Polarización, fragmentación y falta de representación política es un algoritmo difícil de resolver para la oposición. Esta se pregunta qué hacer para convertirse en alternativa política.
La realidad electoral nos dicen que hay más opositores que adherentes al gobierno. Si miramos los resultados de octubre hay un 40% de la sociedad que hoy encuentra un vocero mientras el 60% restante no lo tiene. El 31% que obtenemos sumando a todos los lemas peronistas parece ficticio en tanto no expresen una política común. Podría aducirse que todos los que votaron por candidatos peronistas lo hicieron en contra del gobierno nacional y que los gobernadores y diputados que se abren del bloque de Unión por la Patria los están traicionando. Pero así como hubo provincias con gobernadores totalmente enfrentados al Mileismo, en otras el triunfo se logró en virtud que a pesar de diferenciarse el gobernador mantenía diálogo abierto con la Casa Rosada.
Tenemos luego los casi 7% de votos de Provincias Unidas que se definen como opositores pero también como antikirchneristas. Tenemos los 4 puntos de votos de la izquierda que en segunda vuelta seguramente votarían por candidatos peronistas y 18 puntos dispersos entre fuerzas políticas heterogéneas.
A esta fragmentación debemos sumarle una caída de 8 puntos en la presencialidad histórica en elecciones intermedias que entre 2005 y 2017 fue en promedio del 76% . El 68% de este año es el menor desde la reinstauración democrática en este tipo de elecciones.
Miremos ahora un poco dentro de la principal fuerza de oposición. Todo es tensión e indefinición. Por un lado tenemos un kirchnerismo cada vez más cuestionado por la dirigencia política pero con una Cristina Kirchner que aun marca 40 puntos de imagen positiva y continua teniendo dirigentes leales en las cámaras de diputados y senadores. Por el otro aparece Kiciloff que trata de diferenciarse de Cristina, pero aun no lo consigue. Quizás ahora que obtuvo el endeudamiento intente profundizar su distanciamiento.
Hay otro polo de poder en gobernadores del interior pero mucho más débil, limitados en la posibilidad de confrontación por la falta de recursos en económicos. Y también dirigentes del interior que se abrieron del kirchnerismo. Por ahora como dice Saenz los gobernadores del interior quieren dialogar esperando que el poncho aparezca. ¿Si no aparece confrontaran? El otro dirigente de peso es Sergio Massa, que en esta etapa está dependiendo de cómo se resuelva la pelea dentro del justicialismo. Toda esta ensalada aparece reflejada en la profucion de bloques legislativos.
A la oposición no parece alcanzarle con un potencial deterioro del gobierno para ser alternativa política.
Las banderas de producción, generación de trabajo con un Estado activo que coadyude al desarrollo económico parece ser un factor que podría generar un programa en común tanto dentro como fuera del peronismo. Pero eso necesita la emergencia de una dirigencia que no evoque los errores del pasado.
Hay además otro factor que complejiza la situación. El nuevo marco geopolítico. Macri falló en su gobierno a pesar de tener el apoyo del FMI, Milei tiene su mismo nivel de aprobación de gestión, también tiene al apoyo del FMI pero le suma a Trump. Esto le genera a la oposición el interrogantes de si debe ser fuertemente confrontativa con el conjunto de las políticas de Mieli y también con Trump o debe construir una alternativa de poder que enfrente las políticas extremas del liberalismo, asuma banderas económicas que hagan al desarrollo nacional pero que tienda puentes con Washington en tanto los republicanos se mantengan en el poder. No por nada muchos están pendientes de lo que suceda en las próximas elecciones intermedias en el país del norte.
*Consultor y analista político.