COLUMNISTAS
despues del shutdown

Conservar y negar

La reaparición de las ultraderechas xenófobas. El retroceso de Estados Unidos y el envalentonamiento de China. El laberinto eterno de Siria y Egipto. Y la falta de liderazgos que se observa en Occidente.

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Sin pretensión de ser premonitorios o avizores, desde esta columna insistimos con la reaparición de las ultraderechas xenófobas en muchos lugares relevantes del orbe –con la magnífica escolta de otras plumas que mejoran lo presente (Carlos Gabetta, Ravit Hecht, Gunter Grass, por mencionar sólo algunas)–.

¿Es el shutdown del gobierno norteamericano el que impulsa a China a reclamar más protagonismo en el FMI, o es el retroceso de los Estados Unidos –evidenciado adicionalmente por las rencillas que derivaron en el shutdown– el que propicia el envalentonamiento de China? ¿Son los ajustes socialistas hacia el interior y los hambrientos del exterior queriendo entrar a Francia los que entronizan a Marine Le Pen, o son las causas que condujeron al ajuste y que hambrean a los condenados de la tierra las que encuentran en la derecha lo que ya no ven en ningún otro lado? Acaso se trata de términos que no se explican el uno sin el otro.

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Lo cierto es que los países más relevantes de Occidente ni tienen nuevos liderazgos ni nuevos órdenes de recambio. Cuando un sistema está vigoroso y en proceso de acumulación, es posible y hasta natural el pensamiento de largo plazo. Cuando no se piensa grande y en extenso, todo se vuelve como dentro de una casa de apuestas: recién cuando se sale de ella sin un centavo, se advierte lo útil que hubiese sido razonar distinto.

Winston Churchill, en La crisis mundial 1911/18, refiere una conversación mantenida con el naviero Albert Ballin poco antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, luego del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo. “Me acuerdo –dijo Ballin– del viejo Bismarck cuando me decía, un año antes de su muerte, que llegaría algún día en que estallaría una gran guerra europea a consecuencia de algún simple incidente en los Balcanes.” No hay líderes de aquéllos ni grandes sistemas con ese vigor.

Las derechas reaparecen, entonces, con envoltorios diferentes aunque con tics idénticos. Anne-Sophie Leclere, candidata del derechista Frente Nacional de Marine Le Pen, fotomontó una imagen de la titular de Justicia, Christiane Taubira –originaria de la Guyana francesa–, haciéndola descender del Planeta de los Simios. La explicación es tan original como el brote: “Tengo amigos negros y no por ello les digo que son monos”. Desde que en 2011 Marine Le Pen sustituyó a su padre, Jean-Marie, en la conducción del partido (que es hoy el primero de Francia), trató de sacarse de encima la imagen racista sin renunciar a la oposición a los inmigrados y las fronteras abiertas. No es sencillo. La derecha se copia a la enésima potencia.

En julio de 2013, refiriéndose a la ministra de Integración italiana, Cécile Kyenge, el vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, la lisonjeó diciendo que cuando la veía no podía sino pensar “en un orangután”. Francesco Speroni, el jefe de la delegación de la Liga Norte en el Europarlamento, se expresó con laconismo: “Desde el punto de vista físico, Calderoli puede incluso tener razón. Antes se decía que Celentano (Adriano, cantante, actor y cineasta italiano) parecía un chimpancé. Parangones entre animales y personajes pueden tener lugar”.

Una enumeración de los actores que, por convicción o por cálculo, figuran en una foto de grupo de familia incluye, entre otros, al primer ministro del Japón, señor Shinzo Abe, quien insiste en minimizar los peligros de la contaminación radiactiva que sale de la zarandeada central atómica de electricidad (Fukushima-1, operada por la Compañía Eléctrica de Tokio) y sigue una política –alentada por Washington– de incrementar su armamento, aun cuando una cláusula constitucional (impuesta en su momento por los Estados Unidos) le prohíbe ir más allá de organizar una fuerza de autodefensa. Otro personaje que constantemente se declara insatisfecho con las orientaciones que viene adoptando el presidente Obama en relación con Irán, Siria y Egipto, y que porfía en avanzar con nuevas construcciones en tierra palestina, es el señor Netanyahu, líder de Israel.

