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Cicuta en la garganta

Y la Feria del Libro comenzó por todo lo alto, con escándalo durante su acto de apertura, como hacía mucho no sucedía. ¡Qué divertido!

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Y la Feria del Libro comenzó por todo lo alto, con escándalo durante su acto de apertura, como hacía mucho no sucedía. ¡Qué divertido!

Tal vez tenga razón la editorialista del diario Clarín en su reclamo de mano dura. Con un poco más de orden quién sabe qué delicias habríamos podido escuchar de labios de sendos ministros, el municipal y el nacional.

Lo que sí hay que reconocer es que, cuando la protesta ya había cumplido su objetivo, el ministro nacional prefirió añadir leña al fuego y dijo: “Ustedes, los fascistas del fondo”. Para qué: basta con que te digan “fascista” cuando estás planteando una causa justa (a la que yo adherí desde el comienzo) para que ya nada pueda volver a sus carriles. De esa característica del poder (que insulta desde arriba y desde la impunidad) nadie dijo nada.

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Pero volvamos a preguntarnos lo que hubiéramos podido oír: ¿habría hablado el ministro nacional sobre la crisis editorial y las herramientas para conjurarla? ¿Habría renovado el compromiso de su gestión para con las bibliotecas populares? ¿O habría repetido, como en Bogotá, que “Argentina sale a la cancha”, pelota en mano?

Nunca lo sabremos, por la tercerización de la seguridad y las zonas liberadas. Pero, che.

Lo que otros funcionarios han dicho últimamente puede servir como guía. A ver, revuelvo mi cajón de sastre: la ministra de Seguridad dijo que Holanda “es un narco-Estado, hasta sus propios ministros lo dicen”. Bad information, Pato (la de la carnicería): en Amsterdam, los turistas seguimos pudiendo comprar el mejor kush, de calidad certificada.

Por su parte, el secretario de Derechos Humanos incluyó la heterosexualidad dentro de la diversidad sexual y pidió visibilizar a la norma dominante (y sus fantasías de exterminio) en lugar de proteger a las minorías. ¿Qué tul?

El subsecretario de Desarrollo Minero, después de que se revelara que Barrick Gold fue responsable de un nuevo derrame de cianuro en las aguas del Jáchal, pidió no asustar a la gente y aseguró que “el cianuro se puede beber”. La cicuta también, señor subsecretario, lo sabía Sócrates (Wikipedia dice que fue centrocampista).

El presidente de la Nación, finalmente (o primeramente, qué sé yo), sentenció: “Hay una revolución de inversiones”. Teniendo en cuenta la corrida cambiaria de la última semana de abril y la masiva venta de títulos por parte de los tenedores extranjeros, para no pagar impuestos, seguramente quiso usar el sentido astronómico de la palabra antes que el económico-político: Argentina ha vuelto a completar un ciclo circular y está nuevamente endeudada hasta el cogote.

Por fortuna mi queridísima Mariu (me pongo de pie para decir su nombre) entiende todo y sacó los impuestos provinciales de las facturas de servicios. Se quedó sin plata para las paritarias... Pero todo no se puede. ¿O sí se puede?