COLUMNISTAS
LA ARMADA BRANCALEONE MARADONIANA, EN SUDaFRICA!

E la nave va

Como desde que terminaron los campeonatos no sé qué hacer con el tiempo libre y la caótica despedida de la Selección casi logra dormirme, me puse a repasar algunas escenas de viejas películas.

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—Como le iba diciendo, ¿dónde va esta gente tan maravillosa?
—Ah… Estamos con la élite, con los que representan la cresta, ¡la pura gloria en casi todas las artes!

Escena inicial de “E la nave va” (1983), escrita y dirigida porFederico Fellini (1920-1993).

Como desde que terminaron los campeonatos no sé qué hacer con el tiempo libre y la caótica despedida de la Selección casi logra dormirme, me puse a repasar algunas escenas de viejas películas. Los aventureros, con Delon y Lino Ventura; Amor y anarquía, de Lina Wertmüller; Plan 9 del espacio exterior, de Ed Wood (que fue hecha en serio pero parece joda); el final de Héroes (en mute, para no escuchar los gritos de Valeria Lynch) y Con un fracaso, millonarios, de Mel Brooks. Eso sí, la única que vi completa fue E la nave va, una obra maestra del último Fellini. Dos imágenes volvieron a conmoverme. La del duelo de tenores en medio del ruido infernal de la sala de máquinas, cuando explotan sus antiguos rencores y la rivalidad interna; y el bote en la inmensidad del mar azul de tela, con el hombre que rema y un… rinoceronte. El arte, el estruendo, la guerra, la absurda fragilidad de lo brutal. Un Fellini puro, único.
¡Pero qué hago yo hablando de cine cuando la Armada Bracaleone maradoniana ya marcha por Tierra Santa sudafricana en busca del Santo Grial que nos devolverá la gloria perdida! ¿Por qué el inconsciente me tiende esta trampa? ¿Es tolerable esa irónica asociación de títulos justo cuando nuestra felicidad depende de la pericia de ese simpático grupo de entusiastas? No sé. Lo veré en terapia, colegas.

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Todavía me dura la felicidad por los festejos del Bicentenario. Es insólito, pero a veces este país demencial nos da lecciones de cordura a quienes tenemos la ridícula pretensión de explicarlo. Fue una fiesta popular de verdad, sin artificio, sin agresiones, sin borrachos de odio o alcohol. Brindo por eso. Sin embargo, compatriotas, ya me lamento anticipadamente por la absurda comparación entre ese genuino espíritu patriótico y la patética pantomima barrabrava ABC1 que genera el fenómeno mundialista. Será, oh no, una desgracia inevitable. Ay.
Si hizo falta tanta agua y tanta gotita de veneno para apagar tanto fuego y, sobre todo, tanto secreto Plan de Operaciones de Mariano Moreno, el entrañable jacobino sin burguesía ni armas… ¿quién intentará extinguir al volcánico y furioso Maradona si, por esas cosas del destino, regresa a la Patria con la Copa del Mundo en sus sagradas manos, sin planes pero lleno de gracia y en erupción justiciera? ¿Ese día la tendremos todos adentro, como Pasman? Upa… ¡Agarrate Catalina!

Los muchachos posaron sonrientes como escolares y enfundados en esos trajes grises y brillosos como la esperanza. ¡Estaban tan bonitos que daba pena criticarlos! ¿Debemos, entonces, apoyarlos incondicionalmente? ¿Son ellos nuestra vanguardia? Mmm… Al menos se han juramentado dejarlo todo allá, entre asaditos, dulce de leche y sexo legal, para llegar a la final y levantar la copa. A nadie debiera importarle si por ahora los entrenamientos matutinos han sido más bien oníricos, si volaron junto a los barras, si uno fue visto –dicen– saliendo de un boliche a las 11 de la mañana o el otro se lastimó la muñeca entre tanto giro en la pista. Esas son boludeces, viejo; comentarios de mala leche. No jodan. ¡Ar-gen-tina!
Los falsos rumores se multiplican. Dicen que Maradona llamó a Garcé porque soñó que salía campeón y la primera cara que vio en el festejo fue la de él, que Maxi está porque su mujer y Gianinna son íntimas, que el gordo dejó afuera a Zanetti por mufa y que llevó a Palermo por todo lo contrario. ¿Puede ser? No... Es absurdo. ¡Imposible! Bueno, casi. Es decir, ¿aceptarían “improbable”? ¿“Exagerado”? ¿“O no es tan así”? ¿“Quizá un poco y un poco”? Uf. Mejor cambiemos de tema.
¿Qué será peor, ser un vice como Cobos o jugar de 4 en la Selección? En ese puesto, históricamente, se ha probado de todo. Olguín, Burdisso, Coloccini, ¡hasta a Sensini con el perfil cambiado! Maradona pensaba poner a Otamendi, pero parece que ahora retrasará a Jonás para sumar a Tevez y juntarlo con Messi y que el punta sea Milito, o Higuaín. Una sutil movida estratégica menos inspirada en Von Clausewitz que en la histórica arenga del colectivero: “¡Un pasito para atrás que en el fondo hay lugaaaar, muchachosss!”. O aquella máxima del General: “Ustedes pongan el carro en movimiento que los melones se acomodan solos…”.

Simeone dice que él hubiese llevado más volantes, Mourinho, que todavía no puede creer lo de Zanetti y Cambiasso, y Van Gaal no nos da chances “porque, además de los jugadores, también es importante el DT”. Glup.
Al final, vamos tan de punto que temo lo peor; quiero decir, lo mejor. Una de esas victorias tan al estilo argie: mucho corazón, insensatez, desparpajo, talento, magia. O una tragedia griega, con llanto, pompa y luto. Esa deliciosa tendencia al extremo que nos ha convertido en un país insólito, contradictorio, inexplicable, ridículo, irrompible. Excepcional, en el mejor y en el peor de los sentidos.
En fin, enamorador como ninguno.