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Daniel serrucha despacito

Un chico llega a la casa, de vuelta de la escuela, y saluda a su mamá con el clásico: —Hola, ma... ¿Qué hay para comer hoy? Y la madre le responde, visiblemente compungida: —Nada, hijo. El pibe se queda con los ojos clavados en un rincón de la cocina y le dice: —¿Y si nos comemos el loro al horno?

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Un chico llega a la casa, de vuelta de la escuela, y saluda a su mamá con el clásico:
—Hola, ma... ¿Qué hay para comer hoy?
Y la madre le responde, visiblemente compungida:
—Nada, hijo.
El pibe se queda con los ojos clavados en un rincón de la cocina y le dice:
—¿Y si nos comemos el loro al horno?
—Querido, falta gas –se pone aún peor la mujer.
—Entonces, ma, prendo un fueguito y lo hacemos frito o de última hervido. ¿Eh? —Es que no tenemos leña y el aceite está carísimo...
El chico besa a la madre y sale a la vereda, mientras ella se encierra en el dormitorio. Entonces grita el loro:
—¡Viva Cristina, carajo!
Me aseguran que Daniel Scioli casi se descompone de la risa con este chiste de dudoso gusto y exagerada actualidad que circula por una cadena de mails donde figura copiado, pero me fue imposible confirmarlo: el gobernador decidió no hablar con este diario (ni en chiste ni ebrio ni dormido) para evitar enroscados e incomprensibles enojos de la Casa Rosada.
Lo cierto es que el gobernador bonaerense se parece bastante al lorito del cuento. Ya fue mascota electoral dos veces, tantas otras se lo quisieron comer crudo, fue recluido por Cristina en el rincón de los adornos mientras ambos convivieron en el Senado y él, parco pero persistente, supo sobrevivir a cualquier contingencia política gritando ¡viva Kirchner!, sin distinción de géneros.
Su papel durante la guerra con el campo le trajo, hasta ahora, algunos costos y también grandes beneficios. Cuando estalló la crisis, Scioli estaba en Brasil y dijo: “Confío en la capacidad de la presidenta Cristina para resolver esta situación”. Lo retaron fuerte: en política, confiar en la capacidad del otro es afirmar que el problema es del otro. Entonces se ofreció como mediador. Lo retaron fuerte. Entonces redujo su perfil y fue premiado con la vicepresidencia del PJK, porque todos saben (y mucho más lo sabe Néstor Kirchner) que 2009 será un año electoral y Scioli hoy sería más necesario que nunca: una encuesta que el gobernador pudo ver casi al mismo tiempo que el chiste del lorito cristinista salvado por la escasez indica que, en el territorio de su provincia, la Presidenta logra apenas un 26% de imagen positiva y él, con el 46%, aparece casi empatado con Don Néstor (47%). En el entorno del ex motonauta se entusiasman con que empieza a quedar vacante un espacio aún difuso, el del post-kirchnerismo, y que él es quien en mejores condiciones está para ocuparlo con vistas a las presidenciales de 2011.Todo eso está por verse. De todos modos, una relación medio esquizofrénica de mutua utilidad y febril competencia entre Balcarce 50 y La Plata ya está en marcha.
Scioli, cuando asumió, se opuso a mantener en el Ministerio de Economía provincial a Carlos Raúl Fernández, porque lo consideraba un “espía” de Kirchner. Y ahora se opuso a que el mismo Fernández se llevara al Ministerio de Economía de la Nación, para ocupar el lugar de virtual viceministro, a Alejandro Arlía, quien se ocupa de la neurálgica relación con los intendentes, sobre los que Kirchner viene ejerciendo un liderazgo personalizado.
En línea con esa jefatura, y para seguir profundizándola sin interferencias, Don Néstor asumirá la presidencia del PJ el viernes 14 en la cancha de Almagro, ubicada en José Ingenieros, es decir, en pleno corazón de ese polvorín llamado Gran Buenos Aires. Y Scioli, atento a la renovación partidaria que se viene en la Provincia, tiene previsto inaugurar la Escuela Superior Peronista en la mítica casa de la calle Gaspar Campos, en Vicente López, que habitó el mismísimo general cuando regresó a la Argentina. Dicen que Kirchner no va a ir. Otros dicen que sí. De esas mínimas disputas dependen los grandes objetivos de ambos.
Hace una semana, Daniel Osvaldo Scioli desplegó todos sus reflejos para ser el primero en llegar al momento exacto de la liberación del joven Ariel Perretta, secuestrado durante 16 días. Y mostró idéntica tonicidad muscular al decidir quedarse bien lejos de la reaparición de Juan Puthod, cuyas 24 horas en carácter de “desaparecido”, en Zárate, llenaron de dudas al marido de Karina Rabolini, quien venía entonado con una conclusión muy reciente: la llegada junto a Cristina a los fuegos entrerrianos, 13 días después de iniciados y sin la mínima chance de sobrevolarlos durante más de 10 minutos, le pareció una foto perjudicial para todos.
En las asambleas agrarias bonaerenses de ayer se insistió con la posibilidad de marchar hasta la Gobernación para exigir “definiciones claras de Scioli, que terminó siendo el gran ausente de la crisis”. A él le parece injusto. La Fundación Banco Provincia, que comanda su bella esposa, acaba de efectivizar una importante donación a la Fundación Los Grobo, que, como su sobrenombre lo indica, pertenece a los megasojeros Grobocopatel.
Esa es la circunstancia actual de Daniel. Serrucha despacito. Y si lo apuran: ¡Viva Cristina, carajo! Por ahora.