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DIVERSIDAD

Crítica a la Iglesia

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Honor. El Papa y pueblos originarios en el Sínodo de la Amazonia. | AFP

El papa Francisco inauguró la semana pasada el Sínodo de Amazonia para tratar la problemática de la selva que cubre una parte de Brasil y también de Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana y Surinam con una superficie de 7,8 millones km2. El Sínodo ha reunido a las autoridades eclesiásticas de los países involucrados y contado con la presencia de representantes de los pueblos de la región. El Sínodo coincide con la preocupación de los países europeos por el número de incendios que provocó un enfrentamiento entre los presidentes Bolsonaro y Macron. Sin embargo, la iniciativa surgió hace dos años para tratar no solo la preocupación sobre los pueblos amazónicos sino también la tarea evangelizadora de la Iglesia Católica ante el avance de otras iglesias. El gobierno de Brasil estima que la población indígena no supera el millón de personas y reconoce 690 territorios que representan el 13% de la superficie del país.

Los discursos del papa Francisco nunca pasan desapercibidos por sus referencias históricas, que en muchos casos son una crítica feroz al pasado de la institución para justificar la búsqueda de nuevas formas de comunicación con las poblaciones nativas. El papa Francisco ensalza la diversidad de las culturas y la entidad de los pueblos y sostiene un acercamiento sin condicionamientos ideológicos para evitar  “el centralismo homogeneizante y homogeneizador” que “no dejó surgir la autenticidad de la cultura de los pueblos”.

La Iglesia Católica en función de su tarea evangelizadora acompañó siempre la expansión de la civilización católica europea en América, Africa y Asia, consideradas en ese entonces atrasadas para difundir su mensaje. Si bien esto es mirado como un fenómeno europeo, el islam y el budismo también cumplieron una misión similar para sumar a otros pueblos no solo a través de textos sagrados sino acompañados por la fuerza de la superioridad económica y tecnológica.

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El papa Francisco lamenta que la Iglesia Católica se involucrara en la “domesticación de los pueblos originarios” y lo relaciona con la opción civilización y barbarie.

Esta conclusión no toma en cuenta el contexto histórico, donde estaban en juego la expansión territorial y la posibilidad de ganar adeptos entre pueblos que profesaban otras creencias. Esas circunstancias han desaparecido; ahora se intensificó la competencia entre diferentes iglesias para promover los pases con argumentos y organización. El Sínodo incorporó después de largos discursos laudatorios sobre los nativos y el Amazonas descriptos en el Instrumentum laboris la posibilidad de añadir mujeres y nativos en la tarea pastoral. Este es un punto crítico en la presentación del papa Francisco porque ya no se trata de respetar la entidad sino de acercarse de una manera sutil recogiendo tradiciones e intereses para orientarlos a descubrir la revelación. La Iglesia Católica ya puso en práctica esta forma de evangelización con la “inculturización” que no significó más que el abandono del estilo almidonado de la liturgia.

El papa Francisco en su presentación lamentó la utilización despectiva de los vocablos “bolita”, “paraguas” o “cabecita negra” para señalar la pertenencia a una civilización de segundo grado. Pero estos calificativos son usados por aquellos que deben competir por los mismos puestos de trabajo y que sienten que por pertenencia tienen más derechos que los recién venidos. La falta de oportunidades agudiza esta contradicción y crea resentimientos y rechazo al extranjero.

Las posibilidades de discutir hoy sobre la diversidad tienen su origen en el liberalismo y en la valorización de las democracias como sistema de convivencia. La civilización ha recorrido un largo camino que permite encarecer la importancia de los sistemas políticos donde existe respeto por los derechos humanos.

Hoy damos por aceptados estos principios en Occidente y cuestionamos los alcances sin darnos cuenta de que la mayoría de los países están gobernados por regímenes donde la crítica está prohibida.

 

*Diplomático.