Ese periodista impar, con el que los argentinos tenemos la posibilidad de pensar y de conmovernos –me refiero a Gustavo Sierra–, escribió en Clarín (16/02/11) que las manifestaciones egipcias que llevaron rodando a Mubarak desde su sitial, hasta Sharm el-Sheikh, la ciudad resort del Sinai Sur, tienen dos fuentes de inspiración que pueden convertirse en sendos faros. Por un lado está la nueva generación coránica sunita encargada de construir una comunidad islámica sobre los rezagos del nacionalismo, inspirada en el teórico del islamismo moderno Sayyid Qotb, cuyas ideas abraza la organización de los Hermanos Musulmanes. Por el otro, el fundador de la Hermandad –Hasan al Bana (1906/1949)– y su nieto Tariq Ramadan (1962) sostuvieron –y sus adeptos profesan– su rechazo al colonialismo y al fascismo y su creencia en que el parlamentarismo británico es el modelo más cercano a los principios islámicos.
Si el extremo de la primera posición, en su versión chiíta, es el ayatollah Jomeini en Irán, Turquía es el ejemplo de la segunda. Irán, con su Líder Supremo, su presidente de la República Islámica, sus consejos de Guardianes y de Ministros, su Asamblea Consultiva Islámica y su Asamblea de Expertos clérigos, virtuosos y doctos. Turquía, por su parte, tiene un presidente y un primer ministro islamistas en el marco de un Estado laico y una democracia parlamentaria, es miembro de la OTAN, la OCDE y del G20 y negocia su incorporación a la Unión Europea.
Con todos los matices (infinitos) que cada país acrisola, por carriles análogos circulan los tumultos donde se debate (y se muere) en Bahrein, Libia, Yemen y otros países del (rotulado de manera reduccionista) “mundo árabe”. El caso de Bahrein trae un problema adicional a los movimientos norteamericanos en la región. La política oficial es “no dictamos las soluciones, pero defendemos nuestros valores”, que son la democracia y la ausencia de violencia estatal contra las manifestaciones populares. Pero resulta que el 18 de febrero por la mañana millares de personas participaron en Manama (capital de Bahrein) del funeral por los tres muertos que dejó el 17 el desalojo del campamento de opositores en la Plaza de la Perla –una masacre que provocó 231 heridos y numerosas detenciones. “Muerte para el rey” y “no hay diferencias entre sunitas y chiítas, todos somos hermanos”, se gritó a cielo abierto.
El Reino de Bahrein alberga la V Flota norteamericana –que vigila el Golfo y el estrecho de Ormuz–, hospeda una concentración militar que aúna varias fuerzas navales que patrullan el Indico con submarinos y –tal como desnudaron los documentos del Departamento de Estado difundidos por WikiLeaks– es un nodo vital en el escrutinio de la situación política del régimen islámico iraní. Antonio Caño escribió con perspicacia desde Wachington, para El País de Madrid, que lo que es verdad para Egipto tiene que ser verdad para Bahrein. Otro brain teaser, un rompedero de cabeza más para Obama. Su Majestad el Rey Hamad, según reporta el Gulf Daily News de Barhein el sábado 19 de febrero bajo el título de “¡Hablemos!”, pidió iniciar un diálogo nacional con las partes interesadas, en razón de que la autoridad tiene todos los poderes para alcanzar los deseos y aspiraciones “de todos los gentiles ciudadanos de todos los sectores”. Se verá cómo avanza el llamamiento, pero a la convocatoria no le faltó la elegancia de la que carecieron los tanques.
El estilo de afrontar la disidencia interna de Muamar Kadafi en Libia arrojó como saldo 24 muertes el 17 de febrero, cuando las manifestaciones convocadas por la oposición en el Día de la Ira para reclamar el fin del régimen ,que dura 42 años, fueron rechazadas con saña, particularmente en Bengasi, la segunda ciudad en importancia luego de la capital Trípoli. En Saná, Yemen, una manifestación estudiantil contra el presidente Ali Abdalá Saleh fue enfrentada por un somatén armado con cuchillos y porras. Centenares de jóvenes blandiendo cartulinas que rezaban “Fuera Ali” y coreando “Después de Mubarak, Ali Abdalá Saleh”, se colocaron a un doble cordón policial de distancia de partidarios del régimen que les contestaban: “Nuestra sangre, nuestra alma, por ti, Ali”. La Policía no tardó en desentenderse. De acuerdo con el Yemen Times, uno de los organizadores de las protestas (Rafiqa Al-Kuhali, director de la Organización Igualitaria para el Desarrollo Político y los Derechos Humanos) manifestó que centenares de personas de las áreas rurales adyacentes a la ciudad de Taiz han comenzado a volcarse sobre las urbanizaciones para sumarse a la protesta. El tiempo que Ali Abdalá Saleh trató de ganar y el bloqueo informativo (las versiones digitales de algunos periódicos o están desactualizadas o no son accesibles) parecieran estar escurriéndoseles de las manos. En tanto, el premier egipcio Ahmed Shafiq se comprometió a anunciar el gabinete interino a más tardar el 21 de febrero, con la esperanza de que los trabajadores en huelga y los manifestantes vuelvan a sus diarios quehaceres.
El 17 de febrero, los Hermanos Musulmanes reclamaron al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas egipcio el levantamiento del estado de emergencia antes del plebiscito para reformar la Constitución, la inmediata liberación de los detenidos políticos y la disolución de la Asamblea Popular y el Consejo Shura, además de la conformación de comité de figuras prestigiosas para enmendar la Constitución. Un fiscal egipcio pidió la detención de los ex ministros de Interior, Turismo y de la Casa Civil, así como la del magnate del acero Ahmed Ezz, bajo el cargo de corrupción. El 17 de febrero fue arrestado el ex ministro de Interior Habib al-Adli. A mayor distancia del manejo de los resortes del poder, mayor premura procesal para hacer caer todo el peso de la ley sobre quien lo ha perdido.
El clérigo nacido en Egipto, Yusuf al-Qaradawi, se dirigió a los líderes del “mundo árabe” instándolos a escuchar a sus pueblos y a aceptar los cambios. Según un cable de AFP del 18 de febrero, durante un sermón y entre centenares de personas (y de policías militares), el religioso propuso un diálogo honesto con la gente en momentos en que la revolución egipcia está en curso. ¿Revoluciones tumultuosas o una evolución ordenada hacia mayores libertades y mejores condiciones de vida? En Egipto, una economía basada en la explotación del trabajo no está en condiciones de prometer paciencia.