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Clásicos

Cuestión de generosidad

25_07_2021_Cedoc_Perfil_Perfil
Redacción Perfil | Cedoc Perfil

Soy la letra más cuestionada. Al mismo tiempo, querida y rechazada. Me llaman de todas partes sin ocupar el lugar que me corresponde. Y sin embargo, podría servir de intermediaria. Según parece, promuevo la igualdad, o al menos atenúo las generalidades. Eso dicen ellos, los sujetos del lenguaje, y si están “sujetos” a él, quizá en tanto letra (“e”) consiga liberarlos de las problemáticas de género. No es fácil determinar un error cuando la voluntad es el cambio. Entiendo que mi omnipresencia puede arruinar la musicalidad de ciertas frases o entorpecer la comunicación. Sin embargo, me parece original el esfuerzo que algunos realizan, considerando la posibilidad de aprender a hablar nuevamente en cualquier etapa de la vida. No todo está dado. Claro que algunos saben disponer de mi presencia de manera espontánea y otros no siempre llegan a tiempo con la terminación. 

La gramática me rige, pero estoy al servicio de los hablantes. Como lo mencioné, me nombran a cada rato para apagar el fuego de las desigualdades. No creo poder hacerme cargo, ni tampoco estoy convencida de mi influencia; soy la pieza de un principio (en su doble acepción), aunque desacomode la lengua. ¡Pensar que un autor francés escribió toda una novela sin mí! Y encima la tituló La desaparición (disparition, en francés funciona…). Una novela completa sin la letra “e”, y algunos lectores ni se dieron cuenta. Entonces, si puedo estar excluida de una historia, en otra podría ser la protagonista, y nada menos que de la inclusión. Quién sabe cómo sería, a los clásicos nunca se los reconoce en su tiempo.