Solíamos discutir teorías de lo más disparatadas. En alguna ocasión (¿entierro de mi tía?), sugerí que en el futuro inmediato no hará falta acudir al anquilosado sistema judicial para ejecutar sentencia(s), ya que al quedar inventariado digitalmente en un dispositivo de almacenamiento todos nuestros actos cotidianos, será la misma maquinaria de Inteligencia Artificial la que evaluará nuestra conducta al instante, y sin equívocos; su fallo será de carácter inapelable, lo que llevaría más temprano que tarde a la autoregulación de la sociedad civil. Si por caso cruzáramos un semáforo en rojo, nuestro bot personal tomaría nota de la penalidad, y así. De manera que mejor no intentarlo. Marcos, por su parte, no desestimaba del todo mi idea, solo que insuflaba algunos interrogantes que, desde luego, no pude responder entonces. Y hoy tampoco. ¿Que pasará con los ricos? ¿Con los famosos y con los poderosos? Si en tu nueva etapa 100% registrada cuya perdida de individualidad se hará tan insoportable como lo era en la época de los faraones, los que antes guardaban privilegios, cuando la justicia fallaba siempre a su favor, ¿dónde estarán en esta nueva etapa? ¿En el mismo lugar?
Mientras enhebro estas líneas, me encuentro en la Comarca andina del Paralelo 42, a escasos kilómetros del río Quemquemtreu. Los vientos del oeste llegan débiles, tamizado el potencial en los estrechos pasos y valles que transforman el aire húmedo en susurro, el mismo que baña las cuencas del pasado geológico. La casa de Marcos es diminuta, aunque confortable. En el living, además del sillón de cuerina marrón, detrás de la oscuridad absoluta, viven dos pequeñas lámparas de pie, ubicadas a ambos extremos de lo que parece ser un escritorio ordinario. El suelo está frío y mojado como celda zoológica. Una silla plástica descansa delante de una mesa enchapada color rubí, vetusta, con patas de madera.
En la comarca, los picos más altos tienen entre 2.000 y 2.500 m.s.n.m. Los picos más altos son: cerro Tres Picos (2.492 m.s.n.m.) en el borde sudoeste de la comarca, y el Aguja Sur (2.298 m.s.n.m.) al oeste de lago Puelo. También destaca el cerro Hielo Azul (2.248 m.s.n.m.) con en glaciar donde nace el río Azul al oeste de El Bolsón. Aunque el más conocido por su proximidad a El Bolsón es el cerro Piltriquitrón (2.260 m.s.n.m.) al este de la ciudad. Existe un marcado gradiente de precipitaciones en la dirección este-oeste. El estiaje tiene lugar a principios de otoño, pero este año se ha adelantado, debido a la escases de precipitaciones y la insolación que evapora los cursos de agua. “Esto es lo que me preocupa”, aporta Marcos, que llegó a El Bolsón en 1985, con la convicción de que allí podría fabricar una familia alejada de la contaminación urbana. Jamás tuvo casilla de correo electrónico, ni celular, mucho menos redes sociales. Hoy incluso, vive sin internet, junto a Ana, que es una mujer de lo mas encantadora. Anidan allí, junto a la pareja, sus cuatro hijas; la más grande, Alicia, planea dejar el lugar el año próximo para estudiar Paisajismo en Bariloche. Marcos clausura la charla de forma atolondrada: en ningún lugar estarás tan bien como acá. (Alicia estira la humanidad hasta quedar a dos sílabas de distancia. Solo ahí, me confía: “Apenas llegue, me saco una cuenta de Instagram”.)