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Cuando se vacíen las bancas

Cuando la semana próxima el Senado termine convirtiendo en ley las retenciones móviles votadas hoy por Diputados, las carpas frente a la Plaza de los Dos Congresos comiencen a desarmarse y el cotillón partidario se mude hacia otras manifestaciones, emergerá el problema de fondo que dio origen al conflicto: el desgaste del modelo económico iniciado en 2002.

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El recinto de la Cámara de Diputados recuperó protagonismo con las retenciones. La economía volverá a generar debates cuando el conflicto con el campo se supere.

Cuando la semana próxima el Senado termine convirtiendo en ley las retenciones móviles votadas hoy por Diputados, las carpas frente a la Plaza de los Dos Congresos comiencen a desarmarse y el cotillón partidario se mude hacia otras manifestaciones, emergerá el problema de fondo que dio origen al conflicto: el desgaste del modelo económico iniciado en 2002.

El modelo productivista se construyó alrededor de un peso subvaluado que protegió la industria de la competencia de los bienes importados y aumentó la competitividad de las exportaciones de todos los sectores. Como las expectativas influyen en la economía, otro mérito del modelo fue convertir el problema en solución, porque el país no eligió devaluar sino que fue obligado a hacerlo.

La discusión sobre si aquello fue un modelo económico o la consecuencia de una megadevaluación que iría desapareciendo cuando la economía volviera a la normalidad resultó abstracta por la inflación. Desde hace ya varios meses las casas de ventas de productos de consumo masivo importan aquellos cuyos precios no están de alguna forma controlados por el Gobierno porque les salen más baratos que comprarlos en Argentina. Un ejemplo más simple de que el modelo del peso subvaluado quedó superado se observa en las valijas de los turistas argentinos que pasan por el Aeropuerto de Ezeiza: los vuelos que llegan de Estados Unidos lo hacen repletos de equipajes. Ya el último verano los turistas argentinos volvieron a poblar las playas brasileñas y probablemente el próximo verano lo harán en mayor proporción.

El enemigo del modelo productivista es la inflación, o un porcentaje alto de ésta. Un aumento de las retenciones similar al producido en la famosa resolución 125 no habría generado la misma protesta si la inflación del último año no hubiera reducido alrededor de un 20% la competitividad de la tasa de cambio.

La retenciones móviles seguirán su curso institucional incluso en la Corte Suprema de Justicia, pero el problema que detonó el conflicto no sólo continuará generando tensión con el campo sino en todos los sectores productivos.

Aunque este dólar artificialmente bajo sea una táctica coyuntural del Gobierno y recupere su valor de 3,20 pesos, como prevé la mayoría de los especialistas (ver páginas 16 y 17 de esta edición) para los próximos meses, el problema no se solucionará devaluando el dólar porque una inflación alta siempre renovará el retraso cambiario tras cada corrección de la tasa de cambio.

Cuando las bancas se vacíen y el tema conflicto del campo pase a segundo plano, comenzará el verdadero problema de la economía argentina, que no son las retenciones sino la inflación, con el agravante de que se termine combinando con recesión. La mayoría de las empresas no sólo han desacelerado su producción sino que han suspendido todas las inversiones y lanzamiento de nuevos productos del año.