Gustavo Druetta*
El recurso a las “Vidas paralelas” de Plutarco sirve para contextualizar jóvenes deslices del General César Milani, como la firma del acta “trucha” de deserción del estudiante y militante de izquierda riojano Alberto Ledo, desaparecido en Tucumán en junio de 1976 cuando cumplía su servicio militar en el Batallón de Ingenieros donde revistaba el hoy preso en Ezeiza.
Descartando razones atenuantes por su jerarquía subalterna, el juez actuante adujo que “aun siendo subteniente (en la jerga cuartelera un “perro” cumplidor de las tareas más duras del servicio) no podía ignorar que se estaba aplicando un método sistemático de desaparición de personas”. La teoría del “dominio del hecho” prescinde de pruebas inasibles y otorga credibilidad a los testimonios de las víctimas.
La biografía iniciática del otrora poderoso general nac&pop, enjaulado primero en La Rioja por el secuestro y torturas de un padre, su hijo y una joven riojana en 1976/77, se contrapone con su nombramiento como jefe del Ejército y espía del gobierno, que anuló en 2003 las leyes de los ’80 y ‘90 exculpatorias de uniformados y civiles acusados de crímenes de lesa humanidad, pero otorgó impunidad a los comandantes guerrilleros.
Por otra parte, fenecida la protección kirchnerista, la libertad del “autocrítico” Teniente General Martín Balza, ex jefe del ejército y virtual “ministro de defensa sin cartera” del menemismo -y embajador de Néstor y Cristina F. de Kirchner en Colombia y Costa Rica hasta el 10 de diciembre de 2015- ha quedado a tiro de fiscal.
La comparación entre ambos remite a la querella contra Balza –alias el “Baquetón”- presentada desde 2010 por deudos de desaparecidos en 1979/1980, algunos ingresados en la “contraofensiva montonera” por el puente Uruguayana-Paso de los Libres. Revisemos su historia. El 22 de septiembre de 1955 asume la presidencia provisional el General Eduardo Lonardi, jefe de la “Revolución Libertadora”. Balza se recibirá de subteniente a fin de ese año, cuando la “Marcha de la libertad” preside todo fasto castrense. Verá cómo los oficiales egresados durante el peronismo son obligados a limar de la hoja de sus sables la rúbrica del “tirano prófugo”.
Hipotéticamente impactado por el fusilamiento de 17 camaradas en junio 1956, el supuesto ethos democrático del entonces Teniente Primero y luego Capitán Balza brillaría por su ausencia (a diferencia de decenas de oficiales punidos) frente a los golpes de Estado de 1962 y 1966 y, ya siendo Mayor, en 1976. Seguía su brillante carrera en unas Fuerzas Armadas que autores peronistas y marxistas acusaban de “ejército de ocupación”.
La excepción es la de Malvinas, donde combatirá junto a subalternos condecorados por su valor, hoy presos de lesa humanidad y que nunca tuvieron la oportunidad de discursear una “autocrítica” desde la cúspide castrense, sin riesgos, como hizo Balza en 1995, para curarse en salud.
Veinte años después de 1955, el joven Milani egresaba con su sable rubricado por Isabelita. Nuevamente “autonomizadas” del orden constitucional, las Fuerzas Armadas volvían a subvertirse el 24 de marzo de 1976, fecha que hoy simboliza la memoria cumbre del horror. En enero de ese año, Milani había iniciado su carrera militar con mínimas facultades de mando. Balza ya las ejercía a plenitud.
¿Por qué Balza no sufrió persecución judicial, como muchos de sus subalternos, por mera presunción de su conocimiento de torturas, asesinatos y robos de bebés en las guarniciones dónde revistó? En ese entonces, lejos de ser un “perro” era un Oficial Jefe. Y no cualquiera. Favorecido por Jorge Rafael Videla con estudios en el exterior como Mayor (1976/77), logrará puestos de mando en poderosas unidades de Campo de Mayo (1978/79) y Paso de los Libres (1979/1982) como Teniente Coronel. ¿Posee o no más méritos que Milani para estar preso?
Simple pinche del terrorismo de Estado, Milani ha sido acusado de “asociación ilícita” con el General Benjamín Menéndez, comandante del V Cuerpo de Ejército, en cuya base revistaba al inicio de la dictadura.
Balza, que sustentó a la dictadura incluso como subjefe de una Subzona de Seguridad antisubversiva en Corrientes, ¿no fue “socio” de los generales que le confiaron el mando de poderosas tropas?
Si a sus 82 años fuera encarcelado, debería ser aislado como Milani para preservarse de la furia de sus ex camaradas presos hace años. Eventualmente condenado por su contribución al plan sistemático de las desapariciones, salvando del colectivismo socialista a familias, empresas y fortunas de los actuales gobernantes ¿lo premiarían con prisión domiciliaria? Quizás será justicia.
(*) Sociólogo. Ex teniente de Artillería (1965-70).