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Cría chanchos

No me importa el fútbol desde que vi a ese cerdito volar por los aires. Lo mataron unos hinchas de River; en el video, mientras patean al cerdito en el suelo, uno dice “es Guillermo”, por el técnico de Boca.

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Ataque de los hinchas de River a los jugadores de Boca. | NA

No me importa el fútbol desde que vi a ese cerdito volar por los aires. Lo mataron unos hinchas de River; en el video, mientras patean al cerdito en el suelo, uno dice “es Guillermo”, por el técnico de Boca. El cerdito simboliza; los millonarios nos comunican que no son Homo erectus, son sapiens, son capaces de simbolizar.

El despliegue de animalidad deportiva es una forma de civilidad; hace poco, en la Biblioteca Nacional, Martín Kohan le decía a Mariano Dorr: “Voy a la cancha a descansar de mí mismo”. Ser otro, ser un animal que aúlla tribal, me permite volver a mi vida apacible de ideas. No fui a la cancha, pero desde que lo vi yo también fui otra, fui ese animal, volando por los aires, descuartizada contra el asfalto. No sirvo para alimentar a nadie, y de pronto soy nada, soy un resplandor blanco contra la negrura.

Que los hombres se diviertan y un mamífero un poco más pequeño sufra una muerte espantosa es una escena milenaria, que continúa hasta los crímenes que condena en masa #NiUnaMenos. Pero estamos evolucionando. Según el filósofo de moda, Yuval Harari, pronto habrá diferentes especies de humanos. Los ricos evolucionarán primero: podrán modificar su ADN para revertir la vejez, que en Silicon Valley es pensada como una enfermedad que se manifiesta en síntomas que tienen cura. En estos días, en China nacieron las primeras gemelas con ADN modificado para resistir el VIH; es el primer paso para crear humanos con nuevas capacidades intelectuales y físicas. Habrá castas de humanos basadas en las diferencias biológicas, y no en la educación y el dinero, como dicta por ahora el orden natural del capital.

Yo me imagino que los inmortales querrán saber cómo era antes el mundo. Querrán una historia completa, vívida, de su superioridad. Quizás, los Hombres Nuevos cultiven granjas de hinchas de River en chiqueros, para lanzarlos de vez en cuando contra granjas de hinchas de Boca. Verlos despedazarse entre sí será un placer moral, como los juegos de gladiadores antiguos, porque los nuevos humanos serán superiores a los sapiens, igual que aquellos romanos se sentían superiores a los cerdos, las mujeres, los bárbaros y los cristianos. El New York Times dirá que somos un país dañado, los humanistas del futuro recordarán que apenas un mínimo salto de ADN separa a los inmortales de los sapiens, y alguien dirá que la diferencia de ADN que separa al Homo sapiens del cerdo es incluso menor.