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RESPUESTA AL DOCUMENTO N14

Carta Abierta a ‘Carta Abierta’

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Estimados amigos de Carta Abierta: leí con simpatía y atención vuestra carta Nº 14. En lo que sigue van unos breves comentarios sugeridos por esa lectura. Ostensiblemente, se trata de un documento que tiene como punto de mira las próximas elecciones legislativas. Sin incurrir en el pánico, ustedes plantean en varios párrafos la importancia crucial que tendría para el futuro del país la continuidad del kirchnerismo. Enumeran con un pelín de exageración los logros del Gobierno (vuelvo sobre esto) y, remiténdome a lo esencial, despliegan una argumentación que se bifurca en dos caminos diferentes y en cierta medida opuestos. La primera, la que rescato, pone el acento, con espíritu constructivo, en los errores y en las insuficiencias de la acción del Gobierno. Lo hace, como es costumbre en este intelectual orgánico “colectivo”, por medio de demandas: “Son tiempos de afirmar el proyecto, a la vez que de reencauzamiento de rumbos. Exigen acelerar los pasos de la unidad e integración regional… De construcción de más Estado… De ampliar las mejoras en la distribución de la riqueza, porque queremos y hace falta más. De formalización plena de los trabajadores… De despliegue del acceso a la vivienda”. Se trata, como se dice, de “críticas constructivas”, pero que no dejan sin embargo, de llamar la atención sobre necesidades, mejoras o cuentas aún no saldadas.
La otra línea de argumentación es la contracara de la anterior. Se traduce en un ataque virulento y reiterado a las fuerzas poderosas que se creería dueñas del país, fuerzas de derecha, capitaneadas por la corporaciones económico-mediáticas, que “van por todo”, por “la reconquista de sus privilegios y por la plena posesión del poder de decisión”. Su convicción es inamovible y para ella están dispuestas a borrar “cualquier alusión al pasado y a su tragedia social, económica, política y cultural porque, aunque no lo digan, están dispuestas, esas fuerzas hoy opositoras, a implementar aquellas terribles recetas que tanto daño hicieron”. Destaco al pasar esa indeterminada mención del “pasado”, que, falta de precisión, puede aludir tanto al gobierno de Menem, como a la dictadura militar, o a la “década infame”.
Una palabra sobre los medios: ninguna duda cabe de que existen medios gráficos, radiales y televisivos a menudo ferozmente opuestos al Gobierno, algunos de los cuales gozan de un alto rating; pero a esta “corporación mediática” se contrapone no menos ferozmente –con más bajo rating quizá– otra “corporación” gráfica, radial y televisiva bastante consolidada, en la que se incluye el canal del Estado –convertido en fanático canal del Gobierno–, las transmisiones en cadena y el monopolio del ciclo Fútbol para Todos, plagado de propaganda kirchnerista. A ello hay que agregar las medidas que adopta el Gobierno a través de su desenfrenado secretario de Comercio para bloquear la propaganda en los diarios o atacar a las encuestadoras que dan a conocer cifras que al Gobierno no le gustan. Por último, no está de más decir que, si bien existen lógicas mediáticas más o menos bien delineadas, la lógica del receptor no es mediática. El receptor es un sujeto activo, que acepta o niega, cree o descree, selecciona y critica. Quien insiste todo el tiempo sobre una suerte de omnipotencia de los medios lo hace porque carece de argumentos.
Un último comentario: en la Carta Nº14 campea una muletilla que, con distintas formulaciones, se repite con frecuencia cuando se denuncia a la oposición: nos referimos a los “neoprogresismos reaccionarios”, a los “bienintencionados, los que suelen identificarse con posiciones progresistas (pero)… prefieren asociarse a la feroz campaña que desde el poder mediático se viene desarrollando contra el Gobierno”; a quienes recurren a “retóricas seudoprogresistas”, a los que “se ofrecen como portadores de una retórica progresista (pero están) a favor de la ola liberal-conservadora”, a los travestidos de “centro-izquierdistas”, etc.
Esa insistencia en atacar a los grupos políticos que están convencidos de que se puede ser de izquierda sin ser kirchnerista (y no se puede siéndolo) traduce un evidente temor ante el posible resultado de las próximas elecciones. De ahí el tono ansioso, casi angustiado, de su advertencia: “El riesgo nace de creer que lo conquistado y lo recuperado… no depende de la continuidad del kirchnerismo”. Toda la Carta Abierta Nº14 está atravesada, moldeada, acosada por ese temor.

*Profesor titular de la UBA e investigador del Conicet.