Estoy sentado en mi oficina, frente a mi compu, escribiendo mi columna política, cuando entra Moira, mi secretaria, con una taza de té y una tetera, que le pedí porque estoy un poco mal de la garganta. A Moira le suena el celular, atiende y vuelca la taza con té y la tetera sobre mi cuerpo.
—¡Aaaaaayyyy! –grito, mojado y quemado.
—Uy, disculpá –dice Moira, sin importarle demasiado–. Es que estaba esperando un mensaje de WhatsApp de un chaboncito que me estoy curtiendo y…
—¿Vos estás loca? –grito, furioso–. ¿No podés esperar para atender una boludez así?
—No, boludez no, no me agredas…
—¡Mirá cómo estoy! ¡Me duele todo!
—Tampoco exageres, eh… Mirá que fue algo chiquito.
—¿Cómo “chiquito”? –grito, desencajado ya.
—Qué digo chiquito –insiste Moira–. ¡Insignificante!
—¿Vos me estás cargando?
—Para nada. Pero pensá que si Oscar Aguad dijo que fue “algo chiquito” el levantamiento de Aldo Rico, en el que intentó dar un golpe de Estado contra Raúl Alfonsín, que además fue un presidente radical, igual que Aguad, imaginate cuál es el tamaño de la estupidez que acabo de hacer.
—A mí me parece que te querés desentender del asunto –digo, algo más relajado–. Eso sí, debo reconocer que la política argentina sirve para calmar los ánimos cada vez que pasan cosas jodidas en la vida cotidiana.
—En eso tenés razón: la política argentina sirve para justificar cualquier cosa –dice Moira–. ¿O quién iba a pensar que buena parte de la clase política iba a despedir como un héroe a Fernando de la Rúa? No solo la clase política –agrega–. ¡Hasta Shakira se emocionó recordando a De la Rúa! ¡Qué lindo es dar buenas noticias! ¡Dicen que soy un estadista!
—Es curioso –digo–. El tipo se murió y dejó de ser el responsable de implantar el estado de sitio y llevar adelante la represión que mató a 30 personas en Plaza de Mayo. De repente, pasó de ser culpable a ser una víctima.
—Quién te dice que el día que se muera el odontólogo Barreda pase a ser recordado como una víctima de la opresión machista de la sociedad heteropatriarcal.
—¿Y las elecciones cómo las ves? –pregunto–. Las encuestas dan muy parejas a les Fernández con Macri-Pichetto. Y a Mariu con Axel.
—Por favor, aflojemos con el chamuyo –dice Carla, mi asesora de imagen, que entra con su iPad en una mano y el celular en la otra, la vista alternando entre ambas pantallas.
—¿Qué chamuyo? –pregunto–. ¿Vos decís que las encuestas no son serias?
—¿Te referís a las operaciones? ¡Giladas pour la gallerie!
—Eh, pará, ¿no estás exagerando?
—¿Viste los días de elecciones, que ponés la tele y pasan cómo vota la gente, con montones de notas de color pero sin ningún dato, nada de información? –pregunta Carla.
—Sí –respondo.
—¿Y viste cuando juega la Selección un partido importante, que en la tele están haciendo la previa seis días antes y no dicen absolutamente nada porque no tienen nada para decir, pero mucho tiempo para rellenar?
—Sí.
—Bueno, así son los días de campaña.
—¿Y vos quién creés que es el candidato mejor posicionado en este momento? –pregunta Moira.
—No sé. Lo que sí te puedo decir es quién es el gran protagonista político de estos días.
—¿¡Quién!? –preguntamos a dúo Moira y yo.
—El frío, sin dudas –responde Carla–. Cinco muertos de frío hubo en estos días. El frío es el único capaz de desnudar los verdaderos problemas políticos que hay en nuestro país en este momento.
—¿Es el frío o es el Estado? –pregunta Moira.
—Esa es la pregunta. Una pregunta mucho más importante que ver a Rico desfilando un 9 de Julio y los funcionarios del Gobierno aplaudiendo.
—Y más que las declaraciones de Aguad, supongo –agrego.
—Sí; de todos modos, Aguad debería pedir perdón –dice Moira.
—Sin dudas, lo que dijo Aguad es una barbaridad –me enojo, incluso más que cuando Moira me tiró el té.
—Eso es fácil de remediar –explica Carla–. Aguad debería decir que el intento de golpe de Aldo Rico no fue un hecho grave.
—¿Y qué debería decir? –pregunta Moira.
—Debería decir: “El intento de golpe de Rico fue chiquito… pero juguetón” –concluye Carla.