Asumí como gobernador hace siete años y hace seis que vengo planteando la necesidad de crear un fondo de convergencia, así como se planteó el fondo de cohesión de la Unión Europea, tomando el ejemplo español, tomando indicadores concretos. Lo decía José Manuel de la Sota y coincido absolutamente. Si nosotros transformamos esta discusión en una mera discusión de poder en torno a quién maneja la plata, si el presidente de turno o el gobernador de turno o el intendente de turno, estamos perdidos.
Lo que nosotros tenemos que sentarnos a discutir es cómo hay federalismo para el ciudadano argentino; cómo genero, más allá de la discusión de cómo repartimos lo que hay; cómo discuto el proceso de crecimiento argentino. Porque si voy a plantear la discusión de cómo tengo más recursos para seguir sosteniendo la inequidad en la cual me toca vivir, estamos perdidos. Lo que hay que plantear es cómo les damos competitividad, particularmente, a las economías regionales, a subsistemas económicos que tiene la Argentina para salir de la economía de subsistencia. Porque si tomamos la percepción tributaria media de la Argentina, la dividimos respecto de nuestro producto bruto geográfico medio en cada una de las regiones, advertimos que no hay más de diez provincias argentinas donde lo que vuelve en coparticipación tiene que ver con un índice de la actividad económica. El resto de las provincias argentinas, las otras catorce provincias argentinas, tienen menor nivel de actividad económica de lo que después reciben. ¿Qué es lo que tenemos que lograr?: hacer crecer la actividad económica; tenemos que agrandar la torta para salir de la discusión que abarque sólo eso.
Pero quiero ser brutalmente realista: creo más en la discusión de un fondo de convergencia –como el que planteo, como el que planteaba José Manuel de la Sota– que en sentarse a discutir la Ley de Coparticipación. ¿Por qué? Porque cuando el constituyente, en ese momento, planteó cuáles eran los requisitos para sancionar la Ley de Coparticipación automáticamente dijo: “No hay nueva Ley de Coparticipación porque el nivel de requisitos que se exigen son más difíciles que el de reformar la Constitución”. Por eso me parece que, cuando se discuten estas cosas, hay que avanzar en procesos de expansión económica. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos dos niveles de inequidad enormes: el vertical y el horizontal. El vertical respecto del menor nivel de coparticipación de recursos de Nación a provincias del que corresponde por ley. Y, segundo, una brutal inequidad por indicadores fijos que tenemos desde el año 1988, que en la Argentina creció inequitativamente en los últimos treinta años. ¿Qué plantea esto? Que hoy hay provincias con NBI, con población, con territorio, con los indicadores que uno quiera, que son exactamente igual a otras, y una tiene el doble de coparticipación que la otra. ¿Lo vamos a discutir sacándole algo a alguien? Es fácticamente imposible. Hay que agrandar la torta.
Soy como el vasco del cuento de José Manuel: fiel a mi origen, soy de pocas ideas pero fijas. ¿De dónde salen los recursos? Los recursos salen de la distribución primaria. Así funciona. Hay que discutir la distribución primaria. En mi provincia, hace 35 años que no se discutía la coparticipación. ¿Por qué? Porque nadie discutía. Hicimos una nueva Ley de Coparticipación. ¿Qué pasó? Es cierto que gran parte de los recursos en las provincias los administran las provincias y no los municipios. Se distribuye sólo el 13,5% de los recursos. Hoy se distribuye el 24%, y no de manera discrecional, sino con una ley basada en misiones y objetivos, con medición, obviamente, según indicadores. Eso es lo que creo que tenemos que hacer en la Argentina. Pero esencialmente, y vuelvo a lo que decía antes, debemos lograr el crecimiento de las regiones argentinas. Yo tengo, por ejemplo, dos récords, uno que me alegra y otro que me entristece. Somos de las provincias que más porcentaje de su presupuesto invierte en educación: más del 40% del presupuesto va a educación. Pero si tomo la inversión por alumno, estamos entre las seis provincias argentinas que menos invierte por alumno en el país. ¿Por qué? Porque mi 40% es muchísimo menos en términos de inversión per cápita que el 25% de algún otro distrito de la Argentina.
Ahora, ¿cuándo hay que hacer este planteo? Claramente, lo tenemos que hacer cuando podemos trabajar sobre el margen; esto es, en un proceso de crecimiento económico. Si no, hay que ser realista, es fácticamente imposible, salvo que logremos, naturalmente, la detracción de lo que significa la posibilidad de bajar recursos de distribución primaria.
Lo que debemos plantear, en esencia (...), es que tenemos que atarlo a objetivos. ¿Por qué no le importa a la gente el tema de la coparticipación? Porque es una discusión de poder, porque estamos discutiendo entre intendentes, gobernadores y presidentes quién maneja la plata. Lo que debemos establecer son aquellas políticas públicas que nos permitan hacer que un pequeño productor, o aquel que está cosechando manzanas en el sur o aquel que está con la caña en el norte, puedan tener sustentabilidad en la cadena de valor.
La verdad es que hay cosas que a mí me rebelan, porque ése es el gran drama cultural argentino, el cortoplacismo crónico que tenemos. O sea, el problema de la Ley de Coparticipación que estamos discutiendo es que se discutió en el año 1988 tomando como fijas variables económicas que cambiaron. Por ejemplo, aranceles de exportación; todo lo que tenía que ver con la exportación en ese momento a nadie le importaba, porque era un país que tenía una balanza comercial negativa. En la Argentina se plantearon, a diferencia de Australia, de Canadá, de otros lugares, mecanismos fijos. La población cambió y hoy el sistema quedó totalmente obsoleto. (...) Hay que ir a las cuestiones estructurales, hay que garantizar logística de energía, logística de transporte, logística de comunicaciones, habilitación de exportaciones a nivel regional, para que con esos cuatro pilares pongamos no menos de un 40% de competitividad respecto del valor que tiene hoy un producto de cualquier economía regional.
*Gobernador de la provincia de Salta. Fragmento del libro Democracia y desarrollo, editorial Planeta.