“Pensé que ese tema del hombre demediado era un tema con significación contemporánea: todos nos sentimos, de algúnmodo, incompletos, todos realizamos una parte de nosotros mismos y no la otra.”
Italo Calvino (1923-1985); de la charla sobre su novela “El vizconde demediado” (1951) con estudiantes de Pésaro, el 11 de mayo de 1983.
—¿Por qué volvió?
La pregunta del psicoanalista Sigmund Bäcker Pfeffer llegó acompañada por un denso humo blanco y el rico aroma a chocolate del tabaco de su pipa. En el diván, Daniel Angel Easy suspiró antes de responder. La última vez que se vieron, hace un mes, dejaron la posibilidad de iniciar un tratamiento en suspenso. El mandamás de Defensores de Macri quería probar con una bruja muy recomendada, artista en el uso del péndulo, las runas, las cartas, el ojeo y la lectura de la borra del café. El asesoramiento duró lo que un suspiro. Sus predicciones lograron intranquilizarlo y el destino se ensañó con él. Parecía nervioso.
—La bruja me advirtió sobre una fuerza incontrolable. Una sacerdotisa errante que obtenía su poder de los rayos del sol y quería dañarme. Me reí. ¡Con todo lo que sufrí hasta los dos títulos del año pasado no me iba a asustar por una mujer! Debí hacerlo. Apareció como un tsunami, hablando sin parar frente a cuanta cámara se le cruzara, mirando de reojo de un lado al otro como si captara la energía de cada uno. Da un poco de miedo.
—¿Usted habla de la doctora Carry On?
—Yes. Mauricio no cumplió ni medio año de gobierno y sale a decirle: “Es él o yo”. Insólito. Me acusó de tráfico de influencias en la Justicia federal con consentimiento presidencial y un fiscal ya me imputó y le pidió al juez que me cite a declaración indagatoria. ¡A mí!
—¿Conoce personalmente a algún árbitro, es decir, a algún juez? ¿Es cierto que le pidió a Oyarbide que se jubile?
—¡Cómo le voy a pedir a Oyarbide que se retire si no es del club! Mire, ser presidente de Boca da mucho roce. Uno conoce gente importante que quiere visitar la Bombonera, hacer videos para fiestitas de 15 o casamientos, pedir camisetas autografiadas, entradas, esas cosas. ¡Pero creer que por eso soy un operador judicial! Por favor, ¿cuándo me vieron en Tribunales o Comodoro Py?
—Bueno, dicen que el secreto de todo buen operador es no exponerse. A propósito: ¿cómo le cayó la reunión Macri-Carry On?
—Me gustó la frase. “Con ella compartimos visiones sobre la institucionalidad pero tenemos diferencias respecto a los poderes”.
—¿Qué quiso decir?
—No sé, pero Mauricio aclaró que su gobierno no necesita operadores. Tomá pa’ vos. Después comentó que ella estaba linda, quemadita, lo cual es muy cierto; y que yo estaba gordo. Je. Lo hizo para marcar las diferencias de estilo. Creo, bah. Pero hay otros temas que me desvelan, doctor.
—¿Por ejemplo?
—¡Tevez! Riquelme, y mire que es difícil que coincidamos, dijo que desde que volvió no jugó ni la mitad de lo que puede. Entonces pensé: si con medio Tevez ganamos dos títulos seguidos, este año será pura fiesta. Me equivoqué. Compramos mil laterales y ningún 9, tuvimos que echar al técnico y resulta que a Guillermo le gusta jugar con un 4-3-3 en el que la estrella del equipo, que jura no ser 9, no está cómodo. ¡Será de Diosss...!
Angel Easy juntó con estrépito las palmas de sus manos y las agitó mientras se mordía el labio inferior. Le costó calmarse.
—¿Por qué cree que le pasa eso?
—¿A mí?
—No, a Tevez.
—Ojalá supiera. Dijo que ya no es aquel de 2003 que arrancaba y se comía la cancha, que los golpes le duelen más, que no está para chocar todos los tiros, que le cuesta recuperarse, que con el tiempo se va achicando, no agrandando, y a veces, cuando las cosas no salen, piensa: ¿Para qué carajo volví? Uf. Cada palabra, una puñalada. ¡Este muchacho se me deprimió! Para colmo Dany Oswald, lo más parecido a un 9 que tenemos, no pega una. No jugaba antes, cuando vivía de noche, no juega ahora, que volvió con su mujer. Ay.
—¿Tan grave es ser o no 9? ¿No pueden, como Guardiola, intentar que el 9 sea el vacío? El Barça de Cruyff, su Dream Team, jugaba así. Y antes, el Boca 77 de Lorenzo, con Mastrángelo y Felman por afuera y Veglio como falso 9.
—Nada mal, eh. ¡Le voy a pedir a Guillermo que lo consulte!
—Son cosas que leí. Como el clima caldeado en la asamblea que aprobó el último balance. ¿Qué pasó? Usted dijo que Tevez no costó ni un euro pero los papeles dicen que pagaron 15 millones de dólares. Unos 128.706.000 pesos según el cambio del momento.
—Nah. Esa suma está inflada porque hay 70 millones de pesos que incluyen el 50% del chico Vadalá y la prioridad por los juveniles Cristaldo, Betancurt, Cubas y Pavón. El resto, unos 6 millones de dólares, son para el jugador, por tres años de derechos económicos.
—Ahá. En términos de plata no es tanto entonces, diría Dietrich.
—No me chicanee. Me molesta la incomprensión hacia mi gestión. Boca es un club top a nivel mundial. ¡Eso es im-pe-pi-na-ble! Necesita jugadores de primer nivel y un estadio acorde. Modernizar la Bombonera es necesario para crecer, pero decidirá el socio. La oposición mandó abuchear la compra de los terrenos de Casa Amarilla. ¿Le parece? ¡Sólo queremos el desarrollo urbano del barrio! Lo del nuevo estadio-shopping es puro bla, bla. Usted me cree, ¿no?
Se produjo un largo, espeso, perturbador silencio, de esos que sólo se logran en sesión. Después, el final.
—Bien. Nos vemos en la próxima, Angel Easy. Si no aparece otra vez la bruja...
Con gesto amable pero expeditivo, como Lacan en un mal día, el freudiano Bäcker Pfeffer apoyó su mano sobre la espalda de Angel Easy mientras lo guiaba hacia la salida.
—Cuando usted dice bruja, se refiere a…
Silencio. Recién cuando la puerta del consultorio se cerró, y ya en su sillón, con nuevo tabaco ardiendo en su pipa Bulldog, Bäcker Pfeffer escuchó su propio susurro.
–Sí.