COLUMNISTAS
fiestas

Confesiones de verano

default
default | Cedoc

Confieso que a mí me encantan las fiestas de fin de año. Y hablo de confesar porque conozco a mucha, o a bastante gente, que abomina de la Navidad, el fin del año, los reyes magos y todo lo que toca a las festividades estas que nos caen a nosotros en pleno verano y allá hacia el norte en pleno invierno (de pensar nomás en los cincuenta grados bajo cero me entra una desesperación espantosa y ganas de irme al trópico, a cualquier trópico, pero allí donde haga un calor casi infernal, y no haya nada invernal). Nada que ver con la religión: para ponerse religiosa no hace falta fecha fija. No, es solamente y nada menos que ponerse en fiestera, comprar champagne o sidra, planear reuniones, comprar regalos, hacer listas de invitados, tender la mesa con el mantel de hilo de la abuela, comprarse ropa nueva porque una no va a ir a lo de la cuñada o la prima o la tía con lo mismo que se puso el año pasado, claro. Sí, confieso que me gusta todo ese merequetengue con cuchipanda y todo. Años ha, cuando no había mails sino tarjetas, también me gustaba comprar las más preciosas y mandar a los amigos. Y, a las que llegaban a casa, las iba prendiendo en cintas coloradas que flotaban sobre el aparador. Y ahora sigo mandando tarjetas preciosas, pero por mail, y hasta me parece que es más o menos lo mismo.

Pero, como este año (el pasado creo que tampoco) no les he mandado tarjetas ni saludos ni cariños a mis colegas y compañeros de página, quiero dejar constancia aquí de que saludo muy especialmente a todos, a Rafael, a Daniel, a Fabián, Daniel y Martín y last but not least, a Ale, así como a Guille que estuvo tanto tiempo renegando no sé si con ellos pero conmigo sí. Y que tengan un año de rechupete; que haya éxitos a manos llenas y mucha felicidad, amigos, regalos y, de nuevo, champagne. Que las diosas de flamígeras cabelleras les sean propicias y que la vida sea un caminito bordeado de trébol en flor. He dicho.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite