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ARGENTINA 2, SUECIA 1

Corazón para un punto que vale doble

En la jornada de sábado más tensionante que se vivió en el país de las últimas ediciones del torneo (por lo menos desde la previa), David Nalbandian y Guillermo Cañas jugaron un gran partido, vencieron por 7-5, 6-4 y 6-4 a Jonas Bjorkman y Robert Lindstedt, y dejaron la serie de cuartos de final 2 a1 para el equipo nacional. Fue clave la tranquilidad que mostraron dos de las figuras con más entrega de la Legión. Hoy, si el cordobés vence a Robin Soderling desde las 10, Argentina ya será semifinalista. Si no, habrá una segunda chance, aunque el Luli Mancini aún no definió quién la jugará.

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Hace seis años que la Argentina no define una serie de Copa Davis, como local, necesitando ganar puntos a día domingo. En ese período, rusos y alemanes, suecos y australianos, británicos y checos padecieron la supremacía de la nación tenísticamente más poderosa que jamás ganó el trofeo anual más importante del deporte mundial. Este es un récord que acaba de concluir pero que, a la vez, no pudieron jactarse de empardar ni los españoles en España, ni los estadounidenses en Estados Unidos; es más, ni siquiera los rusos fueron capaces de semejante proeza cuando les tocó definir en Moscú ante la Argentina.
Tan poco frecuente es mostrar tanta contundencia en una competencia tan impredecible como la Davis, tan mal acostumbrados veníamos con este asunto, que haber igualado en un punto la jornada inaugural de la serie con los suecos nos llenó de dudas y hasta nos hizo sentir que se nos vendría un domingo de pesadilla si no ganábamos el dobles. En realidad, el domingo aún puede ser de pesadilla, pero mejor ni hablar del asunto. Lo concreto es que Nalbandian y Cañas pusieron las cosas tan en su lugar que esta mañana llegaremos al Sur de Buenos Aires con un ánimo muy diferente al de ayer a la misma hora.
El viernes en sí no fue un buen día para el equipo argentino. Nalbandian, molesto con la cancha, con el viento y con su propia inestabilidad, sacó adelante a pura jerarquía un partido que, luego de una hora y con el resultado 6-2 y 2-0, parecía un tramite. Y al Chucho le tocó jugar el peor partido de su carrera en Buenos Aires justo cuando, según propia confesión, más fe se tenía. El atardecer del primer día de Davis se llenó de cuestionamientos –incluso algunos periodísticos– a la decisión de Mancini de poner como single dos al misionero. Aun pese a la paliza de Soderling –por cierto, un rival peligroso para todos, incluso para él mismo–, sigo convencido de que la decisión del capitán fue correcta.
Acasuso tenía muy buenos resultados como local en la Davis, tuvo una buena temporada latinoamericana en polvo de ladrillo y, por características, es, dentro de este equipo argentino, el que más aprovecha las características de esa superficie. Perdió, y perdió mal. Pero es una ridiculez evaluar una decisión sólo por el hecho consumado. A propósito, qué importante es que un capitán tome decisiones, cosa poco frecuente cuando lo que se decide influye en el ánimo y la tolerancia de individualistas como los del tenis.
El mediodía del sábado nos arrancó una gran sonrisa a todos. Porque se ganó un gran partido –el primer set fue realmente de muy buen nivel–, porque era un punto perfectamente perdible en la previa y porque se agiganta el mito viviente de Nalbandian como jugador copero.
Es probable que Guillermo Cañas haya sobresalido jugando su mejor partido de Davis como local y que hasta ese rendimiento influya cuando Mancini decida quién jugará el quinto punto (en realidad, esa decisión fue tomada anoche pero aún se reserva dentro del plantel argentino). Pero el cordobés regaló una nueva muestra de jerarquía en un terreno como el de la Copa, que se ha fagocitado el prestigio de muchos grandes tenistas.
El dobles argentino le ganó muy claramente a una pareja debutante pero integrada por un doblista de estirpe como Lindstedt y por un monstruo de la especialidad como Bjork-man que, paradójicamente y quizá influido ya por sus 37 años, cometió la mayoría de los errores que decidieron el partido.
Una vez más, es fundamental recordar que la serie no está definida y que un equipo con la mística copera de Suecia sabe cómo usar el día domingo para revertir partidos imposibles. Pero no me gustaría tener que salir a salvar la ropa jugando contra Nalbandian.
Soy un profundo admirador de la carrera deportiva de Guillermo Vilas. Y si bien aún hoy me conmuevo mirando videos de sus victorias en Australia, en Francia o en los Estados Unidos, reconozco que la gloria grande la conquistó convirtiendo al Buenos Aires Lawn Tennis Club en una fortaleza poco menos que inexpugnable. Ese es el terreno que está recorriendo Nalbandian. Y si tenemos en cuenta que, de superar esta serie, la Argentina podría jugar como local tanto las semifinales (ante Rusia) como la final (ante España o Estados Unidos), dudo mucho de que David deje pasar la ocasión sin antes inundar el Parque Roca con talento y coraje. Nadie duda de que Soderling es capaz de ganarle a cualquiera en cualquier terreno (también de perder, por cierto). Pero los suecos saben que el primer match point se lo juegan contra el as de espadas. Y que si zafan la primera, para la segunda a la Argentina aún le queda, por lo menos, un siete bravo