He leído con atención la nota de Marcelo Gioffre, acerca de mi réplica a su artículo sobre Doña Petrona (DP). Alguna razón tiene en su comentario. Es cierto que me molestó su cuestionamiento a DP. Eso me llevó a responder de una manera políticamente incorrecta. Pido disculpas. Debería haber dicho lo mismo, pero sin diagnósticos.
Estoy de acuerdo, como dice Marcelo (¡a esta altura ya podemos tratarnos menos formalmente!) en que el Gobierno “debe cambiar su rumbo, que no debe haber pobres durmiendo bajo los aleros de los edificios, que no hay que discriminar a los viejos (¡gracias por la parte que me toca!), que debe haber una mejor educación pública, que es una sociedad violenta, que apaña lúmpenes, que arregla a los pobres con subsidios al transporte”. También concuerdo en que “no se puede ser patriotero en un mundo globalizado que requiere porosidad e interacción económica y cultural. Que hay que decodificar pedagogías ocultas que nos contaminan”. Estoy convencido de que “debemos desenmascarar brujerías y pócimas, que los pobres tienen derecho a ascender y que hay que modificar la sociedad feudal y de castas. Que no hay que subsidiar el populismo”.
Yo agregaría la necesidad de una mejor salud pública, alimentación para los niños, ni que hablar de la educación, atrasada en comparación con varios países latinoamericanos, 30% de adolescentes consumen regularmente alcohol en forma excesiva, somos el país de América con mayor consumo de cocaína, 2,9% de la población, 40% de las mujeres no se hace el Papanicolau y otras tantas carecen de sus mamografías. Y unas cuantas cosas más que el Estado observa y describe como si pasara en algún país lejano. Seguro que estará también de acuerdo con esto. Vayamos al punto 3.
Aclaraciones: Marcelo (¿nos tuteamos?), me acusás de falsedad ya que “nunca dijiste que DP no sabía cocinar”; es verdad, sólo dijiste “que daba recetas con vaguedades exasperantes e ingredientes imposibles de hallar, que sus postres eran más para mirar que para comer”. Daba para una interpretación ambigua. ¡Concedémelo!
No acuerdo con que las recetas de DP tenían bastante grasa; bueno, más o menos como casi todas las que siguen haciendo en las decenas de programas descendientes de Buenas tardes, mucho gusto, y las que contienen todos los restaurantes, bares, deliveries, kioscos escolares, etc. Desde que DP dejó de existir, la obesidad se duplicó en Argentina. Los problemas de colesterol se deben principalmente al consumo de carne y los de obesidad, a las bebidas azucaradas y la industria de la alimentación que, en conjunto con las publicidades en televisión, han logrado que el 60% de los argentinos tengan sobrepeso, una tercera parte de los niños también, El 25% padece de colesterol elevado, la hipertensión alcanza al 40% de los adultos y tenemos 10% de la población mayor de 18 años con diabetes. Todo esto post Petrona.
Podemos atenuar su rol como abanderada de los productos nocivos.
No puedo dejar de mencionar que el juego se impulsó desde el Estado de una manera burda, y la salud no está presente en los discursos que oímos.
Finalmente, mi gran duda: el populismo, las pedagogías contaminantes ocultas, las brujerías, las pócimas, el avance la pobreza y las villas de emergencia, la violencia general y de género, las barras bravas y los trapitos, ¿¡qué tienen que ver con las tortas de Doña Petrona!? Aquí es donde me pierdo, irremediablemente. Como vos decís, los hechos son sagrados.
Si me das uno, lo tendré en cuenta; mientras tanto, seguiré pensando que culpar a Petrona de todo esto y a mí como su “Juanita” (para los más jóvenes, era su asistente de toda la vida) política, es decir su cómplice… ¡es muy fuerte!
Prefiero seguir mirando críticamente a nuestros gobernantes, sus socios, los socios de sus socios y a todos nosotros, que los hemos votado.
Por ahora, y para mí, Doña Petrona puede seguir descansando en paz.
*Médico.