y demás. Bueno, no. Lo que hacen desdichadamente es denostar/descalificar y hasta insultar al oponente. No sé lo que pasa con el resto de los habitantes de este país, pero yo oigo todo eso y me doy cuenta de que algo anda mal y también de que eso que anda mal es importante, disculpe, es más que importante, es vital para cada uno de nosotros y cada una de nosotras (este despliegue de género es para llevarles la contra a los puristas del idioma). No tengo la menor idea de cuáles son los programas de gobierno que despliegan estas señoras y estos señores; lo único que sé de ellos es lo que los otros dicen de ellas y de ellos. Y entonces hago marcha atrás, señora, como decía Serrat, y recuerdo viejos tiempos (ya tengo edad para recordar viejos tiempos) en los que el oponente era un oponente y no una basura, un enemigo, un ser despreciable, una nada. Inmediatamente empiezo a añorar a los ingleses, ay ay ay qué espanto, los ingleses, tan imperialistas ellos, vamos, loco, cualquier país hasta el más chiquito como Holanda o Portugal, cuando tuvo la oportunidad pegó el zarpazo, así que no me vengas con pavadas (acordate de que ahora tenemos en uno de esos paisitos una reina argenta); así que como te decía sueño con los ingleses y sueño que soy miembro de la Cámara de los Lores, que me pongo de pie para refutar a mi oponente y que empiezo: “Ha sido más que interesante la presentación del Lord Tales de Fulánez acerca del asunto que nos ocupa, y creo que merece nuestras felicitaciones. Ahora bien, quiero puntualizar que…” y ahí lo hago pelota. Con ideas. No con insultos, descalificaciones y demás. Ideas. Ideas además expresadas con el tacto más exquisito y con toda la ironía de la que soy capaz, pero siempre bajo el manto de los mejores modales. Lord Fulánez me va a hacer lo mismo en cuanto pueda. Pero no flotará en el magno ambiente ni la menor sombra de una ofensa. Y todos seremos felices.