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Buenos Aires

Todos quieren ser presidente. Gobernar la provincia o la Ciudad de Buenos Aires es un premio menor. Casi una carga, y lo ideal sería saltarla. Algunos directamente prefieren no pasar por el gobierno (el ejemplo de Carrió) aun a costa de no llegar a la presidencia, entre otras causas por no haber acumulado experiencias y cuadros ejecutivos.

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SOMOS TODOS PRESIDENTES. Macri, Solanas, Carrió, Scioli, De Narváez, Solá y Alfonsín.

Todos quieren ser presidente. Gobernar la provincia o la Ciudad de Buenos Aires es un premio menor. Casi una carga, y lo ideal sería saltarla. Algunos directamente prefieren no pasar por el gobierno (el ejemplo de Carrió) aun a costa de no llegar a la presidencia, entre otras causas por no haber acumulado experiencias y cuadros ejecutivos.
Llilita podría haber sido jefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2003, y hasta probablemente en 2007, si se lo hubiera propuesto. Seguramente otras serían sus posibilidades de ser presidenta en 2011. Quizá menores, pero quizá también mucho mayores, si hubiera atravesado ese cursus honorum satisfactoriamente.
Aunque la diferencia de edad aporte sus matices, otro caso como el de Carrió (53) es el de Pino Solanas (74). Para su partido sería ideal ganar, en 2011, las elecciones para jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, distrito donde sí tiene todas las posibilidades reales de triunfo, crear un aparato de funcionarios con experiencia de gestión, para luego expandirse a toda la nación. Como lo hizo el Frente Amplio en Uruguay y el PT en Brasil, partidos que gobernaron primero Montevideo y San Pablo antes de alcanzar la presidencia.

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Pino hoy podría ganar la Ciudad contra cualquier candidato, incluso contra Macri (51), en el poco hipotético caso de que se bajara de sus aspiraciones presidenciales y fuera por su reelección en la Ciudad. Pero personalmente para Pino no resultaría tan atractivo acumular experiencia de gobierno para luego aspirar a la presidencia, porque en 2015 tendría 78 años. Mucho más divertido sería perder apoteósicamente las elecciones presidenciales en 2011 siendo la revelación, y dedicar estos años plenos de vida a recorrer el país siendo aplaudido como líder nacional y referente obligado de consulta, en lugar de tener que discutir con los sindicatos por el aumento de sueldos a los empleados públicos o por el funcionamiento de los hospitales y escuelas de la Ciudad y recibir las críticas inherentes al ejercicio del poder.
Macri es el tercer ejemplo. Sus aspiraciones presidenciales para 2011 podrían dejar a PRO derrotado en la Ciudad de Buenos Aires, y si el propio Macri no resulta presidente, su partido podría extinguirse en ese intento.

Bonaerenses. Lo mismo sucede en la provincia de Buenos Aires. De Narváez (56), después de haberle ganado en el distrito nada menos que a Néstor Kirchner (60), puso en riesgo su hasta hace poco segura gobernación provincial por sus aspiraciones presidenciales. Y después de haber dedicado casi un año a recorrer todo el país y acumular señales negativas de la Corte Suprema sobre la eventual habilitación de su candidatura a presidente, vuelve a concentrarse en la provincia de Buenos Aires pero en un contexto diferente. Con un Scioli (53) fortalecido por la marea positiva que empuja al Gobierno nacional: la última encuesta de Julio Aurelio lo da con el quince por ciento más de votos que De Narváez ante una eventual candidatura a gobernador de ambos, mientras que hasta febrero el mismo encuestador daba a De Narváez por arriba de Scioli en idéntica consulta. Y un Ricardo Alfonsín (58) que se ha convertido en la sorpresa electoral: según la misma encuesta de Aurelio, en la provincia de Buenos Aires, ya tiene casi la misma intención de voto que De Narváez cuando en las elecciones del año pasado De Narváez obtuvo el sesenta por ciento más de votos que la lista radical donde Alfonsín iba como segundo de Stolbizer.

Alfonsín mismo es otro caso: ya fue candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires cuando sus posibilidades de triunfo eran nulas. Ahora, que podría ganar las elecciones como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, pareciera estar tentado por competir para ser en 2011 candidato a presidente. Para completar el panorama de bonaerenses presidenciables, esta semana Solá (59) confirmó que será candidato a presidente para 2011 por el peronismo disidente y se presentará por fuera del PJ.
Consciente o inconscientemente, algunos terminan haciéndole un favor a Kirchner. Sin Reutemann (68) –un veterano–, el peronismo disidente, federal o no K no tiene candidato con posibilidad de triunfo. Macri podría aglutinar a algunos de ellos si la Cámara Federal no confirmara el procesamiento que le dictó Oyarbide. Caso contrario, se quedaría sin el argumento de ser un perseguido político de un juez sospechado de oficialismo.

Pero en el panradicalismo pareciera estar la posibilidad de construir un conjunto de candidaturas que puedan disputarle al oficialismo su hegemonía. Para lo cual el socialismo y la Coalición Cívica/ARI deberían compartir una fórmula conjunta con la UCR. El socialismo está más cerca con la posible candidatura de Binner como vicepresidente. El dilema es Cobos-Alfonsín-Carrió. Si de tres quedan dos, el panradicalismo corre el riesgo de reducir sus posibilidades para 2011. Si las elecciones fueran hoy y los candidatos se orientaran en los distritos donde cada uno puede aportar mayor cantidad de votos, el lugar de Carrió sería la Ciudad de Buenos Aires y el de Alfonsín la provincia de Buenos Aires.
Pero todos quieren ser presidentes o no ser nada. Es una lástima.