Soñé anoche que me encontraba con un colega y amigo del barrio y, muy contento, lo invitaba a tomar un café en el Alvear Palace. Pedimos el café y una torta a compartir, no sé si por razones dietéticas o económicas. Fue un momento lindísimo y hablamos, desde luego, del país. Pedimos la cuenta, que era por cierto muy sencilla, pero el mozo tardó un minuto en presentarla. Nos dijo entonces: “Se me hizo lío con los números, no vayan a pensar que me demoro para espiar lo que hablan y mandárselo a alguien”. No me acuerdo quién pagó la pequeña adición y aquí termina el sueño.
Como soy psicoanalista agregaré los restos diurnos y algunas asociaciones libres, aunque el contenido manifiesto habla por sí mismo.
Lo primero que asocié es que pasé hace sesenta y cinco años mi noche de bodas en el Alvear.
Hoy lo invité a tomar allí un café a mi nieto y, cuando subí la escalera, mientras él me ayudaba discretamente (para que yo no lo notara), recordé cuando la subimos con mi reciente esposa llenos de ilusiones el 2 de febrero de 1949.
A la noche, es decir hace unas horas, él me invitó a cenar junto a una amiga que es una hija para mí y una tía para él.
Nos empeñamos en explicarle algunas cosas a este recién graduado de la Escuela de Derecho de Oxford, que es –dicen– la mejor del mundo. El habla un español perfecto, aunque para mí tiene un poquito de acento. Yo nunca llegué a dominar el inglés, a pesar de haberlo estudiado toda la vida, hasta más que la psiquiatría y el psicoanálisis. Envidia tendré. Es joven, es versado y cree, tal vez más que el abuelo, que la justicia al fin se va a imponer en Honduras y en el mundo.
Nos costó explicarle, tratando de ser objetivos, la compleja realidad argentina de ahora y de siempre.
Con las palabras del mozo del sueño también asocié las manzaneras de Chiche Duhalde y la comunidad organizada de Perón. Asocié con la forma en que Evita mandó a reprimir a la Fraternidad y la actual represión en Terrabusi.
Asocié, también, con las desdichadas “Felices Pascuas” de Alfonsín y si no hubiera sido mejor reprimir al detestable Rico a toda costa, mientras en Plaza de Mayo estábamos dispuestos a morir por la democracia. Muchos.
Después asocié con el homenaje a Gregorio Klimovsky, en Apdeba (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires), que fue uno de los mejores argentinos del siglo XX, y lo bien que hablaron todos, Magdalena, Jorge, Tomás, Cecilia, todos, el sábado último.
Asocié con la Ley de Medios, con La Prensa que Perón expropió y con el Clarín que fundó Noble, ministro de Fresco y el fraude patriótico.
Asocié angustiado con el 1984 de Orwell.
Asocié por fin con La Argentina del siglo 21, con que Terragno me emocionó y me hizo pensar. Asocié con los libros de Halperín. Asocié que, en La Plata, fui alumno de José Luis Romero y, antes, de Pedro Henríquez Ureña y Narciso Binayán. Asocié otras cosas, más personales.
*Vicepresidente Honorario de la IPA (International Psychoanalytical Association). Profesor Honorario de la UBA. Dr. Honoris Causa, UNSL.