Pero la derecha en operaciones no sólo se expresa en actos y en dichos de políticos: también en otros andariveles. Un ejemplo es la adjudicación del Premio Nobel –pagado por la banca sueca, tan sui géneris es–, que recayó en dos economistas ortodoxos de la Escuela de Chicago, junto a otro parpadeantemente favorable al consumo y al crecimiento. En el mismo rubro también hay que anotar las primeras señales de enojo que brotan de algunos católicos norteamericanos –como Faith and Reason y la Agencia Catholic World News– respecto de los modos del papa Francisco, cuando en verdad el pastor no ha modificado ni una coma de la doctrina, la moral o la liturgia, limitándose a decir las mismas cosas poco mundanas que dice el sacerdote interpretado por otro Francisco, el actor Paco Rabal, en Nazarín, la notable película de Luis Buñuel basada en la novela de Pérez Galdós. Por ahora, como Andrei Tarkovski dijo sobre Buñuel y sus películas, la fuerza dominante de Francisco y sus actos es siempre el inconformismo.

En otros dos casos se ve con claridad la acción reactiva: el ataque repulsivo al líder laborista de Gran Bretaña, señor Edward Miliband, víctima de un golpe bajo del Daily Mail y su intocable editor Paul Dacre (tildó a su padre, un socialista con ancestros polaco-judíos muerto hace dos décadas, de antipatriota). El tabloide, que siguen dos millones de lectores en papel –y siete en internet–, mezcla intolerancia racial cruda con una persistente retórica antieuropea y una sumisión incondicional a los sectores más conservadores de los EE.UU.

Otra señal: el porcentaje de los fallos de orientación progresista de Earl Warren, juez de la Suprema Corte de EE.UU. entre 1953 y 1969 fue del 91%; el del juez John Roberts (2005), que sirvió bajo administraciones republicanas, es hasta ahora un magro 30%.

Machacando la cuestión y precisando los conceptos, más que de un crecimiento de la derecha, de lo que se trata es de una generalizada respuesta conservadora que niega todo cambio; rechaza la pertinencia de otros remedios que no sean los probados y aprobados en el pasado; no admite modificaciones sustanciales en materia de política económica, social, ambiental, productiva, minera o alimentaria, a las que considera peligrosas para el continuado reino de un statu quo que deja ver cada día más el cuerpo desnudo de un rey terminal y con aplanamiento afectivo. ¿Cómo no recordar a Ernest Renan, quien dijo que “la ortodoxia tiene respuesta para todo”?

Mientras tanto, en Beijing, el presidente Xi y el premier Li reciben al líder ruso Medvedev y al primer ministro de la India, a la vez que divulgan su gran plan de inversión para la zona oeste. Inspirado en Hollywood, se denomina Go West y viene acompañado de las habituales cifras astronómicas en cuanto a montos.

Alain Peyrefitte, en su minucioso estudio sobre la expedición británica de Lord Macartney a China, refiere que el emperador Kangxi se mostraba irritado con la pretensión europea de hacer que la brújula indicase el Norte. Decía Kangxi: “Toda acción languidece y se interrumpe en el Norte. La fuerza, la energía y la prosperidad están en el Sud, como lo indican nuestras brújulas (las que habían inventado)”.

Los cariocas, siempre predispuestos a las celebraciones, contemplaron asombrados la llegada a Río –el martes 22– de dos naves de guerra chinas, los flamantes destructor misilístico Lanzhou y fragata Linzhou. Junto con el petrolero que los acompaña, es probable que la flotilla visite Argentina. Su presencia en el Atlántico sur y su paso por el estrecho de Magallanes constituyen una novedad estratégica significativa, sobre todo si se tiene en cuenta que Brasil encabezó la posición regional contraria a un despliegue de la 4ª Flota de los Etados Unidos en el Atlántico sur.

Se dice que Napoleón, luego de leer una relación sobre aquella expedición británica, exclamó: “Cuando China despierte, el mundo temblará”.

Todo indica que, habiéndose desperezado durante décadas, el Imperio del Medio se prepara para una larga vigilia.