Al terminar este año, las encuestas profesionales coinciden en que hay un virtual empate entre Mauricio Macri, Daniel Scioli y Sergio Massa. En algunos estudios está primero uno de ellos, en otras otro, pero eso no es importante: las cifras dicen poco a un año de la contienda y las diferencias están dentro del margen de error. Por el momento, más que el tamaño de las cifras, importa su evolución. La encuesta es una fotografía que, unida a otras encuestas hechas periódicamente, forma una película con la que podemos saber qué candidatos se fortalecen y cuáles se debilitan.
Un porcentaje del 25% de preferencias puede ser malo o bueno: es malo si el candidato hace un año tenía 40% y es bueno si viene del 13%. Todos los encuestadores coinciden en que, números más o números menos, en 2014 Massa perdió la mitad de sus preferencias y Macri las duplicó. Scioli se mantuvo por la misma cifra. El gobernador ha tenido saldos positivos, pasara lo que pasara, pero ha crecido. Tiene un piso muy duro, que está cerca de su techo.
Algunos hablan en nombre del “pueblo”, categoría abstracta que no corresponde a nada real. Los analistas profesionales, en cambio, saben que dentro de un año votarán millones de seres humanos movidos por creencias, mitos y percepciones de la realidad, y tratan de agruparlos en segmentos, comprenderlos, respetando sus diferencias. Veamos la evolución de otras cifras que nos permiten afinar el análisis.
El 44% de los electores aprueba la gestión de Cristina Fernández como presidenta de la Nación y el 51% la desaprueba. Hace un año, las cifras eran del 50% de aprobación y 45% de desaprobación. En cuanto a su imagen personal, tiene 44% de valoración positiva y 49% de valoración negativa, mientras en diciembre pasado tenía 58% de imagen positiva y 40% de imagen negativa. En ambos casos la evolución ha sido negativa. Algunos de sus partidarios podrán decir que, con esas cifras, Cristina gana en primera vuelta, algunos opositores supondrán que, si se unifican, tienen más de la mitad de los votos. Ambos se equivocan. Estas cifras no expresan preferencias electorales.
Por otro lado, las cifras positivas que tuvo Scioli durante años y que superaban el 50% en ambas preguntas hoy están algo deterioradas: aprueba su gestión 49% y la desaprueba el 38%, cuando hace un año los números eran del 52% y el 38%. Su imagen personal cae un poco más: antes tenía 54% de valoración positiva, que cae al 49%, mientras su valoración negativa se mantiene en el 38% en las dos fechas.
Mauricio Macri termina el año con 57% de aprobación de su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y 32% de desaprobación. Hace un año, el balance era más modesto: el 47% la aprobaba y el 40% la criticaba. En su imagen personal dio un salto importante: tiene 51% de imagen positiva y 35% de imagen negativa, cuando hace un año tenía 42% positiva y 45% negativa. Todas las cifras provienen de una medición realizada a nivel nacional.
En el caso de Sergio Massa, no cabe evaluar su gestión porque no se puede comparar el desempeño que tiene en el Congreso con el que tuvo como intendente de Tigre, pero conocemos datos sobre su imagen personal: hace un año tenía 59% de valoración positiva y 24% de valoración negativa, cae en este diciembre al 45% de imagen positiva y tiene 39% de imagen negativa.
Las cifras son coherentes con la evolución de las simulaciones electorales y deben leerse en el contexto de la crisis del sistema. En nuestros países mucha gente está cansada de la política, de los políticos, de su mensaje y de su estilo. Quieren algo nuevo. Ese fue el sentimiento que arrasó con los partidos de Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, y que está por desatar una hecatombe en México y Brasil. Entre esos electores, partidarios del cambio, avanzó Mauricio Macri desplazando a Sergio Massa. Son personas que no vibran de emoción con la idea de que vuelva Felipe Solá a la gobernación de Buenos Aires, Lavagna al Ministerio de Economía o Alberto Fernández a la Jefatura de Gabinete. Existe en el país otro porcentaje de electores que ha respaldado durante décadas al populismo, que apoya a Cristina Fernández y que ve en Scioli a un buen candidato. Más allá de las simpatías o antipatías personales, las cifras que mencionamos anteriormente sobre Cristina Fernández son mejores que las de Obama, Dilma, Peña Nieto y la mayoría de presidentes latinoamericanos de estos tiempos. Es aventurado decir hoy que uno de los tres favoritos ganará o que no ganará de ninguna manera. En la próxima semana, analizaremos otros datos que completarán esta lectura de la coyuntura.
*Profesor de la George Washington University. Asesor de Mauricio Macri.