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Cristina eterna

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En Olivos. Alberto F con CFK. | cedoc

Como la cigarra “walshiana”, Cristina Fernández de Kirchner sonríe con ironía ante quienes la retiran o la quieren llevar al declive político. Recientes acontecimientos vinculados al Gobierno expresan su influencia. A favor. O en contra.

El ascenso de La Cámpora refleja ese peso, por más que es su hijo Máximo el que la motoriza. Fernanda Raverta al frente de la Anses y Andrés “Cuervo” Larroque en Desarrollo Social bonaerense, como antes Luana Volnovich en el PAMI, ejercen tareas claves en lugares claves de contención social, sobre todo en medio de una crisis sin igual.

Menos evidente fue su incidencia en la flamante designación del nuevo CEO de YPF. Sergio Affronti vuelve a la compañía que lo vio nacer profesionalmente y a la cual regresó durante el kirchnerismo de la mano de Miguel Galuccio. Se entrevistó un par de veces en Olivos con Alberto Fernández y aceptó el manejo de la mayor empresa del país. En el oficialismo aseguran que el presidente formal de YPF, Guillermo Nielsen, se enteró cuando el desembarco ya estaba cocinado. Ni hablar del ignorado secretario de Energía, Sergio Lanziani.

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Otras iniciativas de adláteres de CFK le provocaron variados trastornos al Gobierno. ¿Lo sabría Ella? La indefinida llegada de médicos cubanos o la novelita con la Corte Suprema por las sesiones del Senado fueron las más suaves.

Lejos, la peor fue el impulso que los secretarios de Justicia y de Derechos Humanos, Juan Mena y Horacio Pietragalla, dieron a las salidas de prisión. Uno prometiendo soluciones para los detenidos en Devoto. Alguien le sugirió a Mena que se bajara de esa misión oficial. El otro solicitó que se excarcele a Ricardo Jaime. La jefa formal de ambos es Marcela Losardo, alter ego del Presidente en temas del derecho, quien imaginó que podrían renunciar. No pasó.

En esta suerte de plan “Presos Cuidados” tuvieron un rol decisivo jueces que en distintas zonas del país habilitaron que en vez de detenidos por delitos menores sean asesinos, violadores, abusadores, femicidas o torturadores los que también vuelvan a sus casas durante la pandemia. Un botón de muestra es el magistrado de la Casación bonaerense Víctor Violini, un entusiasta de la causa nacional y popular. Pura casualidad.

Voceros del Instituto Patria trataron de hacer trascender que Cristina les pidió a los suyos que aflojen con lo de las excarcelaciones. Algo parecido al veranito y la ofensiva contra los “presos políticos”, con funcionarios importantes que desairaban al propio Alberto F, que no compartía ni comparte esa mirada amañada sobre el cumplimiento de la ley penal. Antes y ahora, el Presidente se sintió obligado a aclararlo.

Otra movida más subterránea, que se le adjudica a gente de CFK, es la propuesta millonaria de una multinacional china para dotar de celulares de última tecnología que detectarían el movimiento y la temperatura de los habitantes del Gran Buenos Aires, como alerta a la expansión del coronavirus en la zona de mayor riesgo del país. El ofrecimiento está ya en algún despacho oficial e implica un análisis económico (por los costos) y geopolítico (no caería bien en Washington).

La “Cristipresencia” no termina acá. En el corazón del poder, acaso sin razón, se le asigna al kirchnerismo una audaz y solapada ofensiva contra Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete. Le achacan problemas con la fluidez de la gestión. Así como en Cambiemos los dardos internos eran para Marcos Peña, para no caerle a Mauricio Macri, ahora Cafiero se erige en el paraguas catalizador que evita que Alberto F se moje con las intrigas palaciegas. Que no son pocas.

Por caso, en las últimas horas CFK lanzó un hilo de tuits acusando de apretar a una jueza a Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño y aliado político central del Presidente. Otra casualidad.