COLUMNISTAS
pobre escenario

Cuestión de forma y Fondo

La política local actúa como si nada tuvieran que ver con la realidad que padecen millones de argentinos.

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Imbancable, Mauricio Macri. | Pablo Temes

En su discurso del 1º de marzo ante la Asamblea Legislativa el presidente Alberto Fernández evitó dar precisiones sobre el contenido del proyecto de ley, para avalar el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional. Tampoco dio precisiones sobre la fecha de ingreso a Diputados para comenzar los trámites de comisiones para su tratamiento. Sabía que aún no contaba con los detalles técnicos finales y, mucho menos, con el aval del bloque del Frente de Todos Contra Todos. Finalmente el proyecto ingresó el viernes pasado el mediodía luego de incluir una modificación muy precisa a pedido de la oposición. El primer artículo donde el Ejecutivo pide la aprobación de la refinanciación de la deuda –que tiene consenso más o menos general– contaba, además, con dos anexos que detallaban las medidas de política económica que el Gobierno se comprometió a tomar para garantizar el cumplimiento de las exigencias del Fondo Monetario. La oposición pidió separar esos anexos del artículo primero e incluirlos en otro. La razón de este cambio es puramente política: están de acuerdo en refinanciar la deuda para evitar el default, pero no quieren apoyar con su voto el plan de ajuste diseñado por el Gobierno que incluye tarifazos a los servicios de luz y gas, reducción del déficit y cambios en la política monetaria. “Todos sabemos que habrá ajuste, las palabras de Alberto no las creyó nadie, empezando por los legisladores de su propio espacio. Hasta que no tengamos los detalles no vamos a avalar este proyecto. Con los artículos de la ley por separado, podemos votar la refinanciación de la deuda plasmada en el punto uno y no dar nuestro apoyo a los anexos del artículo dos” –señaló un diputado de la oposición. En ese espacio en el que tampoco faltan las disidencias no están dispuestos a ser los verdugos de la sociedad cuando ni siquiera el oficialismo tiene los votos necesarios para aprobar el proyecto de ley que refrende el acuerdo.

La división interna en el Frente de Todos contra Todos está en pleno desarrollo. Los videos críticos del acuerdo que La Cámpora ha comenzado a hacer circular en los últimos días dan idea de la envergadura de esa disputa con aires de riña. Es una disputa de la que, en silencio, participa –e impulsa– Cristina Fernández de Kirchner. Hay que tener en cuenta que esto que se está viendo es el recrudecimiento de un entuerto que viene desde el comienzo mismo de la gestión de AF.

Uno de los blancos principales de críticas del kirchnerismo es el ministro de Economía, Martín Guzmán, a quien le objeta haber llegado a este acuerdo que implica validar esta deuda contraída durante la Presidencia de Mauricio Macri a la que califican de “ilegal”.

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El relato oficialista sobre el acuerdo da idea de las dificultades que asoman en el horizonte. Uno de los puntos del acuerdo se refiere a la necesidad de reducir el déficit. Una de las consecuencias de esta medida será el tarifazo que incluye un aumento de 20% de la tarifa social. La segmentación anunciada será otro dolor de cabeza. Cada vez que se intentó hacerlo hubo problemas.

Se plantea un nivel de inflación imposible de alcanzar en el futuro inmediato porque, además, el tarifazo en sí es una fuente de inflación.   

Sergio Massa se apresuró a ceder para cumplir los deseos de sus rivales políticos a sabiendas de que la pelea en el recinto será voto a voto. Nadie tiene asegurado nada. “La televisión evitó mostrarlo, pero en el discurso de apertura de sesiones cuando el Presidente se refirió al acuerdo con el Fondo solo aplaudió la mitad del bloque del FdT. La otra mitad bajó la mirada y se encargó de transmitir su desagrado en línea con los deseos de Máximo y CFK”–recordó una fuente parlamentaria.

Los que han hablado con el hijo de la ex presidenta en funciones lo han escuchado criticar con extrema dureza el acuerdo.

En su pensamiento sigue vigente la idea de aumentar las retenciones a las exportaciones agropecuarias y de prorrogar el impuesto a la riqueza, medidas que fracasaron. Desde este punto de vista el diputado es coherente con lo que es el kirchnerismo.

Ni oposición ni oficialismo tienen los votos definidos. “La modificación del primer artículo de la ley es un artilugio para lavar culpas. Hay algunos diputados de JXC que están más apurados por votarle el proyecto al Gobierno que los propios oficialistas y la experiencia muestra que una vez votado el proyecto en general, el resto es fulbito para la tribuna.” –Se quejó una alta fuente del núcleo más duro. Así las cosas, ésta es la radiografía de Juntos por el Cambio: los halcones del PRO profundizan su rechazo al proyecto, los más moderados van por la abstención. Dentro de la UCR y la Coalición Cívica la opción sería votar a favor en la general y abstenerse en los artículos que sostienen las medidas para cumplir las metas del Fondo. Nadie quiere ser el padre del ajuste.

La interna de No tan Juntos por el Cambio recrudeció de manera significativa en la semana.

El episodio de levantarse e irse de las bancas durante el discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa generó enojos de alto voltaje. Uno de los enojados fue Mauricio Macri, cada vez más activo, quien estalló en reproches contra todos los que no abandonaron sus bancas.

Quedó reconfortado con el gesto del nuevo embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley, quien lo fue a visitar a su casa de Aca-ssuso. En el pensamiento de Macri sigue vigente la idea de competir por la Presidencia en 2023.    

Como habrá apreciado el lector, todo lo que emana de la política vernácula es pelea.

Actúan y hablan como si nada tuvieran que ver con la realidad que padecen millones de argentinos para quienes el diario vivir es una constante penuria.