La semana pasada, en Tordesillas, España, se “celebró” la fiesta anual del Toro de la Vega, que consiste en soltar a un toro de raza por las calles y hacerlo arrear hacia campo abierto por una jauría humana. Una vez allí, decenas de jinetes lo lancean hasta la muerte. Este año, el ganador del Torneo Toro de la Vega, el que dio el puntazo final a “Elegido”, un torazo ya de rodillas, mugiendo, babeando y sangrando por todo el cuerpo, pero aún desafiante, fue el joven Alvaro Martín Fernández, “Portu”, que por esa hazaña devino el “héroe del pueblo”. El edificante espectáculo puede verse y oírse en: http://www.youtube.com/watch?v=f3tcOrUXcIU.
También hace unos días, pero en Buenos Aires, se conoció una resolución de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense, que elimina los aplazos (1 al 3) a los alumnos de primaria, estableciendo la nota más baja en 4, hasta 10, a partir de cuarto grado. En primero, segundo y tercero, las calificaciones serán “muy bueno”, “bueno” y “regular”. Así, el 4, la nota más baja, dejará de ser un aplazo y “expresa al alumno que no ha aprobado”, según el presidente del Consejo Superior, Marcelo Sarlenga (http://www.lanacion.com.ar/1726293-eliminan-los-aplazos-de-la-escuela-primaria-en-la-provincia-de-buenos-aires). Entre otras razones, estos cambios apuntan a “poner eje en las condiciones institucionales de los alumnos” y a no “estigmatizarlos”.
Por esos mismos días, el frustrado asaltante filmado por su víctima canadiense en pleno día en el barrio de La Boca, apareció libre como un pájaro ante las cámaras de TV explicando sus razones, mientras en las redes sociales se acusaba a su víctima de tratar de hacerse famoso y de “estigmatizar” a su agresor.
Se preguntarán ustedes qué tendrán que ver la tortura y el crimen del toro, esa fiesta medieval, con los cambios en educación y un asalto de tantos en la calle. Poco, la verdad, salvo en que son expresiones de la estupidez humana; una que perdura y otra que aparece. Aquella, medieval; explicación última de la crueldad; ésta posmoderna; un relativismo que cree cambiar las cosas cambiándoles el nombre o la manera de contarlas. Una, estúpida en defensa de la tradición; otra, en la de un formalismo abstracto, superficial.
Veamos. El “aplazo” desaparece; el 4 deviene la nota más baja. Si no es un aplazo; ¿qué es? ¿Acaso un “no aprobado” es menos “estigmatizante” que un “reprobado” o un “aplazado”? ¿Acabaremos eliminando el 10 para no “favoritizar”? ¿Qué diablos quiere decir “la condición institucional” de los alumnos? ¿Acaso eliminando el “estigma” se les quitarán el hambre y la ignorancia?
Otro: para no “estigmatizar” a los pobres, el artículo 5 de la Ley 26.281/07 del Ministerio de Salud prohíbe “realizar reacciones serológicas para determinar la infección chagásica a los aspirantes a cualquier tipo de empleo o actividad”, con lo que además de condenar a muchos pobres a desconocer su enfermedad, se crean una serie de contradicciones médico-laborales que no es posible comentar aquí, pero que no favorecen precisamente a los pobres.
Lo del ladrón filmado devenido víctima se inscribe en otra de las posturas y modas posmo: el ultragarantismo judicial y esa vitrina saturada de lo-primero-que-me-viene-a-la-cabeza que ha devenido internet.
Los resabios de la cruel estupidez medieval en España no son sólo asunto de un grupo de lanceros con problemas de hombría. Fernando Savater, un sincero y versado defensor de la educación, declaró hace poco que “prohibir las corridas de toros es un acto propio de la Inquisición”. Allá, toros; aquí, “Futbol para Todos”; violencia y sangre incluidas. Así, no resulta difícil imaginar a cualquiera de nuestros educadores e intelectuales nac and pop proponiendo legalizar las corridas de toros, si alguna vez la Secretaría Estratégica de Coordinación del Pensamiento Nacional descubre que se corresponden con nuestra tradición.
Los pobres tendrán que seguir aspirando al Paraíso. Y eso, siempre que Dios los coja confesaos…
*Periodista y escritor. Acaba de publicar, junto a Mario Bunge, ¿Tiene porvenir el socialismo? (Eudeba)