En este caso, desde la medianoche comenzaremos a escuchar las denuncias de fraude que ha anticipado Trump ya desde hace semanas. Hay quienes sostienen que ellas están ya preparadas –mediante operaciones de hackeo–, y dos tercios de quienes votan por el candidato republicano manifiestan que le harán fraude.
Esta situación podría ser aún más crítica si se diera el mismo resultado de la reelección de Bush: un candidato ganando en votos –en este caso Trump– y el otro, en electores en el Colegio Electoral –en este escenario, Hillary–. La campaña de Trump acusándola de mentirosa y los mails filtrados han dejado huella, y sobre estos antecedentes se buscará quitar legitimidad al resultado.
Los adversarios de EE.UU. en el mundo festejarán esta situación.
Pero tanto la Suprema Corte como el Congreso terminarán alineándose con Clinton, pese a que minorías activas de su rival hayan anunciado que tomarán la calle si hay fraude.
Cuatro cada cinco de los habitantes del mundo sentirán una sensación de alivio. También las minorías estadounidenses, ya que más allá del resultado habrán votado por ella tres de cada cuatro hispanos y nueve de cada diez afro-americanos.
Lo mismo sucederá con los mercados, comenzando por Wall Street. Esta onda positiva se extenderá globalmente.
Pero a Hillary le será difícil revertir el giro proteccionista que se vio obligada a realizar en la campaña, al verse forzada a coincidir con su adversario en que no enviará al Congreso el Tratado de Libre Comercio Transpacífico, uno de los mayores logros de Obama en política exterior, al integrar doce países de Asia, América y Oceanía, que contienen 800 millones de personas y el 40% del PBI mundial.
Cabe señalar que para el 52% de los estadounidenses los acuerdos de libre comercio son perjudiciales y sólo para el 41%, beneficiosos. Entre los simpatizantes de Trump, los considera negativos el 69% y positivos, nada más que el 27%. Aun en los votantes de Hillary, quienes los rechazan tienen 4 puntos más.
México respirará aliviado al salvarse el Nafta, al que destina el 90% de sus exportaciones. Los bonos y las acciones mexicanas subirán. Se salvará la recomposición de relaciones con Cuba, continuará el apoyo de Washington a los intentos de diálogo en Venezuela.
Para los aliados de EE.UU., que integran la OTAN en Europa y la Asean en Asia, el triunfo de Hillary será una muy buena noticia, porque no se alteran los acuerdos de seguridad global, que contienen a Rusia y a China.
Los partidarios del libre comercio festejarán en todo el mundo, los proteccionistas no.
En Europa celebrarán el triunfo demócrata una líder de centroderecha como Merkel y uno de centroizquierda como Hollande. Lo lamentarán, en cambio, los nacionalistas como Le Pen y Neil Farage.
Para Argentina, el triunfo de Clinton es el deseado por la opinión pública. El sondeo realizado por Win a nivel global y Voices en Argentina sobre esta elección mostró que el 51% de los argentinos hubiera votado por Clinton y sólo el 5% por Trump, respondiendo no saber el 40%. Es la opción a la que apostó el Gobierno. Puede preverse continuidad y no ruptura en la política exterior estadounidense con el país.
Pero Mientras Obama hizo una apuesta muy fuerte a favor de Argentina al decir públicamente en marzo que “es el ejemplo para la región”, Hillary, con experiencia en la región y cercanía a la comunidad hispana, tendrá una visión más global en la cual Argentina puede perder cierta prioridad relativa.