Nos acercamos al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y las celebraciones y actividades se multiplican. Pero además de celebrar es un momento para hacer balance. ¿Qué avanzamos este año?, ¿qué podemos decir ahora mujeres y niñas en toda su diversidad, están más cerca de la igualdad? ¿Qué nuevos derechos logramos? Estos son los interrogantes que nos surgen y que debemos dar respuesta ya que cada 8M debe ser un avance, chico o grande, pero avance al fin, nunca retroceso. Sin embargo, este año me parece que en ese balance hay varios retrocesos y que tal vez, son más o por lo menos más graves que los avances. Un avance que vale marcar es la legalización del aborto y la ley de los mil días. Ambas leyes trajeron a las mujeres y niñas la tranquilidad de poder decidir continuar un embarazo y contar con el apoyo suplementario si está en una situación crítica, especialmente socioeconómica. Pero junto a esto decidir si quiere interrumpir ese embarazo y lo puede hacer sin poner en riesgo su salud y menos aún su vida.
Esto se ve muy opacado por la situación de pobreza en que están viviendo nuestras mujeres y niñas. Si comparamos con el año anterior que fue el de mayor impacto pospandemia, vemos que ahora están peor. La profundización de la pobreza en el país, que a su vez se concentra en mujeres y niñas es el principal motivo de preocupación. No es posible la igualdad de género con este grado de desigualdad social y económica que hoy viven alrededor del 50% de las mujeres y casi el 60 % de los niños. A esto se suma que aún las cifras de femicidios y de episodios de violencia de género no bajan, se mantienen altos y hablan de la dificultad de garantizar la vigencia de las buenas leyes que tenemos y esto no es solo por la falta de recursos económicos, que siempre existe, pero en el caso de la violencia de género mucho menos. No logramos articular la respuesta que los distintos actores gubernamentales locales, provinciales y nacionales les brindan a las mujeres. Esta incapacidad de articulación nos está costando muy caro en vidas y salud de mujeres y niñas.
Si consideramos el tema de la seguridad alimentaria allí es donde encontramos otro déficit importante que afecta no solo a mujeres y niñas sino a los niños y otros grupos, pero que se expresa con mayor gravedad en las mujeres y niñas y que se refleja en las pobres condiciones con que enfrentan los embarazos y las consecuencias en la situación de sus hijos. Esto se asocia a la situación de pobreza. Un hecho positivo es la ley de marcas que esperamos se empiece a implementar y no se produzcan retrasos ni excusas por parte de los productores.
En el ámbito deportivo además de la conquista del campeonato Mundial de Fútbol. El Femenin de Riera Insh, Femenino de Primera División que si bien existe desde 1991 ha ido progresando, reconoce ahora dos divisiones y se afianzó la participación de Argentina en el Campeonato Mundial Femenino.
A esto se suma los logros en hockey, lo que implica como en distintos deportes los equipos femeninos se van fortaleciendo y reconociendo el derecho de mujeres y niñas a la profesionalización. Aún falta equiparar los salarios y otros beneficios algo que se debe lograr para eliminar una injusticia inaceptable.
En el ámbito de la representación política es otro donde se registraron avances en la aplicación de la ley de paridad y el que por primera vez una mujer presida la Cámara de Diputados es un hecho que indica un avance significativo porque es el acceso no solo a la representación sino también a los lugares máximos de conducción. En ese sentido también este año mejoró el número de mujeres a cargo de ministerios nacionales, algo que cuesta lograr y para lo cual no tenemos ley, sino debemos contar con la voluntad política de quien ejerce el máximo nivel político y eso es independiente de que sea hombre o mujer. ¡Para la igualdad falta mucho!