Qué embole tener que bajarme de la cama, trabajar y escribir esta columna. Estoy tan bien en esta cuarentena casi de vacaciones, que me paso las tardes en la puerta de casa con las patas en la palangana (cuando veo que viene la policía me meto rápido para adentro). Perdí el ritmo, o mejor dicho gané en desidia y fiaca. Porque eso tengo, fiaca. ¿Qué se hace en los suplementos culturales cuando se tiene fiaca? ¡Se recomiendan cosas! Quizá por eso, hasta hoy, nunca recomendé nada en este pasatiempo dominical. Pero ahora, entre bostezo y bostezo, paso a recomendar dos objetos culturales ideales para leer gratuitamente por internet (actividad a la que se dedican justamente los que tienen mucha fiaca).
Uno es la edición facsimilar de La voz de la mujer. Periódico comunista anárquico, publicado en Buenos Aire entre 1896 y 1897, disponible en la página de la editorial de la Universidad Nacional de Quilmes. Con prólogo de Dora Barrancos, se reproduce una de las más importantes revistas feministas-anarquistas de América Latina, que sin embargo estuvo olvidada durante décadas (al punto que la edición facsimilar no incluye el Nº 6, que nunca pudo ser hallado) hasta que la Universidad Nacional de Quilmes la publicó en papel en 1997, en la colección que dirigía Oscar Terán (edición que tengo aquí a mi lado, me dio fiaca entrar a chequear si el PDF se baja correctamente de la página web, supongo que así será. Según dicen, internet es facilísimo de usar, no voy a ser yo quien lo desmienta). A modo de ejemplo, entre tantos y tantos, ya desde el Nº 1 se incluye un hermoso llamado al amor libre: “Nosotras creemos que en la actual sociedad nada ni nadie es más desgraciada en su condición que la infeliz mujer (…) si realizamos lo que algunas creen su dicha, esto es el matrimonio, entonces nuestra condición es peor, mil veces peor”.
La otra recomendación es la editorial española Errata Naturae, que liberó varios de sus libros en PDF. Errata es para mí una editorial dual: su zona de libros sobre series de televisión, temas posmodernos, zombis y etc. me resulta absolutamente irrelevante. En cambio, los libros de autores alemanes y de Europa del Este es de lo mejor que puede leerse hoy en español. No sé qué libros se pueden bajar en PDF, pero si está Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar, de Lidia Chukovskaia, no dejen de leerlo. Escrita en la entonces URSS hacia 1940 en cuadernos escolares, inédita durante décadas, es una de las más agudas novelas sobre las grandes purgas estalinistas, padecida por ella misma y sobre todo por su marido, un importante científico detenido en 1937 y ejecutado el año siguiente. Lidia Chukovskaia murió en San Petersburgo, después de haber vivido toda su vida en Rusia, en 1996. Entre tanto, aquí alguna frase de la novela, tomada de la edición en papel que compré en La Central de Madrid, que marca el tono del texto: “Al volver a casa, echó un vistazo como una autómata al buzón. Vacío. Ninguna carta. Se le encogió el corazón, como siempre cuando estaba junto al buzón vacío. Ni una línea en todo un año. ¿Acaso no tenía modo alguno de hacerle llegar discretamente una carta? Un año y dos meses sin noticias. ¿Estaba muerto? ¿Estaba vivo? Se acostó en la cama y sintió que no conciliaría el sueño. Entonces se tomó un somnífero, una dosis doble. Y se durmió”.