El Correo de los Lectores que se publica hoy ofrece una curiosa coincidencia, no habitual en la sección: con mayor o menos precisión y nivel de análisis, varios firmantes de cartas recibidas se refieren a textos publicados por tres responsables de columnas en ediciones de la semana anterior: una de ellas, la habitual nota editorial de las contratapas, cuyo responsable es Jorge Fontevecchia; otra –que se llevó tres de las cartas críticas recibidas–, la que Beatriz Sarlo suscribió el domingo 24 en la página 10, bajo el título “Con corbata y en inglés”; la tercera, del filósofo Tomás Abraham, titulada “La detención de Milagro Sala” y editada el sabado 23.
- La columna editorial de Fontevecchia “La presunta ilogicidad de la ilusión” es mencionada por el lector Claudio H. Sanchez (un habitué del Correo de Lectores), en la página anterior, y por el periodista y dirigente político peronista Carlos Campolongo en una carta enviada al autor del texto criticado. En ambos casos, se trata de poner en su contexto político-histórico el eslogan “Argentina Potencia”. Fontevecchia atribuyó erróneamente su autoría a la dictadura 1976/83, y tanto Sánchez como Campolongo aclaran que no fue el régimen militar sino el peronismo de los 70 el que empleó la frase públicamente. Campolongo señala en su breve mail que fue el propio Juan Domingo Perón el creador de esa frase (es muy probable que, considerando su versación justicialista, esté en lo correcto) aunque hay historiadores que la consideran un conjunto de apelaciones alentadas desde los sectores de ultraderecha referenciados en José López Rega. De hecho, el “Argentina Potencia” fue rechazado como eslogan por las líneas de izquierda del peronismo de la época, que habían elegido “Patria socialista” como recurso identificatorio. Es de recordar que “Argentina Potencia” solía aparecer en los discursos del lopezrreguismo. Vicente Palermo, sociólogo, cofundador del Club Político Argentino, becario Guggenheim y columnista habitual en medios masivos, afirmó que el eslogan fue acuñado antes del peronismo del 73/76: “La retórica decadentista tuvo un momento alto con el general (Juan Carlos) Onganía (N. de R.: dictador entre junio de 1966 y junio de 1970), en cuya presidencia nació el eslogan de la Argentina Potencia –una imitación, a su vez, del Brasil Potencia de los generales del 64–, poco después retomado por el general Perón” (cfr. Sal en las heridas: las Malvinas en la cultura argentina contemporánea, 2007, Premio Nacional de Cultura 2012).
- Tres lectores comentan con acritud lo escrito por Beatriz Sarlo en su artículo del domingo 24, definido por PERFIL como “una mirada atenta del viaje presidencial al Foro Económico Mundial”. Es curioso lo que desarrollan los tres lectores molestos por las apreciaciones de Sarlo, a quien suelen elogiar desde que comenzó con sus colaboraciones en este diario. Hace algunas semanas tanto el jefe de Redacción, Javier Calvo, como este ombudsman, puntualizaron que en algún sector de lectores de PERFIL se ha dado un cambio de actitud respecto de los contenidos, por entender –esos seguidores habituales– que, con el cambio de gobierno, este diario pasó de oponerse a la administración krchnerista a oponerse a la administración macrista. Una vez más, debo decir que resulta extraño que algunos lectores identifiquen a PERFIL con facciones, cuando en realidad de lo que se trata es de hacer periodismo y alentar la pluralidad, sólo eso. Por lo tanto, que Sarlo haya comentado ácidamente buena parte de las decisiones del cristinismo (algo que sigue haciendo, por otra parte) no es obstáculo para que ahora emplee la misma actitud al marcar errores o acciones criticables del gobierno actual. En definitiva, de lo que se trata es de leer con ambos ojos, y no con una sesgada actitud pro o anti.
- Finalmente, el artículo de Tomás Abraham, publicado el sábado 23. Es un caso similar al anterior: el lector Jorge Drab se manifiesta seguidor de las columnas del filósofo, pero no soporta que Abraham haya expuesto una opinión contraria a la suya en el sentido de calificar a Milagro Sala como víctima de un sistema al decir: “¿Qué derecho tiene un colla cuando es vejado en su condición humana y marginado de la sociedad?”.
Un interesante artículo publicado por TecCom Studies (Estudios de Tecnología y Comunicación), define la columna de opinión para diferenciarla de otros géneros: “Su objetivo principal no es narrar o describir los acontecimientos, sino emitir juicios de valor acerca de ellos. Los analiza, interpreta y valora en función de sus convicciones personales o de las opiniones que el medio deba aportar al respecto. Su principal actuación consiste en posicionarse a favor o en contra de un hecho, argumentando tal decisión con matices convincentes y aclaratorios para el receptor del medio”. Esto es, justamente, lo que Sarlo y Abraham desarrollaron en su artículo. Nada enriquece más que la diversidad de opiniones.