Durante noviembre se celebra el 25º aniversario de la Convención sobre los Derechos del niño (CDN) aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, donde se han consagrado los derechos de todos los niños teniendo como principios la no discriminación, el interés superior del niño, la participación y la supervivencia y el desarrollo.
Esta convención asentó los cimientos para el establecimiento de una ciudadanía plena para niños, niñas y adolescentes con la intención de instaurarlos como sujetos de derecho a la par de todos. Además, contribuyó al conocimiento del conjunto de derechos que engloban la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación de los niños.
En este contexto, cada 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos del Niño y Adolescente, pero ¿cuáles son esos derechos? ¿Todos los niños acceden a ellos? Preguntas interesantes que los adultos deberíamos preocuparnos por responder al mirar la nueva generación de nuestro país.
Se dice comúnmente que los niños, las niñas y los jóvenes son la esperanza del mundo. Revisando las definiciones más frecuentes de la palabra “esperanza”, se observa que ésta refiere a la confianza en que algo ocurrirá o a que se logrará lo que se desea. Gran expectativa para los más pequeños y pequeñas de este mundo, y particularmente para los de nuestro país.
Sin embargo, más de un millón de niños, niñas y jóvenes de entre 5 y 17 años en la Argentina trabajan. Todos los días, uno de cada tres niños y niñas menores de dos años no cubre sus necesidades de ingesta de calorías. Por otra parte, 430 mil chicos abandonan la escuela secundaria cada año.
Estos datos nos alarman y nos obligan a tomar conciencia de que hoy, más que nunca, tenemos que trabajar para defender el derecho de los niños a un desarrollo pleno. Porque un niño que trabaja no aprende, y un niño que no aprende no crece y ve coartadas sus posibilidades de inserción laboral futura.
El acceso al empleo productivo es indispensable para la satisfacción de las necesidades vitales básicas. Y la falta de calificación no colabora con la obtención de empleos bien remunerados y estables. A pesar de que ciertos estudios afirman que la brecha salarial entre los más y menos calificados en términos de educación formal ha tendido a achicarse del año 2000 a la fecha, aún hoy en día las personas que no alcanzan el nivel secundario completo obtienen al menos 30% menos de ingresos que quienes sí lo han completado. Y esta situación se agrava si consideramos específicamente a las mujeres y a los jóvenes en general. Son los y las jóvenes con bajo nivel educativo quienes más dificultades tienen en el acceso al empleo y el crecimiento en términos salariales.
Por esto, una de las cuestiones centrales en este momento es sostener a los jóvenes en la finalización de la escuela y apuntalarlos en la transición entre sus estudios secundarios y su inserción laboral-ocupacional. Los llamados jóvenes ni-ni, que no estudian ni trabajan, nos obligan a repensar los objetivos de la escuela secundaria y su vinculación con el sector laboral, así como con los intereses y aptitudes de los jóvenes hoy en día. La incorporación de las nuevas tecnologías en el aula es crucial, y los programas que se proponen enseñar a los niños, niñas y jóvenes a trabajar con herramientas de programación son tan necesarios hoy como lo es desarrollar su creatividad.
Como miembros de la sociedad civil, estamos convencidos de que la tarea de contribuir al pleno desarrollo de nuestros niños es responsabilidad de todos y cada uno de los ciudadanos. Trabajamos para garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la salud, la educación y demás derechos de nuestros niños y niñas. Y día a día corroboramos a través de nuestros programas que tanto los niños como los jóvenes, cuando son motivados, superan nuestras expectativas de resultados.
Por eso, en el marco del Día de los Derechos del Niño, esperemos de nuestros niños todo y más de lo que pueden dar. Pero démosles todo lo que necesitan de nosotros, los adultos, ahora.
*Presidenta de Asociación Conciencia.