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GOBIERNO

Sin conexión con la realidad

La falta de un plan económico serio para combatir la inflación es uno de los vacíos que arrastra este gobierno.

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‘Solo le pido a Dios...’ Alberto Fernández. | Pablo Temes

La vorágine por la que transcurre la realidad de la Argentina es tal, que lo estrepitoso que ocurre en un día cualquiera es superado por un hecho de un estrépito aun mayor que sucede al día siguiente. El 3,9% de inflación de enero parece haber ocurrido hace meses. Como todos los lectores saben, el dato se conoció a principios de la semana que pasó.

La inflación proyectada por el Gobierno para todo 2022 tiene un piso del 40% y nadie oculta que será varios puntos más alta. Las principales consultoras privadas la ubican en torno al 60%. La quita de subsidios a la energía, el aumento de los servicios públicos, el mencionado índice de precios al consumidor del mes de enero del 3,9% –pero con una ponderación de casi 5 puntos para el rubro alimentos– pulverizan los cálculos oficiales. Pero hay algo más triste: la falta de reacción y la contaminación ideológica de las pocas ideas que circulan por el Frente de Todos contra Todos. Al mismo tiempo que se conoció la inflación del primer mes del año, la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, confirmó que el Gobierno planea la creación de una Empresa Nacional de Alimentos. ¿El objetivo? Fijar precios de referencia.

¿Suena conocido? Control de precios; precios máximos; precios cuidados; congelamiento de precios, y una larga lista de iniciativas con destino de fracaso que demuestran que no se puede alcanzar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Al fracaso que, de prosperar la iniciativa de este engendro nacido de mentes que atrasan todos los días un poco más, habrá que agregarle la oleada de corrupción que traerá consigo. La Empresa Nacional de Alimentos será una caja más de la cual se servirá el kirchnerismo duro para sus “negocios”.

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La falta de un plan económico serio con medidas de fondo para combatir la inflación es uno de los vacíos que arrastra este gobierno desde el comienzo de su gestión.

“El acuerdo con el FMI traerá un ajuste inevitable, pero me atrevo a decir que la propia impericia local empoderó al Fondo para que venga a imponer un plan más o menos lógico para frenar la emisión y los excesos de la macro cometidos por este gobierno”, aseguró un economista de consulta, quien con una buena cuota de sentido común –de la que a diario demuestra carecer Alberto Fernández– agregó: “Si el acuerdo incluye los desembolsos proyectados, los niños cantores del oficialismo ya no podrán repetir que el gobierno de Macri accedió a un préstamo descabellado porque la historia para los Fernández es bastante similar”.

La cercanía de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es un catalizador que agudiza las peleas dentro del oficialismo. Nadie sabe a ciencia cierta qué va a suceder cuando el entendimiento deba ser sometido al Congreso para su aprobación. La indicación –en verdad, debería decirse la orden– de Cristina Fernández de Kirchner de que el proyecto se trate primero en la Cámara de Diputados y no en el Senado es una muestra clara de su poca o nula voluntad de darle respaldo político a esta iniciativa del Presidente, clave para el devenir de la economía argentina. Surge en medio de tanta disputa un interrogante de significativo peso político: ¿qué hará Axel Kicillof?   

Al respecto de este acuerdo, hay que tener en cuenta la decisión política del gobierno de Joe Biden de apoyarlo. La trastienda de este apoyo es abundante en complejos vericuetos por los que han debido moverse activamente los pocos funcionarios que tienen una cabal comprensión de cómo funciona el mundo. Entre ellos, uno de los que han tenido una tarea más dura, ha sido el embajador argentino en los Estados Unidos, Jorge Argüello. Enmendar los desaguisados de AF y su troupe no ha sido –ni será– una tarea fácil.

El 10% de la provincia de Corrientes está siendo devorado por el fuego. El ministro de Ambiente, Juan Cabandié, sobrevoló la provincia a más de veinte días de desatado el desastre. Las acusaciones cruzadas con la Nación demuestran que la incapacidad reinante es una de las causas del desastre. Cabandié es un militante político de La Cámpora sin ninguna experiencia en la materia. Es un error de la mayoría de los gobiernos ocupar con cargos políticos carentes de pericia técnica los ministerios, secretarías o subsecretarías vinculadas al cuidado del medioambiente. El rabino Sergio Bergman, que comandó esa cartera entre diciembre de 2015 y septiembre de 2018, tampoco la tenía. La improvisación y los favores políticos son hoy una condena que hipoteca el futuro y la riqueza natural de nuestro país. Ayer fueron los incendios en el sur –en donde todavía persisten algunos focos ígneos–, hoy es Corrientes y mañana podrá ser cualquier otro lugar. El accionar será siempre el mismo.

Mientras tanto el presidente Alberto Fernández, que evidentemente no tiene el pulso de la dimensión de la tragedia que ya llegó a los medios internacionales, se paseó por Mar de Ajó y se puso a atajar penales en la playa con un grupo de chicos en un balneario público. En lugar de mostrar empatía, preocupación y acciones concretas por el avance del fuego, optó por quedar desparramado en la arena demostrando –una vez más– su pasión por hacer el ridículo. “Fue un momento de distensión que compartió con chicos locales y turistas del lugar. No se le puede criticar cada cosa que hace. Eso también lo humaniza y lo conecta con la gente”, dijeron cerca de su entorno, aunque admitieron que “probablemente no fue el momento más oportuno”. Es que, junto al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y la diputada Victoria Tolosa Paz, el jefe de Estado celebró los resultados de la temporada 2022 en una recorrida por el Partido de la Costa.

Estas “bajadas a territorio” –como se las llama– se hacen respondiendo a un plan cuidadosamente diseñado donde nada resulta auténtico. A juzgar por los resultados, el Presidente y sus asesores deberían repensar detenidamente estas iniciativas. Alguien debería recordarle a AF que del ridículo nunca se vuelve.