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falso progresismo

Historias repetidas con un mismo resultado: padecimiento de la gente

En la Argentina vivimos en un loop constante de errores no forzados e injusticias que nunca terminan.

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‘Bondi Driver’ Horacio Rodríguez Larreta. | Pablo Temes

Alberto Fernández tiene la bochornosa costumbre de pisar suelo extranjero y adular –hasta niveles que podrían avergonzar a cualquiera– a las autoridades anfitrionas sea cual fuere el destino.

Pasó en Rusia con el inconmovible Vladimir Putin y volvió a suceder en su visita a China con el líder del régimen Xi Jinping, donde se deshizo en elogios hacia la revolución que desató Mao Zedong. Allí expresó que “había quedado muy impresionado luego de su visita al museo del Partido Comunista” y le confesó que “nos sentimos muy identificados con todo lo que fue el trayecto de la revolución hasta el presente, que ha puesto a China en el lugar central que ocupa en el mundo. Sepa que compartimos una misma filosofía de política”. ¿El presidente argentino tendrá noción de la dimensión de sus palabras? ¿Se sentirá identificado con las atrocidades cometidas por el régimen contra los derechos humanos en ese país? ¿Habló en nombre de los argentinos? Lamentablemente es nuestro Presidente y nuestra voz en el exterior. Más triste aún fueron sus palabras en tono de complicidad adolescente cuando le dijo al líder comunista chino, que podría ser “catalogado como peronista”. La televisión local difundió el encuentro completo que no tuvo su correlato en los partes de prensa que circularon inicialmente por nuestro país.

Es decir, que buscaron evitar deliberadamente que todo el contenido de las reuniones llegara a suelo argentino.  

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¿No sabe AF que vive en la era de la información de un mundo globalizado? El contexto no podía ser menos oportuno ya que se discute localmente y en las oficinas del FMI, el cierre final del acuerdo con la Argentina.

Este “detalle” de política económica –el rumbo de la economía argentina depende en gran parte de ese acuerdo– nos lleva a un nuevo capítulo en la historia de los ataques del kirchnerismo a la prensa.

El Presidente replicó un tuit –que luego de unos minutos borró– avalando un mensaje que trataba de “vergüenza nacional” a la prensa argentina. Ocurrió luego del entredicho que mantuvo su portavoz –la periodista- Gabriela Cerruti con la periodista del diario La Nación Cecilia Devanna cuando ésta última le preguntó sobre el supuesto malestar de Estados Unidos por las declaraciones de Alberto Fernández en Rusia.

Lo que a Cerruti y a Fernández les crispa los nervios es que el periodismo como instrumento de la vida democrática, no está para ser condescendiente con el poder de turno.

El relato del falso progresismo choca de frente con la realidad. La historia del kirchnerismo es largamente redundante en los ataques a la prensa y la libertad de expresión, pero parecería que Alberto Fernández olvidó que se sirvió de los medios de prensa durante sus años fuera del poder para convencernos de que era el menos cristinista de los kirchneristas, y el único dirigente que realmente había comprendido el legado de Néstor. Hay decenas de archivos que documentan sus críticas. Archivos que hoy tenemos que escuchar una y otra vez para refrescar la memoria y resignarnos a que el hoy compañero de fórmula de su propia jefa política es la misma persona que nos juraba que no compartía su ideología, sus pensamientos y sus acciones.

Sería bueno que el primer mandatario haga memoria por al menos dos motivos: gratitud con la prensa en aquellos tiempos por un lado, y para dejar de hacer papelones públicos por el otro, mientras viste su nuevo disfraz.

El fantasma del buen kirchnerista establece que el gobierno no paga los costos políticos

Hablando de historias que se repiten, en la semana vivimos un nuevo capítulo de la serie de una serie trillada: la Nación revoleando servicios que son de su competencia a la Ciudad de Buenos Aires.

Ocurrió con el traspaso de la Policía, con el de los subterráneos y ahora intenta repetir la fórmula con las 32 líneas de colectivo que circulan por la Capital Federal. El trasfondo es político y económico. El gobierno nacional tiene la necesidad de aplicar un fuerte ajuste para reducir gastos y subsidios en sintonía con las demandas del Fondo Monetario Internacional.

Esta urgencia va directamente en contra de las prácticas del manual del buen kirchnerista y el Gobierno no quiere pagar el costo político. Teme que su base electoral sufra algún tipo de desilusión.

El malo de la película, si la movida se concreta, será Horacio Rodríguez Larreta quien recibiría parte del transporte público sin subsidios y estaría obligado a elevar el costo del pasaje dentro de los límites de CABA. Una medida que el gobierno nacional ideó sin tener en cuenta que los usuarios de todas las líneas de colectivo son en su mayoría del conurbano bonaerense y el AMBA.

Eliminar subsidios por jurisdicción con criterio clasista y como herramienta de castigo político sin planificación técnica conlleva a un nuevo fracaso que ya hemos vivido: la segmentación de tarifas de la energía eléctrica. Vivir en un determinado barrio de la Capital o el Conurbano no necesariamente define el perfil socio- económico del contribuyente. “Será tiempo perdido. Y cuando lleguen las boletas de luz con el aumento correspondiente la inequidad será tal que lloverán las denuncias en la Justicia y los amparos. Es inaplicable” –aseguró un especialista en eficiencia energética.

El aumento del 32 por ciento a los jubilados que el Presidente anunció por sus redes sociales sigue en línea con el ajuste al que vienen siendo sometidos los adultos mayores. ¿Puede una persona adulta vivir con 32 mil pesos por mes?

Por supuesto que en el país de los privilegios no todos tienen la misma suerte. Mientras los niños y los jubilados sufren la pobreza en carne viva.

La vicepresidenta en funciones sigue cobrando dos pensiones vitalicias por un valor que ronda los tres millones de pesos por mes.

La Justicia debería revisar y definir el tema lo antes posible.  

La Argentina vive un loop constante de errores no forzados e injusticias que nunca terminan. Lamentablemente, no hay nada nuevo bajo el sol.